VALÈNCIA. Está escrito en todas partes y así lo recuerdo yo que la primera aparición de Goomer fue en El Pequeño País en 1988. Sin embargo, su dibujante, Ricardo Martínez, contó en una entrevista en El Mundo que el personaje fue inventado en los años 70, en plena fiebre de la ciencia ficción y Star Wars, con la sana intención de "forrarse" gracias a "seguir la moda". Su primera aparición fue en Mundo Obrero, el diario del Partido Comunista de España. En 1992, en el libro Lo mejor de Ricardo y Nacho, de la editorial Temas de Hoy, contaron que el destino de Goomer era el mercado americano, pero que fue rechazado.
Treinta años después de su aparición en el suplemento de El País para niños, un repaso a estas historietas sigue mereciendo la pena. La ciencia ficción como parodia no era una novedad, ya existía Lorna, de Aizpiri. Tampoco se puede decir que sea una moda pasajera, la maravillosa obra de Albert Monteys, ¡Universo! demuestra que el género sigue en plena forma. Pero el valor de Goomer era único por lo que tenía de lo que luego explotó brillantemente la serie de dibujos animados Futurama, servía para satirizar la vida actual a partir de una hipótesis divertida de ciencia ficción. Si en la serie de Matt Groening era el futuro lejano, en la historieta de Ricardo y Nacho era otro planeta.
Goomer era un camionero del espacio que había llegaba a otro planeta sin ningún motivo especial, como dijo en la televisión alienígena al ser entrevistado al llegar, se había cansado de pedalear. El planeta estaba "por ahí, muy lejos" y la historia transcurría "un siglo de estos". En un principio, el protagonista contaba con un amigo que le acompañaba en la nave, Ruby, que le daba consejos sobre qué podía hacer en contacto con otra civilización. Como Goomer no encontraba trabajo e iba corto de dinero, pronto se desembarazaba de él y lo empeñaba.