VALÈNCIA. Radical. Combativo. Heterodoxo. Estas y otras palabras se pronunciaron ayer para referirse a la obra –y figura- del inabarcable Joan Miró, calificativos que lo sitúan conscientemente en un extremo, aunque no por ello debe temer que le piten los oídos. Más bien al contrario. Se trata de reivindicar su papel como creador contemporáneo, su vigencia cuando se trata de apretar las tuercas de contenidos y formatos. Este el objetivo de Joan Miró. Orden y desorden, la gran propuesta de la temporada del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), un recorrido a través de 200 obras en las que el museo recorre pinturas, esculturas, dibujos, cerámicas, carteles, piezas vinculadas a las artes escénicas y hasta portadas de vinilos. Sí, portadas de álbumes, pues todo vale cuando uno quiere romper con todo. “Hay que sacar a Miró del santuario, del mausoleo […] Le hemos convertido en un Rembrandt del siglo XX cuando su obra nos sigue interpelando, parece que esté hecha anteayer”. En estos términos se expresaba el comisario de la muestra, Joan Maria Minguet, que presentó ayer la muestra junto al director del museo, José Miguel G. Cortés, un proyecto complejo de tejer y que salda una deuda histórica del IVAM con el artista.
Esta es, precisamente, la primera exposición que el museo valenciano dedica al creador, considerado uno de los máximos representantes de la pintura española del siglo XX, una muestra que se genera en el 125 aniversario de su nacimiento. “Miró no busca un espectador acomodadizo”, indicó Cortés, que destacó la capacidad del creador catalán de seguir interpelando al público y reflejando los problemas sociales a través de una producción con un “sentido profundamente poético”. Es precisamente por ello que durante la presentación hicieron especial hincapié en su constante interés por la experimentación, la curiosidad de un artista que quiso ‘asesinar la pintura’ en 1927. Eso sí, sin dejar de pintar durante cuarenta y cinco años. Porque las contradicciones también forman parte de nosotros. “Yo no sé a dónde vamos, lo único cierto para mí es que me propongo destruir, destruir todo lo que existe en pintura”, dijo al artista en 1931. Este espíritu recorre toda la muestra de la misma manera en que fue un eje en su trayectoria artística. De principio a fin.