ALICANTE. De constitución delicada y enfermiza desde su infancia, despertó un carácter melancólico que le acompañó toda su corta vida. De este infortunio hizo una virtud, sabiendo sacar lo mejor de sí mismo y plasmarlo en sus partituras. Sus interpretaciones se plasmaban en melodías magistrales.
Desde muy pronto demostró dotes musicales y un aprendizaje autodidacta, queriendo conocer más de quienes le podían enseñar, familiarizándose con diversos instrumentos y, en especial, con el órgano. Su hermano Vicente le introdujo en este mundo, primero como un juego, después como un alumno aventajado. De esa relación filial nació una profesión que fue de la mano de Vicente para luego volar por si solo demostrando su propio talento.