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entrevista a la muralista Lluïsa Penella i Pons

El arte es un medio de comunicación y nosotros somos hablantes de nuestro tiempo

  • Foto: VP

VALÈNCIA. A unos pasos de la estación de metro de Torrent, Lluïsa Penella i Pons (Catarroja, 1992) trabaja. Una pequeña valla, una grúa y un coche la aíslan del resto del mundo. Allí se produce un pequeño oasis. Allí la tranquilidad se rompe. El suelo está lleno de botes de pintura, algunos sin abrir, otros manchados por todos lados. Tonalidades de colores decoran el suelo con sumo cuidado, escogidas meticulosamente. Brochas y botellas de agua abiertas e impregnadas de verdes, naranjas y blancos descansan en la grúa junto a la pared. Allí, junto al sonido constante del metro, un dibujo comienza a tomar forma. Las hojas de El taronger crecen con la llegada de la primavera, ascendiendo por un pequeño edificio hasta cubrir tres de sus paredes. En ese momento, todavía no ha dado frutos, pero en una semana, cuando haya pasado el olor de la pólvora, florecerá. Lluïsa lo mira fijamente, pensando en cómo, a través de la pincelada, alargará hoy sus raíces.

Lluïsa lleva más de una semana trabajando día tras día durante doce horas diarias en su nuevo mural. Como el resto de sus obras, “El taronger” nace tras un análisis de la huerta de Torrent y simboliza lo que ya es signo personal de la artista: la fauna y flora autóctona. “Quiero que todo el mundo pueda tomar conciencia de la flora y la fauna autóctona, del valor del ecosistema, del valor de la huerta…” –afirma Lluïsa– “Para mí la flora y la fauna autóctona son parte de la identidad valenciana. En mis murales hay una intención de reivindicar esa identidad a través de lo tradicional y lo etnológico, siempre está el subtexto de ‘Esto es nuestra patria’ y tenemos que cuidarla”.

Lluïsa no recuerda un momento de su vida en el que no pintara. Sus padres, ambos profesores, siempre la animaron a seguir su pasión: la llevaban a museos, a exposiciones de arte desde bien pequeña. No hubo duda cuando tuvo que elegir bachillerato y posteriormente estudios superiores: cursó Bellas Artes en la Universitat Politècnica de València. En el máster de Producción Artística se especializó en Arte Público. La lógica transición para ella, tras esto, fue el arte mural: “Creo que hay que explotar las capacidades que tiene cada uno. En mi caso, soy mejor pintora que dibujante, pero no me interesaba mucho el universo de las galerías. Me gusta verlo y consumirlo, pero me parece demasiado elitista y poco democrático. La pintura mural, por el contrario, resulta muy democrática. Cualquier persona puede acceder a ella porque está en la calle, aunque no esté formado”.

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