VALENCIA. Por si faltaba algo, al presidente de la Federación Española de Fútbol sólo se le ha ocurrido plantear a la opinión pública la posibilidad de que la selección española participe el próximo verano en la Copa América que se celebrará en Argentina. Si este anuncio lo hubiera realizado a finales de diciembre, pensaríamos que se trata de una inocentada.

Pero no, Ángel María Villar habla muy en serio, esto es lo preocupante. Ahora que el fútbol español está en pie de guerra y se habla incluso de adelantar el próximo ejercicio a mediados de agosto, sale este bolo por el hemisferio sur en el que, por razones obvias, nunca ha participado España, que por muy madre patria que sea juega en el continente europeo.

El estropicio puede ser considerable. La planificación de los clubes, las vacaciones de los jugadores, el descanso merecido de los aficionados, en definitiva, el ciclo natural del fútbol español puede saltar hecho añicos si prospera este proyecto que será sometido a examen en próximas semanas.

La alteración del calendario puede tener consecuencias catastróficas si se produjera alguna lesión durante un torneo reservado a equipos del continente americano, pero que de modo excepcional, había invitado a Japón para este año. La federación nipona prefiere renunciar a participar tras el terremoto sufrido en su país.

Los argentinos, y más concretamente el incombustible Julio Grondona, presidente de la AFA, que lleva en el cargo desde antes que Kempes conquistara el Mundial del 78, han visto la oportunidad para contar con la actual campeona de Europa y del Mundo.

Se avecina un verano caliente en el fútbol de nuestro país. Hay clubes cuya situación económica es dramática, existen conflictos latentes que aflorarán como el de los derechos audiovisuales y al presidente Villar considera que la selección podría irse a jugar casi un mes a Argentina. El disparate es tremendo, aunque el trasfondo económico puede convencer a las voluntades más reacias. Al tiempo.