Carlos Mazón compartió en redes sociales una de las encuestas que le proclamaba como presidente virtual de la Comunidad Valenciana con el apoyo de Vox. "El trabajo tiene su recompensa", espetaba el líder Popular junto al enlace del sondeo. Entre los palmeros con carguito se colaron cientos de perfiles críticos con el presidente de la Diputación, reprochándole que no es que él hubiese trabajado sino que esos resultados estimatorios eran circunstanciales por lo ocurrido con Mónica Oltra. Se aparenta cierto entusiasmo, pero en realidad, como me han confesado algunos militantes del PP, Mazón no gusta ni a sus compañeros de trinchera. Saben de sobra que no está ahí por una dilatada carrera en un ámbito determinado sino por haber estado en el sitio adecuado en el momento oportuno.
Un día después de la victoria de Juanma Moreno en Andalucía los alicantinos nos despertamos con la cara de Carlos Mazón en las marquesinas. La maquinaria estaba activada, la campaña permanente ya ni se disimula. Falta un año para que votemos y ya empiezan con la cantinela de los eslóganes. "Preparados para el cambio", decían los carteles. Se le ve muy motivado en que va a ganar las elecciones, no sólo en que las va conquistar sino que en sus sueños húmedos va a salir en volandas y conseguir la mayoría absoluta como pasó en Andalucía. Están convencidos de que los valencianos van a votar al Partido Popular como hicieron los andaluces.
Sería lógico pensarlo de no ser que ellos no votaron al PP, eligieron a Moreno. Y lamento decir que Carlos no es Juanma. De la misma forma que la Comunidad Valenciana no es Andalucía. Me explico. Una de las claves de la victoria del malagueño fue su carácter cercano, campechano, su renuncia al frentismo entre la ciudadanía, gobernar para todos. Por otro lado, los andaluces votaron al PP porque les convenía, no es que de repente la población de la región se derechizara, sino que percibieron a la formación de Feijóo como un partido que es capaz de mantener la idiosincrasia del lugar y creando progreso.
También tuvieron la suerte de que Vox se equivocó presentando a una candidata altiva, prepotente y sin una noción de lo que representa la tierra en la que se presentaba. Esos errores por parte del partido de Abascal catapultaron a Juanma Moreno. Es de una profunda ingenuidad pensar que va a pasar lo mismo que allí por la sencilla razón de que Carlos Mazón no tiene el tirón que tuvo su compañero. Entre otras cosas porque a diferencia de él, éste refleja una tirantez considerable y una lejanía que le aparta del votante. Por no hablar de su falta de proyecto e ideas compensado con mensajes vacíos como cuando planteó el dilema agua o comunismo. Si no gobierna él, Valencia va a ser un páramo apocalíptico sacado de Mad Max.