Entrevista

Cultura

Lydia Na: "El PSOE vetó a las mujeres trans en el deporte antes que Trump"

'Mi cuerpo, mis reglas' es el título del libro en el que desgaja la condición trans de los sesgos ideológicos, basándose en la racionalidad o las realidades empíricas y huyendo del sentimiento

  • La activista Lydia Na

ALICANTE. La activista alicantina Lydia Na es una mujer trans que viene luchando incansablemente desde hace años en favor de los derechos de las personas LGTBIQ+ en la provincia de Alicante, tanto como presidenta de la asociación Entendemos LGTBI como desde todo tipo de plataformas: prensa, radio, televisión y también libros. Este último formato es el que le ha llevado hasta estas líneas, donde aborda en una entrevista las ideas que ha plasmado en su publicación más reciente. Mi cuerpo, mis reglas es el título del libro en el que desgaja la condición trans de los sesgos ideológicos, basándose en la racionalidad o en las realidades empíricas y huyendo del sentimiento. Un compendio de artículos publicados en su tribuna homónima, como colaboradora de Alicante Plaza, así como otros textos inéditos en los que vuelca su mera opinión personal. “Vale ya de posverdad”, sentencia combativa.

— ¿Puede desligarse la ideología de la condición trans o es algo intrínseco?

— Separar a las personas trans, la condición trans, de lo ideológico, es desenredar una madeja enorme, porque se ha creado un sujeto trans erróneo y manejable a lo largo de todos estos años. Se nos ha colectivizado, pero cada persona es un mundo. Se ha intentado, tanto con las personas trans como con las personas LGTBI, crear un sujeto político que sea un brazo político más de ciertas ideologías.

El problema que tenemos es que existen dos ramas en este momento en el activismo LGTBI y una de ellas está supeditada a la política, impidiendo que se hable de ciertas cosas. Me refiero a FELGTBI+, cuya dirección depende del PSOE. Cuando el PSOE habla contra las personas trans, la federación calla, pero arrea mucho, sin embargo, a Vox, que sí, ya sabemos que es un partido LGTBIfobo, pero el caso es que, antes que Trump, el primero en vetar a las mujeres trans en el deporte fue el PSOE en su último congreso. Eso ha sido aquí, en España.

Lo 'woke' lo ha contaminado todo y ahora estamos viviendo una reacción"

También ha salido ahora el PP presentando una moción en el Congreso para enredar más, queriendo unirse al carro antiwoke contra las mujeres trans en el deporte, porque sí, siendo totalmente sincera, lo woke lo ha contaminado todo y ahora estamos viviendo una reacción. Es una causa-efecto. Y esa situación evita que podamos hablar de los matices. Lo woke, y ya no hablo solo el tema del LGTBI, se ha pasado de frenada en ciertos temas como la cancelación. Se ha cancelado a mucha gente que ha resultado inocente cuando se le ha llevado a juicio, y se sigue cancelando a mucha gente por asuntos que ni siquiera tienen base para ir a juicio. Eso es importante decirlo y es un error de quienes respaldan y alientan el movimiento woke.

Yo soy una mujer trans. Tanto yo como la asociación a la que pertenezco, Entendemos LGTBI, tenemos claro que lo principal son las personas de todas las letras del acrónimo LGTBIQ+. Pero callarse cuando años antes fue el PSOE, en alguna localidad alicantina, quien intentó cancelar a nuestra asociación y, de hecho, alguna cosa que otra se nos canceló, pues me parece de un cinismo increíble. No van contra nosotras, van contra contra nuestra propia existencia. Van contra nuestros derechos, sea cual sea su ideología.

— Abogas por la racionalidad y las realidades empíricas, huyendo del sentimiento ¿Cómo explicas esa realidad trans en el libro?

— En el libro parto del concepto de biología, que es algo importantísimo que hay que aprender a comunicar a la sociedad, aunque exista una mayoría que no está en absoluto receptiva para entenderlo. De igual modo, hay que hablar de racionalidad. Hay que hablar de pensamiento crítico. Hay que atenerse a las realidades, aunque ahora esté de moda la posverdad.

Nosotros hablamos de racionalidad, de realidades empíricas, como el ‘falso trans’, sobre el que se ha edificado la Ley Trans. Se habla siempre de que la identidad de género es un constructo social, se habla de sentimiento, pero esa es una de las palabras que más daño nos han hecho a las personas trans en el momento de reclamar y exigir nuestros derechos.

La teoría del Dr. John Money, beatificada en ciertos círculos progresistas, en el feminismo y también en ambientes LGTBIQ+, es una maldita mentira. Vamos a ver, ¿cómo le cabe en la cabeza a nadie que una especie que se perpetúa por reproducción sexual, fíe la identidad de género, lo que es sexualmente, a la educación o al ambiente? Que yo sepa, en ninguna sociedad humana se ha potenciado, ambiental o educacionalmente, que una persona sea trans y, sin embargo, las personas trans siempre hemos estado ahí. Nuestra existencia contradice que solo existan este tipo de influencias, porque esto nace de nuestro interior.

Todas las identidades de género, las trans y las no trans, parten de condicionantes biológicos, que son neurológicos, genéticos y hormonales. Algo que se ha demostrado científicamente por parte del médico Antonio Guillamón en un estudio que ha dirigido este profesor, catedrático de Psicobiología de la UNED, quien lleva quince años buscando el origen de la transexualidad, hasta que se dio cuenta de que toda identidad de género parte de estos principios. Realidad que ha plasmado en el libro Identidad de Género: Una aproximación psicobiológica (Sanz y Torres, 2022).

Este libro debería ser la Biblia en toda en toda biblioteca sobre género, pero este tema está hiperpolitizado y se ha creado sobre las personas trans un sujeto político que es totalmente endeble. De hecho, estoy totalmente de acuerdo con las feministas TERF, que tienen razón en que no se puede legislar sobre sentimientos. Las personas trans no somos un sentimiento.

Estos condicionantes biológicos se forman ya en el estado prenatal, desde el momento en que una persona es un embrión. De hecho, todos los machos de la especie humana son trans, porque en el estado prenatal todos los embriones son femeninos. No es hasta el periodo comprendido entre la semana ocho y la semana doce que actúa la testosterona y los convierte en masculinos. Es curioso pensar que todos los hombres cisgénero hayan sido trans en algún momento, al menos en el estado prenatal.

Las mujeres trans, lo que hacemos en la práctica es revertir la situación, porque lo que somos es aquello que autopercibimos en nuestro interior como señal de un fenómeno biológico interno, que no un sentimiento. Y la mayoría de las leyes LGTBI en España se basan en el sentimiento. Incluso las más avanzadas de todas, que son la valenciana o la andaluza, todas hablan de sentimiento. No hay peor forma de legislar que basándose en emociones, sentimientos o la conveniencia política del momento.

— ¿Abogar por el sentimiento, la educación o el ambiente estaría dando la razón a quienes promueven las terapias de conversión en el otro lado del tablero?

 — Sí, también hay un comentario habitual entre personas LGTBI, que es el de proponer hacer terapias de conversión para hacer gays a los heterosexuales. Más allá de la idiotez, eso es imposible. Las personas que, después de una terapia de conversión, dicen que sí se han convertido, en realidad lo único que están haciendo es practicar la abstinencia homosexual obligada. Algo que tiene consecuencias terribles. Hablo, por ejemplo, de la pederastia que vemos en la iglesia católica. El instinto sexual reprimido siempre sale de alguna forma.

— También haces un repaso sobre el odio a las personas trans en el mundo…

— Hago un panorama mundial sobre el odio en general en todas las culturas y una defensa de los derechos humanos. La Declaración Internacional de los Derechos Humanos es, para mí, la cumbre de la ética en toda la historia. Algo que nos lleva a la conclusión de que existen culturas, filosofías o creencias que son superiores y otras culturas, filosofías o creencias que son inferiores. Y lo digo así de claro.

Basándose en los derechos humanos, sí hay culturas o creencias superiores y otras inferiores"

La línea roja entre las superiores y las inferiores es considerar y tener en cuenta los derechos humanos. Uno de los mayores daños que se ha hecho a la civilización humana ha sido el ocasionado desde el relativismo y la posmodernidad. Es decir, que todo valga y mis ideas sean tan valiosas como las tuyas. Así alcanzó el poder el nazismo, victimizándose en los demás países europeos, y ahora mismo la victimización es una táctica muy de moda, tanto entre las ultraderechas como entre las ultraizquierdas con el wokismo.

— ¿Qué balance haces de la Ley Trans?

— Poco a poco, se va apaciguando la polémica con la Ley Trans y se dedican a perseguir otras cosas, pero somos una especie de cabeza de turco, todavía para las feministas TERF, que dicen que se atacan los derechos de la las mujeres ¿Qué derechos? Cuotas paritarias, discriminación positiva, etcétera ¿Qué son estas cuotas paritarias y esta discriminación positiva? Privilegios concedidos por razones ideológicas. No son derechos, son privilegios. En cambio, para mantener estos privilegios, se atacan los derechos básicos de las personas trans.

Lo más interesante de la ley es la autodeterminación y la despatologización, la OMS hacía ya seis años que había despatologizado la condición trans. Por otro lado, los temas que hay que desarrollar todavía son las terapias de conversión, las personas no binarias y la infancia trans. Eso está pendiente. Es una ley en la que en ciertos puntos no se ha desarrollado.

La activista Lydia Na
 

— El nuevo fuego abierto es el de las mujeres trans deportistas…

— Nuestra asociación, Entendemos LGTBI, pertenece a la Agrupación de Deporte Ibérico (ADI) que lucha por los derechos de las personas LGTBI en la península ibérica. Estamos viendo que toda esta polémica está resultando en una merma de derechos y en una satanización en general hacia las personas trans, concretamente hacia las mujeres trans, pero lo más triste es que no somos más que un pretexto para el PSOE, Trump, Milei o quien sea.

Para Trump no somos más que un pretexto con el que demostrar a su electorado que hacen algo. Actúan contra las personas trans porque para ellos no son importantes, pero luego las demás medidas que está tomando con algunos países, como los aranceles, son globos sonda. Para los demás hay concesiones y prebendas, pero para las personas trans no, porque el tema woke ha hecho mucho daño y está sirviendo de distracción. Ahora, las personas LGTBI somos un chivo expiatorio.

Lo que se está haciendo con las deportistas trans no es lógico y tiene solución. Ya se hicieron propuestas que deberían tener más difusión. Se ha hablado de que deberían hacerse nuevas categorías, no por sexo biológico, sino por pesos, como en el boxeo. Serían competiciones mucho más equilibradas. El debate surgió hace décadas también por la raza y, al final, como era incómodo el debate de si somos muy racistas o no, esto se enterró y, desde entonces, una gran parte de las pruebas de velocidad las ganan personas negras y esto no supone ningún problema. Hay que promover competiciones mixtas, pero por pesos. De lo contrario, habría que hacer otras muchas particiones para llegar al equilibrio perfecto.

El caso es que, sobre todo esto, el Comité Olímpico Internacional (COI) agacha la cabeza. Las asociaciones, las confederaciones deportivas, todos bajan la cabeza, porque hay países con regímenes medievales, pero con mucho dinero, que compran equipos. Hay competiciones que se celebran en estos países, como Qatar, donde son alérgicos a todo tipo de diversidad. Hay que decirlo. Como decía antes, hay religiones o culturas inferiores. Necesitamos pisar con los pies en el suelo, vale ya de posverdad.

— Y, precisamente con eso, llegamos a Carla Sofía Gascón…

— Le ha caído la de Dios por decir algo parecido, pero sobre todo le ha caído la de Dios por ser trans. Ahí mezclamos tanto la transfobia y el machismo como la ira woke. Se consideró a Emilia Pérez como un símbolo de todo aquello que se defendía desde Hollywood y, probablemente, le habrían dado un Óscar. En Cannes, la película salió muy bien parada y, sin embargo, por tener una ideología como tiene todo el mundo, aunque la haya expresado de una forma demasiado a lo bestia, se le ha cancelado. A partir de ahí no vale ser trans, ni para quienes supuestamente te defienden.

Llama la atención que ahora sea más progresista ser islamista que ser trans"

Llama la atención que ahora sea más progresista ser islamista que ser trans. Yo me estuve documentando sobre los territorios más LGTBIfobos del mundo y, entre ellos, estaba la Franja de Gaza. En definitiva, que, como siempre, las personas trans no importan.

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