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a partir del mismo se fortalecerían el resto de capacidades

El palmeral a debate, un patrimonio débil y con un potencial infraexplotado: la clave, el uso agrícola

  • Ruta del palmeral, junto a huertos históricos sin uso

ELCHE. Este jueves empezaban en el Centro de Congresos unas jornadas-taller sobre paisajes culturales agrícolas que se extenderán hasta el viernes y en las que el grueso de mesas e intervenciones tienen al palmeral como protagonista de una forma directa o más tangencial. Una de ellas versaba sobre el potencial de este patrimonio natural de la Unesco en muchos aspectos: el alimentario, el medioambiental, el turístico, entre otros. En común, posibilidades económicas que precisamente fueron las que han permitido su supervivencia durante más de un milenio porque vertebraba la vida de Elche. La progresiva construcción y pérdida del palmeral ha supuesto una disociación del mismo como valor cultural y apego con la sociedad, lo que ha supuesto durante décadas un bien cada vez más débil, cuando no enfermo. Precisamente, una de las ponencias defendía que el rescate como uso agrícola puede ser una opción de fortalecimiento para todas sus potencialidades. 

La pérdida de conciencia asociada a la pérdida de uso agrícola como actividad económica

El encargado de la ponencia fue el jefe de la sección de Patrimonio Cultural de la concejalía de Urbanismo, Gregorio Alemañ, quien inició su ponencia con la sencilla descripción que da la Unesco de este Patrimonio de la Humanidad: “Ejemplo único de técnicas agrícolas árabes en continente europeo con sus complejos sistemas de regadío estructurados desde finales del siglo VIII”. Unas técnicas que se han ido quedando en un segundo plano al perder el municipio ilicitano su peso agrícola en favor del industrial, que fue generando espacios dotacionales (colegios, jardines) e incluso edificios para dar cabida a la migración que llegaba a mitad del siglo XX por la incipiente industria zapatera, a través de la cesión privada de los huertos a cambio de edificabilidad.

Así, planteaba el técnico municipal que estos cambios fueron desvirtuando el propio palmeral, pasando esos huertos de tener su función agrícola y de regadío a ser entendidos en muchas ocasiones como meros bosques de palmeras, jardines o plantaciones ornamentales. Precisamente la reciente Ley del Palmeral se centra en ese uso, además del cultural, pero se entiende como clave para poder rescatarlo, ya que esta incide en la tradicional estructura bancalaria, el cultivo asociado y qué plantaciones puede haber dentro, los caminales... Desde el siglo VIII en el que se habla del palmeral y su sistema de irrigación, y en el que había una relación estrecha entre los huertos —que ocupaban la mitad de la ciudad— y la ciudad, que vivía de la economía que generaba sus cultivos, así como de su generación de bienestar, ese binomio se ha ido deshaciendo. "Había un respecto perfecto entre la ciudad y el campo, lo construido y el espacio vacío y dependían uno del otro; uno comercializaba y el otro generaba y daba calidad de vida. No hacía falta criterios patrimoniales, a nadie se le ocurría destruir agua ni palmeras porque había una identidad popular".

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