VALENCIA. Más de cien años distan entre la coronación de la Reina Victoria (junio de 1837-enero de 1901) y la de su tataranieta Isabel II (junio de 1953-actualidad), las dos monarcas más longevas de la historia del Reino Unido. Dos mujeres coronadas a muy temprana edad, que se convirtieron en símbolos del orden más conservador en la forma de Estado británico. Las recientes biografías transformadas en series las sitúan, no obstante, como las adalides de la lucha por la autonomía de las mujeres en la monarquía, cuando en realidad, si somos más exactos, ambas cumplieron su papel de figura florero de la corona.
El atractivo de sendas producciones no es precisamente su fidelidad histórica. Algunos medios han expresado sus reparos por la idealización de sus personajes y la reinterpretación de la historia con mayúsculas. Sin embargo, el interés para los espectadores surge gracias a su atractivo como drama de época a secas, además de brillar por su excelente calidad desde el punto de vista visual, con una espectacular fotografía, composición de planos, y ambientación, que nos recuerda a pintores de luces y sombras como Diego Velázquez.