VALÈNCIA. Una artista, un plomero y una galerista se preparan para las fiestas del pueblo. Mientras lo hacen cada uno descubre un poco de sí mismo en relación con quienes les rodean, los vecinos del barrio y cómo se enfrentan a su obra y su trabajo. El plomero resulta saber más de arte que la artista, y la artista parece conocer menos de la vida que de su obra. Enredados entre conversaciones imposibles sobre el arte, el amor, la creatividad y la cultura buscan el sentido de la vida entre los muros plagados de tuberías y cuadros. Bajo esta premisa la escritora chilena Cynthia Rimsky se aventura a emprender un viaje literario y emocional en Clara y confusa (Anagrama) con la que gana el premio Herralde de novela en el 2024. Lo hace con un escrito "confuso", con muchos viajes espacio-temporales y un relato del amor que se construye al ritmo que avanza un proyecto de construcción, en el que se maneja más la intución que la técnica.
-¿Cómo llegas a la historia de Clara y confusa?
-De una manera muy casual, a través de una reforma en mi propia casa. Parto de la idea de cómo asociamos -socialmente- que los obreros tienen una cultura inferior a otros trabajadores, algo que es totalmente falso. Son personas que rompen tus esquemas y que saben dialogar con las personas, los problemas y las paredes. Me baso también en los personajes mínimos de Antón Chéjov y se me va el ojo a observarlos.
-¿Qué aprendes de los obreros?
-Cuando vinieron a la reforma me quedé pasmada escuchándolos. Me interesa la esperanza que ponemos sobre ellos en la solución de los problemas, y me encanta la poética con la que responden a muchos de ellos. Un obrero no tiene por qué saber la manera exacta de enderezar un techo, y aun así va y lo hace. Cada muro es una nueva experiencia para ellos de las que extraen soluciones y se guían por una mezcla de guía e intuición. Tienen también mucha poética, una vez le pregunté a uno de ellos por una filtración y por qué sucedía y me dijo: “El agua es caprichosa”, a modo de explicación. Sabía que quería un personaje con esa poética.
-Con esto creas al protagonista: el plomero, que resulta que sabe más de arte que la propia Clara, que representa más bien la figura de artista fracasada.
-Me gusta sentarse en los personajes invisibles y en su mirada sobre el mundo. El plomero es un protagonista que se introduce en la intimidad del hogar y que conoce a Clara a través de su estructura. Es una persona con mucha sensibilidad y me interesa que se mezclen esos dos mundos tan distintos como son de la artista y el albañil. Clara se ciega centrándose en salirse de la norma y el plomero entiende más de su producción que ella misma.
-El libro cuenta con una estructura poco convencional, marcada por los recuerdos y los saltos en el tiempo. ¿A qué se debe?
-El tiempo me ayuda a entender a los personajes y a conocerlos. Me gusta jugar con el concepto de espacio-tiempo y veo mis novelas más como una historia de aventuras. La historia es la que me va pidiendo como puedo contarla, yo no quería que los protagonistas se definan a sí mismos por el tiempo que se conocen, así que arranco explicando que tienen una relación de cinco años sin contar como se conocen o qué pasa entre medias porque me aburre. Con la literatura puedes jugar con el tiempo y esta estructura me ayuda a configurar mejor el relato.
-Además, los personajes se definen mejor por sus interacciones con los demás que por lo que cuentan de ellos mismos.
-Me gusta pensar en ellos lejos de su biografía o la psicología que se sigue en las escuelas. Aborrezco la idea de basarme en un orden en el que hay que comenzar por la biografía y luego explicar las situaciones que viven. El desafío en Clara y confusa es explicar cómo son los protagonistas conforme se van relacionando y conociendo como pasa en esta conversación. Nosotras estamos hablando ahora y venimos de dos mundos distintos que vamos a ir desenredando, conforme vayamos avanzando en esta entrevista, las personas se descubren entre sus conversaciones.

- Cynthia Rimsky -
- MARÍA ARAMBURÚ
-Conforme avanza la novela Clara y el plomero debaten sobre la institución y cómo se puede leer una obra de arte y sus discursos. Sin embargo llegan a puntos totalmente diferentes, y quién parece entender mejor el mundo del arte y la cultura es, precisamente, el plomero.
-Quería jugar a este pequeño engaño y a poner en positivo los supuestos que se tienen sobre ambas profesiones. Me gusta que la literatura sirva para acceder para este tipo de relatos y construir una estructura que me sirva para que el lector viaje a una nueva realidad en la que se le puede jugar con todo.
-¿Ha dejado de jugar la literatura?
-Un poco, ha dejado de seducir y se ha perdido la capacidad de creer en la ficción. La literatura tiene que ser un espacio que se comprenda como un viaje, para mi leer y escribir me separa del mundo… como si fuera drogada. Te metes en un mundo en el que hay que creer y dejarse llevar.
-Lo dices en cierto punto de la novela: “Para escuchar hay que aprender a des-escuchar”
-Exacto. Hay que romper con lo que tenemos preconcebido, para poder entrar en otros mundos y aprender de ellos. Considero que los lectores están perdiendo la capacidad de imaginar por culpa de los móviles y las pantallas. No hay que leer buscando una idea exacta o un sentido… de hecho mi primera novela quiero que arranque con una sinopsis que lo desvele todo, para que el lector lo vea y disfrute de la lectura sin intentar descubrir de qué se trata [ríe]. Me gusta que la literatura sea una batalla abierta entre diferentes mundos.
-¿Qué es para ti la escucha?
-Algo crucial, que nos separa del ruido. Más que escuchar lo que los discursos dicen, me interesa lo que los discursos tapan. Me interesa encontrar la grieta entre el discurso y la experiencia, entre la escucha y lo que de verdad está ocurriendo.
-¿Qué ocurre en la vida de los protagonistas?
-Su trabajo y cómo se transforman según sus necesidades. Cuando Clara ve una posible exposición se replantea su obra y el plomero se plantea su trabajo día a día porque las estructuras con las que trabaja cambian constantemente.
-Pero hay cosas que no cambian, cómo las recetas tradicionales -que ocupan un lugar importante en el libro- y algunos poemas que conectan con “el mundo real”.
-Es algo habitual en mis libros, me gusta abrir este tipo de portal con el lector, creo que conecta con la idea de la tradición y el mundo que les rodea. Para mi cada libro es como un viaje y las imágenes son pequeños souvenirs que los personajes están encontrando como dentro de un mapa. La receta sirve para hablar de lo que cambia y lo que se queda.
-¿A qué se refiere Clara y confusa?
-Cuando hice mi anterior novela la envié a un montón de editoriales y me dijeron que la historia era “clara y confusa”, que era “pesadita”, también. De mis libros suelen decir eso y salí de la reunión muy deprimida. Mi respuesta a esto fue ponerle a un libro Clara y confusa, y mira por donde ha ganado el Herralde de novela. Me gusta hablar de la claridad y la confusión en un momento en el que la claridad lo único que hace es confundir.