VALÈNCIA. Solo, o en este caso, con la única compañía de tu piano, no podía, pero con amigos, sí. El músico y docente valenciano Miquel Ausina ha aplicado la máxima del programa televisivo La bola de cristal a su debut sobre las tablas. Del 25 al 28 de marzo, sube al escenario de la Sala Russafa su espectáculo Metamorfosis arropado por la dramaturgia y dirección de Xavo Giménez, las animaciones de la ilustradora alicantina Isabel Ruiz ‘Eixa’, la escenografía de Blanca Añón y la iluminación de José Martín Márquez. El objetivo es acercar la música de vanguardia a un público no especializado, con especial énfasis en espectadores de entre 15 y 18 años.
El proyecto multidisciplinar toma su nombre de la obra homónima creada por el compositor de música de vanguardia George Crumb entre 2015 y 2017. Su Metamorfosis es un ciclo de 10 piezas basadas en 10 cuadros célebres, que Ausina toca en directo acompañado de lienzos de, entre otros, Dalí, Van Gogh, Marc Chagall, Gauguin y Paul Klee, reinterpretados en forma de ilustraciones animadas por parte de Isabel Ruiz.
La música del reinventor estadounidense del piano se complementa con composiciones de Raquel García-Tomás, Michael Beil, Thierry de Mey y una pieza original, creada expresamente para el espectáculo, por la valenciana Claudia Cañamero, para piano y una pecera.
“Uno de los aspectos que tenía presentes al concebir este montaje era dar voz a una compositora emergente local, brindarle un espacio para crear una pieza dentro de la narrativa planteada. Es lo que me hubiera gustado que me pasara a mí”, comparte Ausina.
Las canciones, aunque independientes, quedan amalgamadas por la narrativa desarrollada por Xavo Giménez. El dramaturgo parte de la obra de Kafka La metamorfosis, “donde un personaje encerrado sufre una transformación metafórica”, y del poema de Goethe El rey de los elfos, que Crumb ha ligado al cuadro de Kandinsky El jinete azul. En sus versos, el autor alemán relata cómo un padre que lleva a un hijo a caballo durante la noche, descubre al llegar a su destino que el pequeño ha muerto.
La obra, no obstante, no es narrativa ni hiperrealista, se sirve mucho de la poesía, de las emociones y de referencias a la obra de los artistas plásticos homenajeados.
“Entendemos que el protagonista de la obra se está muriendo o que es el fin de su niño interior, y combinamos esta idea con textos más provocadores y un lenguaje más actual”, avanza Ausina, que entre los guiños irónicos desvela que hay alguna crítica a Beethoven.