ALICANTE. El edificio histórico de la fábrica de Harinas Cloquell, en el barrio de Benalúa de Alicante, sigue sujeto a un futuro incierto, después de que haya pasado a formar parte del patrimonio municipal. De hecho, su destino definitivo queda supeditado a la delimitación de usos concretos que se defina en el Plan General Estructural (PGE), ahora en proceso de redacción, según precisaron fuentes del equipo de gobierno, del Partido Popular (PP), a consulta de Alicante Plaza.
El inmueble está reservado de forma irrenunciable para acoger un equipamiento público. Con todo, todavía no se ha llegado a perfilar qué dotación específica podría tener cabida entre sus muros, después de que sus llaves quedasen en manos de la administración local en julio de 2023, en función del convenio suscrito con los promotores de la Unidad de Ejecución número 2 del Plan Parcial de Benalúa Sur, representados por la propiedad de las antiguas harineras Cloquell y Bufort.
Durante la negociación de ese convenio, se planteó que el edificio puesto a disposición del Ayuntamiento -como parte de las cesiones que corresponden a la administración pública- podría albergar usos culturales, deportivos o administrativos, como sede de oficinas municipales. Pero entonces no se llegó a detallar cuál sería su función definitiva, lo que dio pie a que comenzasen a plantearse distintas alternativas.
Entre ellas, el programa con el que la agrupación local del Partido Popular (PP) concurrió a las elecciones municipales de 2023 planteaba la posibilidad de que albergase el proyecto de la Ciudad de la Música, tras agrupar la sede de los conservatorios de música y danza de la ciudad. Se trataba de una propuesta a desarrollar en varios años, ligada a la obtención de fondos de la Generalitat que permitiesen cofinanciar su puesta en marcha. Con todo, esa iniciativa no ha llegado a tener avances conocidos dos años después.
A esa propuesta, se han sumado otros dos planteamientos surgidos del movimiento asociativo. En concreto, la Asociación de Vecinos Parque del Mar ha sugerido la posibilidad de que el inmueble pueda albergar la implantación de un museo dedicado "al arte y a la ciencia digital", para la que planteó el nombre de Mudiga, así como su conversión en un museo etnológico, en el que se recogiese la historia de la ciudad, que se completaría con una escuela o taller de restauradores. Sin embargo, tampoco esas propuestas han tenido respuesta.
Así, todo parece indicar que su fin último no quedará definido hasta que se complete la redacción del futuro planeamiento urbanístico de la ciudad. De hecho, la misma coportavoz del equipo de gobierno, Cristina Cutanda, se limitó a apuntar en la comparecencia pública informativa sobre los acuerdos adoptados en la Junta Local del pasado martes, que se seguía trabajando en distintas opciones, sin avanzar ninguna hipótesis.
El uso terciario de Bufort
Lo cierto es que esa incógnita también permanece, en parte, respecto al futuro del edificio que albergó la antigua fábrica de Harinas Bufort: la segunda harinera situada en el mismo frente de la avenida de Elche. En este caso, el desarrollo del Plan Parcial comprende que el inmueble -propiedad de las empresas que ejercen como agentes urbanizadores- pase de tener un uso industrial a otro terciario. De hecho, el plan urbanístico concentra prácticamente toda la edificabilidad asignada ese uso: en torno a 3.750 metros cuadrados que encajarían en el edificio central de la fábrica y en su silo.
Con esa delimitación, el inmueble estaría abierto a acoger actividades vinculadas con el comercio, con la restauración, con las oficinas administrativas o, incluso, con el alojamiento, en cualquiera de sus modalidades actuales: desde un hotel, hasta un living orientado a estancias de duración media. Es más, tendría cabida hasta un uso mixto en el que se combinase el alojamiento y la restauración, por ejemplo.

- El edificio de Bufort, la colocación de la placa de reconocimiento y panorámica de las dos fábricas. -
- Foto: CTAA/ RAFA MOLINA
En todo caso, la definición de ese destino definitivo no debería demorarse más allá del primer tramo de 2026, toda vez que la tramitación de la última modificación del Plan Parcial se encuentra ahora en la última fase administrativa previa a su aprobación. De hecho, sus promotores pretenden registrar las últimas subsanaciones requeridas por la Concejalía de Urbanismo antes de que finalice el mes de octubre, tras incorporar un estudio acústico, la revisión de la ficha a incorporar en el catálogo de protecciones y la clarificación de coeficientes de edificabilidad. A partir de ahí, la propuesta final podría quedar disponible para su exposición pública antes de que concluya 2025: más de 20 años después que se produjese su primera aprobación.
¿Qué comprende el Plan Parcial tras su actualización? Al margen de la protección de los edificios principales de las dos antiguas harineras -que la propuesta inicial condenaba al derribo- contempla la construcción de un primer edificio residencial que alcanzará las 16 alturas (al margen de su planta baja). Esa primera torre quedará emplazada en la parcela trasera de la fábrica de Cloquell, junto a un anexo de uso terciario, de planta baja. Además, también incluye un segundo inmueble de uso residencial de seis alturas (más planta baja), que se situará a espaldas del edificio de Bufort. En su conjunto, esos dos bloques darán cabida a cerca de 140 viviendas en total. Y el espacio libre entre los cuatro inmuebles permitirá generar una amplia zona verde.
De este modo, el proyecto residencial preservará las dos fábricas como muestra de la arquitectura industrial de principios de siglo, con el diseño singular del arquitecto Miguel López. De ello queda constancia física ahora gracias a la iniciativa promovida por el Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante (CTAA) y la Fundación Docomomo Ibérico, en el marco de la conmemoración de la Semana de la Arquitectura, por la que, el pasado lunes, se colocó en el edificio de Bufort una placa de reconocimiento a su valor dentro de la arquitectura moderna.