La amenaza de una recesión se cierne sobre la provincia de Alicante, de igual modo que la economía de España y Europa se ven presionadas por una inflación que se consolida con la invasión rusa de Ucrania. Todo ello, cuando parecía que se iban a dejar atrás las consecuencias de la pandemia y la posterior crisis por el precio de los fletes y el incremento del coste de las materias primas. Sin embargo, hay datos para el optimismo
ALICANTE. La provincia de Alicante afronta, como el resto del país, la amenaza de una recesión en los primeros compases de 2023 debido a la inflación galopante que ha llegado tras la crisis sanitaria de 2020 y 2021. Un proceso que se inició con la crisis de los fletes marítimos del otoño del pasado año, que continuó con la falta de materias primas y el inicio de una escalada de precios, y que se desbocó cuando el precio de la energía y el de los carburantes entraron en una espiral alcista sin final hasta situarse en niveles que prácticamente han llegado a doblar el precio de antes de la pandemia. Todo ello agravado en este ejercicio con la invasión rusa de Ucrania, el corte de suministros que provenían de ese país y las sanciones europeas a Rusia, que han contribuido a encarecer aún más el acceso a la energía.
Para terminar de pintar este cuadro, el Banco Central Europeo ha puesto fin, como se esperaba, a la política de tipos bajos (realmente, negativos) con varias subidas consecutivas, y han tocado a su fin también los incentivos y moratorias que se aprobaron con motivo de la pandemia del coronavirus, como la de los concursos de acreedores o la devolución de los créditos ICO. Finalizado el mayor programa de estímulos económicos conocido desde la Segunda Guerra Mundial, cabe preguntarse en qué condiciones afrontan la provincia y su tejido productivo la posible crisis que nos espera, según distintos expertos, a la vuelta del calendario, y que según esos vaticinios sería también una recesión más breve y menos profunda que la que conocimos entre 2008 y 2014.
Y lo cierto es que las condiciones en las que las empresas alicantinas llegan a esta encrucijada no son ni mucho menos malas, teniendo en cuenta de dónde vienen. La provincia se ha recuperado de forma notable desde el hundimiento de la primera mitad de 2020, aunque no lo suficiente como para tener una especie de ‘colchón’ por lo que pudiera suceder. Pero eso sí, en la mayoría de parámetros analizados la economía alicantina ya mejora las cifras de 2019, que en su momento ya fueron las mejores en una década. Aunque también hay nubarrones, empezando por la propia inflación, que en la provincia es algo más acusada que la cifra general.
Con el último dato publicado, de octubre, la tasa de variación anual del Índice de Precios de Consumo (IPC) en la Comunitat Valenciana se queda en el 5,6% acumulado durante 2022. En el mes de octubre la variación anual (es decir, respecto a octubre de 2021) fue del 7,3%, y la mensual (respecto a septiembre), del 0,3%. El comportamiento de los precios en la Comunitat apunta a una ligera moderación tras meses de crecer interanualmente a dos dígitos, ya que la variación del IPC en octubre es dieciocho décimas inferior a la experimentada el mes anterior. No obstante, este comportamiento, generalizado en todo el país, obedece a la intervención sobre los precios de la luz y el gas, mientras que el de los alimentos se disparó un 15%. Cabe destacar también que en octubre la tasa de inflación valenciana ‘empató’ con la nacional, tras haber ido por encima casi desde que comenzó el proceso inflacionista.
En este contexto, el Producto Interior Bruto (PIB) de la provincia ha seguido mostrando un comportamiento positivo tras el parón de marzo de 2020 y, a falta de conocer los datos oficiales de la contabilidad nacional (que ofrecen la desagregación por provincias dos años después), el Indicador Sintético de Actividad de la provincia de Alicante (ISpA) de la Cámara de Comercio estima un crecimiento interanual del 16,7% en el primer trimestre de 2022, es decir, respecto a marzo del pasado año. Un crecimiento que supone 3,4 puntos porcentuales más que el trimestre anterior, cuando el PIB de la provincia creció un 13,3% respecto a diciembre de 2020.
Según el ISpA, este crecimiento ha estado impulsado por un importante repunte de la actividad en el sector servicios (20%), donde el comercio, el transporte y la hostelería registran importantes aumentos de las ventas y el empleo: el Valor Añadido Bruto (VAB) de estas ramas crece un 68%, y se sitúa apenas 2,3 puntos por debajo del nivel del primer trimestre de 2019, antes de la crisis. Las otras ramas de servicios acentúan esa tendencia de recuperación, y alcanzan un crecimiento interanual del 3,7%. En cuanto a la industria, el ISpA calcula un crecimiento del 4,5%, aunque empieza a verse afectada por las dificultades en los suministros, el precio de la energía y el transporte; y la construcción avanza apenas un 0,8%, un perfil de crecimiento moderado en el que la oferta de vivienda nueva continúa por debajo de los niveles prepandemia.
De esta forma, la provincia de Alicante sigue cerrando la brecha con el PIB prepandemia mucho más rápido que el resto del país, pero, sin embargo dicha brecha sigue siendo más acentuada, una paradoja que se explica precisamente por el peso del sector servicios en la economía provincial. En el primer trimestre de 2022, el PIB de la provincia de Alicante creció un 16,7%, 6,3 puntos por encima de la media española. A precios corrientes, el PIB alicantino superó en 1,7 puntos el nivel del primer trimestre de 2019. Sin considerar el efecto de la variación de los precios, se situó 4,1 puntos por debajo del nivel del primer trimestre de 2019, mientras que el PIB español se situó 2,5 puntos por debajo de dicho nivel.
En cuanto al mercado de trabajo, la provincia de Alicante cerró el mes de octubre, último dato conocido, con 145.413 parados registrados, lo que la convierte en la provincia que más empleo destruyó en este mes, con casi tres mil personas más en busca de trabajo, merced a su proverbial temporalidad, y la sitúa como la quinta provincia de todo el país en cuanto a número de parados. No obstante, la variación anual de la cifra de personas en paro en la provincia de Alicante se anota una reducción del 16,15%, lo que la convierte en la cuarta provincia con mejor evolución en el último año. Es decir, el empleo, pese a las debilidades endémicas del mercado laboral alicantino, aguanta en un contexto de incertidumbre.
Precisamente, en lo que se refiere al número de afiliados a la Seguridad Social, la provincia sigue mejorando sus registros cada mes que pasa, incluso a pesar del citado incremento del paro en los últimos meses. Así, el mes de octubre finalizó con 713.308 personas afiliadas en la provincia (contando el Régimen General y el de autónomos), lo que supone un nuevo incremento del 1% respecto al mes anterior (siete mil afiliados más que en septiembre) y de cerca del 4,6% respecto al mismo mes del año pasado. Desde octubre de 2021 a octubre de 2022, la provincia ha ganado más de 31.200 cotizantes. A ello hay que sumar el impacto de las últimas reformas legislativas, que han elevado el importe del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y que han tenido un notable efecto en el incremento de los contratos fijos. Unas cifras que, sin embargo, se ven deslucidas por el hecho de que en la provincia de Alicante la mejora del PIB o el incremento del empleo no se traducen en un incremento del PIB per cápita.
El último dato oficial publicado es de 2019, cuando la ‘riqueza’ de los alicantinos se estableció en 20.116 euros por habitante, lo que supone un 76% del dato nacional y ocupar la cuadragésimo cuarta posición en esta variable (pese a ser la quinta en PIB).
Tomando las estimaciones del ISpA sobre el comportamiento del PIB provincial en los dos últimos años y cruzándolas con la población censada, podría estimarse que el PIB per cápita de la provincia se quedó en 18.466 euros el año pasado, con un incremento del 5,5% respecto al ‘suelo’ que marcó durante la pandemia. ¿La razón? El Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca) lo explica por el tamaño empresarial de las compañías de la provincia, donde abundan las micropymes, y la baja productividad que este modelo implica.
La recuperación de los parámetros de 2019, o incluso su mejora, se ve también claramente en el crecimiento vegetativo del tejido empresarial de la provincia. No obstante, los datos de creación de empresas, ampliaciones de capital y concursos de acreedores evidencian también una ralentización del furor empresarial alicantino a medida que avanza el año. Entre enero y septiembre de 2022, las empresas alicantinas han realizado una inversión de 533 millones de euros en capital, tanto para crear nuevas firmas como para reforzar los recursos de las ya existentes. Una inversión que supone una caída del 6,6% respecto a la realizada en el capital de las empresas alicantinas durante el mismo periodo de 2021, cuando estas operaciones se beneficiaron del exceso de liquidez generado durante el parón de la pandemia.
Según la estadística registral mercantil, en los nueve primeros meses del año se han creado 3.792 nuevas empresas en la provincia, en cuyo capital se han invertido 185,5 millones de euros. Se trata de una cantidad de nuevas firmas ligeramente superior a la del mismo periodo de 2021 (se crearon entonces 3.755 nuevas sociedades), y con una inversión también algo mayor (166,8 millones el año pasado). En cuanto a las ampliaciones de capital, se han llevado a cabo 702 operaciones en los nueve primeros meses del año, con una inversión de 347,6 millones de euros. En el mismo periodo del año pasado, fueron 743 ampliaciones de capital con una aportación total de 404 millones, es decir, más ampliaciones y más potentes.
La otra cara de la moneda son las 173 operaciones de reducción de capital efectuadas en el mismo periodo, que han evaporado setenta y un millones de euros, según la estadística registral. Asimismo, se han declarado 147 concursos de acreedores en los primeros nueve meses del año, prácticamente los mismos que en el mismo periodo de 2021, cuando fueron 150 las empresas que se acogieron (o fueron forzadas) a un concurso de acreedores, pese a la moratoria que ha estado vigente hasta junio de 2022. En estos nueve meses, se han extinguido 892 sociedades, un 9% más que entre enero y septiembre de 2021.
El tamaño medio de las empresas de la provincia, asimismo, se ha visto ligeramente incrementado, aunque se queda muy lejos del considerado óptimo: 8,37 empleados de media según el último dato difundido (por 7,93 personas en 2019), mientras en España la media es de once empleados. Aumentar el tamaño empresarial en una sola persona incrementaría el PIB per cápita un 8%, según Ineca.
Otro dato positivo para afrontar la posible recesión de 2023 es que el sector privado de la provincia de Alicante tiene ahora mismo más dinero ahorrado que el que debe a las entidades financieras. Al cierre del mes de junio, empresas y familias de la provincia guardaban en el banco 35.775 millones de euros, mientras que el crédito vivo a particulares es de 32.973 millones.
Es decir, el saldo a favor de los depósitos es de 2.803 millones de euros, de forma que los créditos representan el 92,2% de los depósitos en la provincia. Se trata del mínimo histórico y del mayor diferencial entre créditos y depósitos desde el principio del siglo XXI, con una tendencia que además se ha venido acentuando desde septiembre de 2021: los ahorros no han parado de crecer cada trimestre desde entonces, mientras el crédito se ha contenido.
La recaudación de Hacienda en la provincia, beneficiada por la inflación, es otro indicador de que la actividad empresarial en Alicante se recupera a buena marcha durante 2022. En los nueve primeros meses del año, el fisco ha ingresado en la provincia 3.142 millones de euros netos, un 24% más que en el mismo periodo del año pasado (2.535 millones de euros). En España la recaudación ha crecido en este periodo un 18%, seis puntos menos que en la provincia.
El tributo que más alegrías ha dado a la Agencia Tributaria en Alicante ha sido el IRPF (que grava las nóminas), con 1.276 millones de euros de ingresos netos y un incremento del 27% (del 16% en España). En cuanto al IVA, que grava el consumo, ha reportado otros 1.272 millones con un aumento de la recaudación de cerca del 19% (unas décimas por debajo de la media estatal).
Más cifras para el optimismo son las que aporta el sector inmobiliario, uno de los motores de la provincia junto al turismo. Nunca desde el año 2007, justo antes de Lehman Brothers, se habían vendido tantas viviendas en un semestre en la provincia de Alicante como entre enero y junio del presente año. Según los datos del Ministerio, se han cerrado 30.065 compraventas, un 51% más que en 2021 (cuando ya se produjo un ‘rebote’ tras la tercera ola de la covid), con un valor económico de más de 4.500 millones de euros, lo que supone que la facturación creció un 67%. Como se decía, hay que retroceder a 2007 para encontrar un dato mejor (4.850 millones). Eso sí, a diferencia de lo que sucedía antes de la crisis, la inmensa mayoría de las viviendas vendidas son de segunda mano: la obra nueva supone apenas el 10% del total y, de hecho, la construcción ha empezado a frenarse: de enero a septiembre se han iniciado 4.117 viviendas, frente a las 4.054 del año pasado a la misma fecha (un crecimiento del 1,6%).
En cuanto a las exportaciones, hasta el mes de julio ascendieron a 4.195 millones de euros, lo que supone un incremento del 18,65% en el valor de las mercancías vendidas desde la provincia al resto del mundo (cabe tener en cuenta el efecto de la inflación) y acerca a Alicante al 2% del total del valor exportado por España. El producto estrella sigue siendo el calzado, que tras sufrir en pandemia, alcanza los 795,6 millones de euros exportados, con un crecimiento del 18%, y que supone casi uno de cada cinco euros que vende al exterior la provincia. En segunda posición figuran las frutas, con 351 millones y un incremento del 0,5%; y en tercera, las legumbres y hortalizas, con 306 millones y un 7% de incremento.
Y por último, cabe destacar la recuperación del tráfico de pasajeros del Aeropuerto de Alicante-Elche, principal puerta de entrada de turistas a la provincia. Entre enero y octubre, según los datos de Aena, han pasado por la terminal 11,45 millones de pasajeros, lo que supone que se ha recuperado el 86,5% del tráfico de 2019, el mejor de la historia en el aeropuerto; así como un 88,1% de los vuelos, con 77.829 operaciones.