Alicante necesita un proyecto de ciudad. Pasan los años, las legislaturas, y tengo la sensación de que la urbe avanza sin rumbo a ninguna parte. Tenemos las condiciones para ser un referente por nuestra situación geográfica y el gran atractivo que nuestro territorio despierta en los turistas pero no terminamos de aprovechar la favorable circunstancia. Ciudades con aparente situación de desventaja despuntan gracias a sus políticas, Alicante, sin embargo, no deja de perder oportunidades ante las ineficientes medidas de sus dirigentes.
No saben lo que quieren, gobiernan por inercia sin saber por qué lo hacen. Tener el poder por el mero hecho de tenerlo. Ya dijo Aznar que gobernar no era simplemente eso sino que debía haber un objetivo superior que moviera al político a hacerlo. Proyectos, propuestas, eso es lo que falta. A veces tengo la sensación de que Alicante se conforma con ser un mero puerto de mar destinado a satisfacer los apetitos básicos de los guiris. Turistas, además, que pudiendo ser de un mayor poder adquisitivo como ocurre en lugares como Madrid, asumimos al viajero enrolado en paquetes rebajados y de ahorro. Dejan dinero, evidentemente, pero podríamos atraer otro turismo de calidad enfocado a otros ámbitos como el cultural aprovechando reclamos como el MARQ, el MUBAG, el MACA o el Castillo de Santa Bárbara en lugar del clásico de sol y playa.
Me entristece ver cómo pudiendo engalanar la ciudad no se tomen las medidas óptimas para mantener limpias nuestras calles: no podemos olvidar que Alicante es de las urbes más sucias de España. Al caminar, en ocasiones, da la sensación de que nunca ha pasado una fregona por la acera. Los operarios de limpieza parecen un mito, una ensoñación. En algunos tramos unos fuertes hedores te acompañan por el camino despertando el deseo de huir, de escapar de esa repugnante sensación. Va a ser duro lo que voy a decir, pero, ¿no creen que estarían mucho más limpias nuestras calles si se destinará la equivalente a la mitad del presupuesto de hogueras a su sostenimiento? Uno siente envidia al caminar por ciudades vecinas como Benidorm y percatarse de que sus parques están más verdes y sus aceras más relucientes. Ojalá Alicante, susurra mi yo interior al pasear por sus avenidas.
Pero no todo es malo, hay esperanza, al menos de momento. La concejalía de urbanismo comandada por Adrián Santos está revitalizando algunas zonas de la ciudad como Carolinas Altas o la zona del puerto con los diferentes proyectos de remodelación urbanística. Una pena que Ciudadanos desaparezca y su trabajo no se ponga en valor. Aplaudo su labor porque precisamente otro de los pecados capitales de la ciudad ha sido olvidar los elegantes edificios históricos para edificar otros de construcción nueva. La orografía urbana ha estado años sin personalidad, con estructuras vacías, sin alma. Ahora Santos está imprimiendo de carácter las calles y dotándolas de identidad. La guinda puede ser la implantación de un Plan General de Ordenación Urbana que establezca unos parámetros en el esqueleto urbanístico para dar sentido al trazado de la ciudad.
La razón por la que municipios como Málaga están avanzando y se han convertido en una vanguardia reside en la gestión de sus dirigentes. Deberíamos ser más exigentes con nuestra clase política y reclamarles que devuelvan Alicante al mapa. Deben aspirar no solo a gestionar, sino también a gobernar, liderar un proyecto de ciudad para Alicante.
