AlicantePlaza

En la frontera

Errejón y las formas de vida neoliberales

  •  Foto: JESÚS HELLÍN/EP

Hace unos días fui a ver la última película de Icíar Bollaín Soy Nevenka: muy recomendable para refrescar la memoria del acoso y derribo sobre la concejala de Ponferrada por parte de un alcalde machirulo y baboso. Acoso y derribo del que formaron parte casi todos los estamentos sociales incluidos los medios de comunicación: impagable las imágenes de Ana Rosa Quintana sumándose al aquelarre contra Nevenka por el hecho de haber mantenido relaciones sexuales con el regidor hasta que dijo no. Muy hábil Bollain en este detallazo, rescatando imágenes de la presentadora/inquisidora, Mama Rosa Torquemada.

Han transcurrido casi 25 años desde el juicio de Nevenka y España ha cambiado radicalmente en sus niveles de tolerancia con respecto al acoso, abuso y agresiones sexistas, sobre todo a partir de unas leyes muy progresivas que empezaron con Rodríguez Zapatero (a Dios lo que es de Dios. Y al César lo que es del César). A pesar de ello, la realidad social suele ir mucho más lenta que las legislaciones progresistas que al fin y al cabo cocinan las élites políticas. Por eso, día sí y día también salen a relucir casos extremos de violencia de género, de violencia sexista en general, incluidas las manadas. Otros casos no salen.

Se habla muy poco de la violencia machista de menor intensidad. Calla tonta que de esto no tienes ni puta idea; mejor recalienta la tortilla que se ha quedado como un glaciar y sabes que me gusta calentita. ¿Vas a salir así a la calle, enseñando las tetas? ¿Para que cojones compras Mahou se sabes que me gusta San Miguel? Y en este contexto alarma gorda: rebrote de machirulismo entre los más jóvenes, toritos que controlan el móvil de la novia hasta límites obsesivos: una manera de controlar su mente y su conciencia.

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo