VALÈNCIA (EP). El atentado de este pasado viernes en el recinto del Crocus City Hall de Moscú, en la periferia noroeste de la capital rusa, es el más sangriento en la historia contemporánea de la ciudad, por delante ya de la tragedia de la crisis del secuestro, a manos de separatistas chechenos, de los asistentes del teatro Dubrovka en 2002, una tragedia que acabó con 132 rehenes muertos durante una operación implacable de las fuerzas de seguridad.
Ahora, las 133 víctimas mortales, entre ellas tres niños, confirmadas hasta el momento en el ataque del viernes obedecen a una estimación que, según el gobernador de la región de Moscú, Andrei Vorobiov, aumentará en las próximas horas conforme los servicios de rescate continúen sacando víctimas mortales de entre los escombros del pabellón, incendiado por los propios atacantes. El número de heridos ha superado claramente el centenar y ahora mismo permanecen hospitalizadas 80 personas.