CASTELLÓ. Cada vez que Mari Carmen López Olivares visita el Museo del Prado sigue el mismo recorrido. Primero visita el Descendimiento de la cruz de Rogier van der Weyden -es su manera más íntima de saludar a un espacio que recibe cada día miles de personas -, y tras esto empieza a recorrer las salas que habitan en su interior. Pero la suya no es una visita como la del resto. Mientras la artista recorre las diferentes plantas de la pinacoteca, a su vez busca el cuadro que tratará de imitar. Y es que desde hace seis años esta pintora de Castellón es copista del Museo del Prado. Un privilegio que le ha permitido observar con detalle obras de Velazquez o Andrea de Sarto para reproducirlas, pincel en mano, al momento.
"Tuve que hacer cuatro viajes hasta Madrid para pintar Los borrachos de Velazquez y aún así lo hice casi de memoria, porque las visitas eran muy cortas. Tardé seis semanas en pintarlo, pero es una experiencia impagable", asegura Olivares. La pintora, que tiene pendiente terminar el Dánae de Tiziano, lucha por reivindicar una rama artística que no está del todo valorada, ya que como dice la misma, "hay mucha gente que piensa que abandonamos nuestra creatividad". Sin embargo, la castellonense opina todo lo contrario: "Para reproducir lo mejor posible el cuadro de un maestro hace falta mucha creatividad. Yo en mi caso pongo toda la carne en el asador. Investigo mucho cada obra".
Para que nos hagamos una idea de la labor que hace un copista, Olivares cuenta lo costoso que fue reproducir el retrato de Martin Ryckaert, hecho por Anton van Dyck. "Tenía cientos de detalles en el cabello y no sabía que aglutinante utilizar para resolverlo. Al final con barniz de retoques conseguí rescatar la infrapintura de la obra, que aunque parece que no, es muy importante en un cuadro, sobre todo en los pertenecientes a la pintura flamenca, ya que funcionan a base de capas. Así, para reproducir el fondo oscuro de van Dyck tuve que hacer muchísimas mezclas, porque había color carmín, color esmeralda, azul Prusia, rojos... Todo eso hay que investigarlo sino es imposible llegar a las mismas tonalidades", recalca la pintora, quien únicamente necesitó presentar una aval en el que costará que era académica en Bellas Artes para poder ser copista del Prado.