Entrevista

Murcia Plaza Cultura

El actor estrena 'Rondallas', dirigida por Daniel Sánchez Arévalo

Javier Gutiérrez: “Hablamos del poder de lo colectivo en una sociedad empujada al individualismo”

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  • Javier Gutiérrez estrena 'Rondallas', dirigida por Daniel Sánchez Arévalo.
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Javier Gutiérrez presenta Rondallas, la nueva película de Daniel Sánchez Arévalo, un filme profundamente gallego que se asoma a la tragedia y a la celebración colectiva con la misma naturalidad. Al otro lado del teléfono, el actor reflexiona sobre la identidad, el cine popular bien entendido y el privilegio —no exento de desgaste— de vivir de la interpretación.

Gutiérrez llega a Rondallas en un momento especialmente fértil de su carrera, con una trayectoria que le ha llevado a trabajar con algunos de los cineastas más importantes del cine español. Aquí, sin embargo, el acento —literal y simbólico— está puesto en Galicia. “Es una película muy luminosa, muy divertida y muy emocionante”, resume.

Sinopsis: Dos años después del trágico naufragio de un barco pesquero que sacudió a un pequeño pueblo marinero gallego, algunos miembros de la rondalla, una agrupación de música tradicional en la que participan desde niños hasta ancianos, deciden que ya es hora de recuperar la ilusión y dejar el luto atrás. Por ello vuelven a unirse para ponerla en marcha.

Lo comentaba antes: he tenido también la suerte de charlar con Tamar Novas y pensaba que esta película es casi más rentable que cualquier campaña de publicidad turística que se pueda hacer de Galicia. Que pongan directamente Rondallas.

— Pues no está mal tirado. Se habla de tradiciones gallegas, se habla de un pueblo costero donde ocurre un naufragio y hay varias muertes, hay un pueblo asolado por una tragedia, pero luego también hay mucha música, hay mucha vida. Es una película muy luminosa, muy divertida, emocionante, y todo ello transcurre en Galicia.

Partimos además de una historia muy local que puede resonar de forma universal. En ese sentido, estoy seguro de que si esta película estuviera rodada en la América más profunda resonaría de la misma manera y emocionaría también a los espectadores, porque hablamos al final de sentimientos y emociones que atañen a cualquier ser humano y a cualquier sociedad. En este caso, un pueblo costero en Galicia.

El contexto está muy bien recreado. Galicia ha tenido, por desgracia, varios accidentes de este tipo. El mar entraña muchísimos peligros y eso también curte el carácter de la gente. Y el reparto gallego le da un color que quizá no tendría en otro lugar.

Claro. Además es una película que recupera algo que hacía tiempo no se hacía. Creo que Ramón Campos empezó a introducir sin complejos el acento gallego en Fariña y eso le da un plus de realismo y de veracidad a cualquier historia.

Lo importante que es el idioma. Muchas veces trabajamos en producciones con diferentes acentos, lo cual me parece fantástico en un país con tanta riqueza lingüística, pero también es muy hermoso escuchar una historia donde todo suena bien, donde no hay nada que desafine.

Las rondallas son el vehículo para contar una historia que va mucho más allá de ellas. ¿Tú estabas familiarizado con este mundo? Tamar me decía que no las conocía.

Ni yo, ni casi nadie del reparto. La palabra “rondalla” puede sonar a tuna, pero no tiene nada que ver. Es una agrupación de más de cien integrantes, de todas las edades: niños, adolescentes, gente mayor. Además se da en una zona muy concreta, al sur de Pontevedra, en las Rías Baixas.

Hay un festival todos los años en fechas navideñas donde se reúnen nueve o diez agrupaciones y existe una competencia atroz, pero también muchísima calidad. Aunque pueda parecer una tradición ancestral, es algo muy moderno y muy transgresor. Son capaces de versionar absolutamente cualquier música contemporánea. Pongo siempre el ejemplo de AC/DC, porque es lo más lejano que uno puede imaginarse tocado por una rondalla… y sí, lo hacen.

De hecho, el germen de la película nace de un vídeo que Ramón Campos le enseña a Daniel Sánchez Arévalo: una rondalla ensayando y desfilando por un pueblo versionando un tema de AC/DC.

 

 

Es tu primer largometraje con Daniel Sánchez Arévalo, ¿no?

Sí. Habíamos coincidido antes en publicidad, porque él también dirigía spots, pero nunca en cine. Yo soy seguidor de su trabajo porque me divierte, me emociona y siempre consigue grandes interpretaciones de sus actores. Aquí he tenido por fin la oportunidad de trabajar con él en un largometraje.

Tú has trabajado con Alberto Rodríguez, Icíar Bollaín y muchos otros grandes nombres. ¿Qué tiene Daniel de diferente? Tiene una capacidad muy especial para mezclar comedia y drama.

Es un sello muy personal. No todos los cineastas pueden presumir de eso. Dani sabe llegar al gran público, hace un cine muy popular en el mejor sentido: hay calidad, sensibilidad, historias que tocan el corazón y donde el espectador se divierte.

Todo parte de una gran escritura, de sus guiones, y luego sabe dirigir muy bien a los actores. Tiene una mano muy sabia a la hora de contar historias y de cuidarnos. Nos hemos sentido arropados, tratados con mucho respeto, y eso se ve en la película. Cada personaje está en su punto exacto, ya sea en el drama o en la comedia.

Viendo la película, algo que destaca es la generosidad de los personajes, esa idea de ponerse al servicio del grupo, como ocurre en una rondalla.

Dani crea familia. Genera unos lazos durante el proceso creativo que no siempre se dan en los rodajes. Y eso es muy importante, porque en una sociedad que nos empuja al individualismo más atroz, estamos hablando del poder de lo colectivo, de la comunidad, de la familia.

Eso que sucede en los ensayos y en el rodaje luego se traslada a la pantalla, y es muy hermoso.

Llevas años sin parar de trabajar. Siempre defiendes el privilegio que supone vivir de esta profesión. ¿El rodaje desgasta o piensas “que no pare”?

A medida que cumples años piensas eso, que no pare, pero también es peligroso entrar en la rueda del hámster. En algún momento hay que saber parar, despojarse del vestuario de un personaje, tomarte tu tiempo y ponerte el siguiente.

Es importante detoxificarse para poder entrar en una nueva historia. Yo tengo la suerte de enlazar trabajos y además hago teatro, que no quiero dejar nunca. El escenario es un lugar donde el actor se curte y se enfrenta directamente al público, algo que no ocurre en el audiovisual.

Y sí, soy consciente de que antes hacías el novio, ahora haces el padre, y todavía no tengo edad para ser el abuelo, aunque todo llegará. Los personajes se van acotando con los años y no siempre las propuestas son igual de interesantes.

Hablando de cantera, el reparto gallego es espectacular. Hace poco hablaba con Elena Irureta de la cantera vasca y su televisión pública. Galicia tampoco se queda atrás.

Durante mucho tiempo ha habido un cierto complejo de inferioridad respecto a otras comunidades, pero eso está cambiando. No solo hay actores y actrices, hay cineastas, técnicos, productores muy potentes.

Tenemos localizaciones naturales impresionantes. A veces el clima no acompaña, pero también la bruma, la niebla o el frío forman parte de nuestra identidad visual. Galicia tiene mucho que decir y cada vez lo está diciendo con más fuerza.

Para terminar, con la cantidad ingente de series, películas y libros que hay, ¿qué recomendarías ver estas Navidades?

Te agradezco que digas que tengo buen paladar, pero hay espectadores con uno igual o mejor. Con niños no siempre puedo ver todo lo que me gustaría.

Rescataría dos cosas. Una es Furia, de Félix Sabroso, en HBO. Me parece una serie muy original, con interpretaciones potentísimas de Carmen Machi, Nathalie Poza, Candela Peña, Cecilia Roth y Claudia Salas. Si no la habéis visto, dadle una oportunidad porque os va a dejar ojipláticos.

Y luego Slow Horses. He disfrutado muchísimo. Es la serie de Gary Oldman sobre espías, con mucha socarronería, muy bien rodada y con personajes interesantísimos.

Yo la tengo pendiente, me leí el primer libro.

No sé cómo será la novela, pero si es tan buena como la serie, es espectacular. Tiene muchísima calidad.

Rondallas se estrena el 1 de enero. Parece un plan perfecto para ese día.

Después de tanto atracón y tantas reuniones familiares, está bien ir al cine. Creo que es una película que se disfruta mucho más en sala, en comunidad, rodeado de espectadores. Es una experiencia muy distinta a verla en casa.

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