Comunitat Valenciana

Mayor tasa de paro y precariedad: la compleja reinserción laboral de los mayores de 54 años

La población residente en la Comunitat Valenciana de 55 años o más encadena casi cinco años con una tasa de paro superior al grupo de 25-54 años, lo que rompe con una tendencia de más de tres décadas

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VALÈNCIA. La Comunitat Valenciana está experimentando un proceso de envejecimiento demográfico que repercute de lleno en la sostenibilidad del estado de bienestar y del sistema de pensiones: la inversión de la pirámide poblacional ha provocado que la población de mayor edad haya aumentado de manera progresiva y suponga un mayor peso respecto al conjunto de la ciudadanía. 

Ante ello, se han estado promoviendo medidas para retrasar la edad efectiva de jubilación y que la actividad de los trabajadores sea más prolongada. Lo cierto es que los ocupados con edades cercanas a la jubilación suelen tener empleos de mayor calidad que el resto de la población, lo que hace más fácil que se pueda alcanzar este objetivo. No obstante, se trata de un factor que se observa entre aquellos que han desarrollado su carrera profesional sin interrupciones. Aquellos que acceden por primera vez al mercado o que buscan un nuevo trabajo presentan importantes problemas para acceder a un empleo.

Entre las dificultades a las que se enfrentan los mayores de 54 años en el proceso de búsqueda de un nuevo empleo se encuentran periodos más largos de paro, menos oportunidades laborales y empleos de menos calidad. Una serie de cuestiones que también complican la perspectiva de este colectivo de prolongar su vida activa ante las dificultades para encontrar un nuevo empleo que pueda resultar estimulante. Así lo constata el informe Esenciales 08/2025 de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), que parte de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) para elaborar sus conclusiones. 

Lo cierto es que la tasa de paro de las personas con 55 años o más residentes en la Comunitat Valenciana ha sido tradicionalmente más baja que la del resto de trabajadores. La diferencia más elevada entre esta cohorte y la población de entre 25 y 54 años fue en 1994, cuando alcanzó los 8,4 puntos porcentuales. No obstante, la distancia se fue estrechando progresivamente hasta que en 2018 se invirtió por primera vez en casi cuatro décadas. La tendencia se ha mantenido en los últimos siete años, salvo en 2020, cuando el grupo de 25 a 54 años volvió a tener una tasa de paro superior a la de los más mayores. 

De esta manera, la Comunitat Valenciana alcanza cinco años consecutivos en los que el grupo de trabajadores con una edad más cercana a la jubilación registra una tasa de desempleo mayor que la del otro citado grupo de edad. El dato de 2025, en todo caso, es el promedio de los tres primeros trimestres del año, por lo que podría variar en la recta final del ejercicio. A nivel nacional la situación es similar, aunque la brecha no empezó a ser desfavorable hasta el ejercicio 2023. "Al margen de las oscilaciones cíclicas que han afectado al conjunto del mercado de trabajo español y de la reciente reducción del desempleo, el empeoramiento relativo experimentado por los mayores a lo largo de las últimas décadas ha sido, por tanto, muy sustancial", apunta el informe.

Una reinserción más difícil y precaria

A escala nacional, la investigación indica que a las tasas de paro se añaden las mayores dificultades que tiene la población mayor de 54 años para salir de una situación de desempleo. En este sentido, casi el 58% de los parados de este grupo de edad son de larga duración, es decir, llevan más de un año buscando empleo sin éxito. La tasa es más de 20 puntos superior a la del grupo de 25 a 54 años e incluso a la de los más jóvenes, que se sitúa en el 17,8%.

La investigación apunta a que una menor probabilidad de empleo deriva en una peor calidad de los trabajos que se acaban consiguiendo. Además, existen importantes diferencias entre aquellas personas que han mantenido carreras laborales "sin sobresaltos ni interrupciones". En este sentido, más de la mitad de los mayores que acaban de encontrar un empleo cuentan con un contrato temporal, de los cuales un 10% es empleo precario, es decir, contratos temporales de hasta tres meses de duración.

Por contra, los asalariados de este grupo con más de 25 años de antigüedad apenas registran temporalidad (2%) y el empleo precario también es menor que en aquellos que han logrado un empleo recientemente. El estudio señala que los nuevos empleos accesibles para los mayores son menos estables y se caracterizan por ocupaciones de menor calidad, que requieren, por tanto, menor cualificación. 

En esta línea, explica que algo más del 45% de los trabajadores con más de 25 años de antigüedad cuentan con ocupaciones altamente cualificadas, es decir, puestos de dirección o de carácter científico, intelectual, técnico o de apoyo. Una tasa que se reduce notablemente en las personas mayores que ocupan nuevos trabajos: apenas un 15,6% tiene puestos de alta cualificación, mientras que casi un 30% se dedica a ocupaciones elementales. 

La situación, remarca el informe elaborado por Fundación BBVA e Ivie es peor que la de trabajadores con menos edad que acaban de acceder a un empleo. Entre los de 25 a 54 años las ocupaciones de más calidad representan el 29,1% del total y las elementales el 20%, mientras que para los jóvenes de 16 a 24 años los porcentajes son del 27 % y el 15,5%, respectivamente.

Mayor descontento con los nuevos empleos

Estos factores, añade el estudio, se suman a otras cuestiones de cariz subjetivo: un 21,5% de los trabajadores mayores recién empleados desean cambiar su horario, mientras que en aquellos con más de 25 años de antigüedad este deseo apenas lo comparten el 9,7% de los empleados. Tal es la insatisfacción con los nuevos trabajos que prácticamente uno de cada seis mayores que han encontrado un empleo en el último ejercicio continúan buscando trabajo.

Para Fundación BBVA e Ivie, estos resultados muestran "las notables dificultades" de las personas mayores para volver a posicionarse en el mercado laboral. De hecho, los últimos datos de la Encuesta de Estructura Salarial apuntan en esta misma dirección: los ingresos medios de los mayores son superiores a los del resto de asalariados, pero aquellos con menos de un año de antigüedad en su puesto de trabajo presentan una retribución menor que la de la población de 25 a 54 años en esta misma situación y de menos de la mitad que las personas que han desarrollado su carrera profesional de manera ininterrumpida.

La formación, una palanca de empleabilidad

En este escenario, indica el informe, la formación se erige como "una palanca que incrementa notablemente la empleabilidad de los mayores y favorece una mejor nueva inserción laboral en aspectos relevantes", aunque no es una garantía completa de conseguir un empleo o que éste sea de calidad. En cualquier caso, lo cierto es que la tasa de desempleo de los mayores con estudios superiores es de apenas el 5,4%. Además, este grupo profesional cuenta con empleos más estables y de mayor calidad: "El salario de los nuevos empleados mayores alcanza los 34.000 euros si cuentan con un grado universitario", apunta el estudio

Es por ello que la investigación destaca la importancia de la formación continua a lo largo de toda la vida laboral de los trabajadores, así como la necesidad de prestar más atención a las carenencias formativas y a la actualización de las competencias en las personas más mayores. "Esas cohortes no tuvieron en su juventud las mismas oportunidades educativas que las generaciones posteriores y, por ello, tienen más dificultades para reciclarse si no reciben los apoyos necesarios", remarca el informe. 

Además, reclama que se superen los estereotipos basados en la edad y que las empresas acometan una mayor inversión en trabajadores sénior en un contexto en el que los candidatos jóvenes son cada vez más escasos por la inversión de la pirámide poblacional. "La inversión más valiosa continúa siendo la que se hace en las personas, incluidas las mayores", sentencia el documento.

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