socialmente inquieto / OPINIÓN

Alicante, la millor terreta del món

28/06/2021 - 

El título de este artículo es una frase repetida y celebrada por muchos, por supuesto por los alicantinos que se sienten orgullosos de serlo y por aquellos que, sin serlo, lo sienten como si lo fueran.

Aunque ya he mencionado a su autor en una de mis crónicas en este periódico, se me antoja hacerlo de nuevo para contarle cosas de él que seguro que le interesan. Deje que se lo cuente.

Fíjese que esta frase no la dijo un alicantino de cuna, aunque sí de adopción por las muchas veces que visitó esta tierra; por lo mucho que disfrutó de ella en todos los sentidos, ya me entiende; por sus lazos familiares; y por su implicación política. Ya verá.

El autor de esta célebre frase es Mariano Roca de Togores y Carrasco. Ilustrado en la literatura y en la política, dos de sus pasiones, hizo muchas más cosas.

Hoy los alicantinos, y los que nos visitan, podemos pasear al aire libre por lo que fue su finca de vacaciones, bajo la sombra de esbeltas palmeras que se mecen al viento por la brisa del cercano mar mediterráneo. Luego le digo a qué me refiero.

Nació en Albacete el 17 de agosto de 1812, podría decirse que por casualidad. Su madre, embarazada, camino de Madrid desde Orihuela, tuvo que hacer noche en esa ciudad manchega y dio a luz a Mariano. Impaciente el niño, quería ver pronto la luz de su nuevo mundo. Sus padres, Luís de Francia Roca de Togores y Valcárcel, Conde de Pinohermoso, y María Francisca de Paula Carrasco y Arce, Condesa de Villaleal, querían que su hijo naciera en la Villa y Corte. Casi lo consiguen, le auguraban ya un gran porvenir.

Permita unas pinceladas de la biografía de Mariano Roca de Togores, es digna de admiración, o al menos lo es para mí, ideologías aparte. Le invito a que me acompañe en este relato y valore usted mismo a este personaje.

Estudió en Madrid en el Colegio de San Mateo. A los 17 años nos lo encontramos en Alicante como profesor de Matemáticas. Ya prometía. Pero la docencia no le atraía tanto como otras disciplinas. A partir de los 18 ejerció el periodismo, siendo redactor jefe del periódico valenciano La Verdad. “Durante los años 30 se fue forjando su fama de hombre de letras” – según manifiesta Pedro Díaz Marín, de la Universidad de Alicante, en su ensayo titulado Política y Práctica Parlamentaria de Mariano Roca de Togores (1840-1853) – afirmando además que “su obra literaria persigue la defensa de los valores tradicionales como la aristocracia, la Monarquía o la religión, dentro del romanticismo conservador con fines moralizantes. Será su drama Doña María de Molina el que termine por instalarlo en una posición preferente en los aledaños de la Corte. Es un drama romántico en el que hay un paralelismo entre María Molina y la regente María Cristina y en el que se presenta al pueblo como sostén de la Corona”. Viajó por Francia, por Italia, para seguir formándose e ir conformando su espíritu crítico.

Fue un orador brillante, un hábil creador de opinión y un político implicado con la sociedad desde sus convicciones conservadoras. A los 28 años fue diputado por Albacete (1840), después por Elche, Murcia, Villajoyosa y El Ferrol.

“Su concepto de la representación política, nos dice Díaz, incluía la obligación de defender los intereses locales y personales de sus votantes”. Mariano Roca de Togores respetaba la opinión y reivindicaba la cercanía con sus votantes. Estaba convencido de ello diciendo que “nada somos los diputados sin ese contacto inmediato, continuo, íntimo con aquellos cuyos intereses representamos; cuando este no pasa de las urnas electorales, la diputación no es más que un título honroso; pero cuando aquél se cultiva y estrecha, se torna un vínculo paternal que une a los pueblos con los elegidos”.

Fue ministro varias veces. De Comercio, Instrucción y Obras Públicas; Marina; Gobernación; Guerra; y Estado. Protagonizó el empeño de hacer una gran armada con la que España siguiera siendo dueña de los mares, estando entre las cuatro mejores del mundo.

Liberal convencido y, a partir de 1846, un conservador tolerante, era partidario de la supremacía del poder civil sobre el militar. Sus convicciones estaban arraigadas en el liberalismo conservador: Monarquía como modelo de Estado, el centralismo político, el reforzamiento del poder ejecutivo y la obsesión con el orden público. También fue diplomático, representando a España en París y en Londres. A su vez, fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes y de la Real Academia de la Lengua de la que fue su director en 1865.

La reina Isabel II le nombró Marqués de Molins el 15 de septiembre de 1848. ¿Por qué Molins?, por una pedanía del mismo nombre situada muy cerca de Orihuela.

Por las muchas veces que Mariano Roca de Togores vino a Alicante se hizo construir un caserón, un palacete según otros, muy cerca del mar. A esta finca le puso de nombre de El Carmen. Fue famosa por sus siete mil palmeras y por sus recepciones en los que asistía lo más granado de la sociedad, además de representantes de todas las manifestaciones sociales. Hoy es un paseo público llamado El Palmeral, aunque nada queda de su casa palacio.

Permita que vuelva a la frase del título de este artículo. Mariano Roca de Togores la escribió en el Liceo de Alicante el 14 de abril de 1841, en una “carta” dirigida a su amigo el poeta y autor dramático Manuel Bretón de los Herreros. “Es un encendido canto a la tierra – en palabras del periodista Fernando Gil Sánchez -, escrita a lo llano, pero con vehemencia”. En uno de sus versos iniciales Mariano Roca de Togores manifiesta que “es sin duda Alicante/la millor terra del món. El poema tiene esta alabanza que viene acompañada de otras. Por su extensión, no es posible que lo reproduzca aquí, le invito a que lo busque en Google (que todo lo sabe) y lo lea con atención. Pero permita que reproduzca aquí el final. Su autor se despidió así: “Y sabed, en fin, Bretón/Que hasta el postrimer instante/Será para mí Alicante/La millor terra del món”.

Sobre esta celebre frase hay otra curiosidad que le va a gustar. Vea. Se reproduce en el himno de Alicante. Este se hizo en 1902. Jose Mariano Mileto y Francisco Martínez Yagues escribieron la letra y Juan Latorre Baeza, la música. En dicho himno se manifiesta que “es la millor terra del món y aixi el poeta eu va dir i en el passeig del malecó no haurá qui puga competir”. ¿No lo sabía? Pues ya lo sabe.

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