Hablar con Emma Suárez siempre tiene algo de acontecimiento. Tres veces ganadora del Goya, voz reconocible, mirada serena y una forma de reflexionar que te coloca en otro sitio. Ahora presenta una película áspera y luminosa a la vez, rodada en Lanzarote, que disecciona el amor, sus grietas y la dificultad de soltar cuando toca hacerlo.

He terminado de ver la película un poco destrozado emocionalmente. ¿Qué te atrajo del proyecto y cómo has vivido el rodaje?
Hablar del amor siempre es muy interesante. Poder hacer una película que aborda las relaciones, las dinámicas tóxicas, las parejas… me resultaba muy atractivo. Luego estaba el equipo: el guion, mis compañeros, Manu Vega, Asia Ortega… Con José Luis ya había trabajado en teatro —La avería, dirigida por Blanca Portillo, y Viejos tiempos, de Pinter—, pero nunca en cine, y me apetecía mucho. Con Horacio Alcalá también ha sido una experiencia muy bonita: es un director singular, con una mirada muy personal. Hemos disfrutado mucho y creo que eso se nota en la película.

— Hablaba antes con Horacio y Asia de que es una película donde “menos es más”: cero artificios, todo recae en los actores. No hay ningún elemento que pueda disimular nada. ¿Es más fácil o más difícil trabajar así?
El tono de la película pedía precisamente eso: mostrar personajes vulnerables, su fragilidad, en un lugar muy aislado. El paisaje de Lanzarote es casi un vacío visual; no hay nada que distraiga la mirada. Es un entorno muy desnudo que acompaña metafóricamente a los personajes. Ese aislamiento te coloca directamente frente a sus emociones.

— La historia habla del amor… y sobre todo de saber soltar. ¿Por qué nos cuesta tanto dejar ir cuando ya sabemos que algo no tiene remedio?
Vivimos en una sociedad en la que el ego nos juega malas pasadas. Nos empeñamos en que las cosas salgan como queremos, a veces incluso a costa del otro y de nosotros mismos. Falta empatía. Para mí, estar en pareja tiene que ver con entender al otro, ocuparse del otro, querer que la otra persona esté bien. No solamente con lo que uno desea.

— Y aun así vivimos en una sociedad muy individualista, pero seguimos teniendo esa necesidad de sentirnos queridos.
Claro. Somos seres sociales, y el amor es lo más importante de la vida. Pero el amor no está solo en la pareja; está también en los amigos, en las personas que nos rodean. Tendríamos que aprender a vivir más en el amor, pero con todos. Estar más atentos al prójimo. Piensa en las personas mayores, tan necesitadas de afecto y tan abandonadas muchas veces. O los niños. Seguimos viviendo en un mundo complejo, con guerras, con hambre. Falta amor en muchos sentidos.

— Últimamente pienso mucho en la importancia del entorno en las historias. En esta película, Lanzarote pesa mucho. ¿Cómo lo vives como actriz?
Mucho. El espacio donde se desarrolla una historia es un protagonista más. En la vida ocurre igual: el lugar donde naces, donde te desarrollas, influye en cómo vives. En las películas, el paisaje condiciona a los personajes, construye atmósferas, define la mirada. En este caso, el entorno es tan importante como los propios actores.