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Crear una editorial en plena pandemia: el caso de Tiempo de Papel

  • Foto: ESTRELLA JOVER.

VALÈNCIA. A Paco Ivars le brillan los ojos cuando habla de libros. Y con razón. Este noviembre se cumplen 6 años desde que se pusiera al frente, junto con su mujer, de la librería Berlín, enclavada en la calle Polo y Peyrolón, en pleno barrio de Mestalla (València). No es el único logro que celebran. Este 2021, Tiempo de Papel Ediciones, su sello editorial, sopla las velas de su segundo aniversario –pandemia y confinamiento de por medio–. El camino, salta a la vista, no ha sido sencillo, pero Ivars asegura que están más que satisfechos con los resultados.

Este septiembre de 2021, ya son seis libros los que atesora el catálogo de Tiempo de Papel Ediciones. Otros cinco se encuentran, además, en proceso de edición. Entre cajas de libros («decimos, en tono jocoso, que nos pasamos el día abriéndolas»), y con uno ojo en la librería y otro en la joven editorial, a Paco Ivars le falta tiempo («no nos aburrimos», asegura), pero no ganas. Una tarde de verano –todavía calurosa– atiende a este diario entre estantes repletos de publicaciones, e ilusiones sobre el porvenir. Y, por supuesto, como no podía ser de otra manera, también entre mucho papel.

-Que nazca una pequeña editorial independiente como la vuestra en un momento como lo hicisteis –en 2019, aunque vuestro primer libro editado es de 2020– es todo un reto. ¿Cómo ha sido el proceso?
-Tomamos la decisión y en seguida llegó el confinamiento. Y eso que ya, de por sí, el inicio de una editorial siempre es complicado…

Cuando finalmente has tomado la decisión, tienes que considerar, primero, qué tipo de libros quieres editar: qué quieres hacer. El primer libro cuesta muchísimo porque siempre va a ser tu primer libro. Dentro de las limitaciones de alguien que empieza, no puedes acceder a ningún premio Nobel; tienes que limitarte a los manuscritos que puedas conseguir, porque, además, no todas las agencias literarias envían manuscritos a alguien que empieza.

Y, si hablamos de que es complicado editar, luego, cuando crees que ha acabado todo y tienes el libro en las cajas es cuando realmente empieza todo: la venta. Ahí compites con auténticos transatlánticos. Y, entre tu editorial (que un librero no conoce) o Anagrama o Acantilado, la elección es obvia. Tenemos que pelear libro a libro: ferias, presentaciones… todo aquello que, precisamente por la pandemia, no se ha podido hacer. Y eso que nosotros tenemos la gran suerte de que nos acompaña detrás una librería, que es un apoyo que no todos tienen. En cualquier caso, creemos que en 2022 podremos retomar las actividades «normales».

Foto: ESTRELLA JOVER.

-¿La evolución de la editorial, hasta la fecha, es positiva?
-Si el año pasado nos dicen que vamos a tener ahora seis libros editados, y entre cuatro y cinco más firmados y preparados para editar… no lo habríamos creído. En ese aspecto, estamos muy contentos.

Ahora, junto a compañeros de otras editoriales, estamos explorando formas de juntarnos para optimizar recursos (que los costes de publicidad sean menores, poder asistir a ferias…): queremos aunar esfuerzos para que el resultado sea llegar a todas las librerías posibles en España. Es importantísimo estar presente. Y eso que la Feria del Libro de este año, en octubre, no se celebra en la mejor fecha, pero mejor eso que nada.

-¿Cuál es la línea editorial que estáis siguiendo en Tiempo de Papel Ediciones?
-Hemos apostado, de momento, por narrativa. Lo representamos en una frase: «Diferentes miradas». Diferentes miradas de la sociedad, diferentes miradas de analizar. Por circunstancias, tenemos varias publicaciones de fuera de España, concretamente de Francia y Canadá. Ahora estamos trabajando en dos nuevas publicaciones, Donde los perros ladran por la cola, de Estelle-Sarah Bulle, un libro francés; y Kukum de Michel Jean, canadiense.

-¿Cómo diferenciarse, incluso competir, con los grandes conglomerados editoriales?
-Tengo claro, como librero, que tengo que defender un libro, sea de Tiempo de Papel Ediciones o de cualquier editorial. Cuando recomiendo un libro, he de hacerlo convencido y orgulloso. Y, en la editorial, quiero que todos nuestros libros sean vendibles, recomendables, e incluso aconsejables.

Huimos –o huiremos– de la parte simplemente comercial. No es que no queramos un bestseller: lucharemos porque nuestros libros lo sean, pero lo que quiero decir es que, cuando recomiendas un libro, y la gente vuelve y te da las gracias… esa sensación es indescriptible. Y eso es lo que queremos con nuestros libros.

Quizá «competir» no sea la palabra. Normalmente, las grandes editoriales –además de ser grandes– hacen apuestas seguras por escritores consagrados. La vertiente, por ejemplo, de la persona famosa que escribe un libro. Yo no soy quien para criticar a una persona que decide escribir un libro –yo me siento incapaz de hacerlo–, así que no voy a juzgar a quien lo haga. Pero es mucho más fácil la venta de un libro que sale en el telediario que el de uno que nadie conoce. Para una editorial grande hacer un plan de marketing de alguien conocido es sencillo.

Pero nosotros, ni podemos, ni queremos competir con nadie. Queremos un catálogo de diez, quince libros, que nos hagan sentir orgullosos. Esa será nuestra competición.

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