Ante el escenario de las próximas elecciones catalanas y la emergencia de dar la vuelta al independentismo en el Parlamento autonómico, hace unos días aparecieron algunas voces que pedían un frente de partidos constitucionalistas.
Cuando los partidos se diluyen en coaliciones siempre hay alguien que resulta perdedor y los ciudadanos no siempre lo entienden. Esta estrategia puede resultar errónea y a veces produce el efecto contrario al perseguido. En términos electorales no siempre la suma equivale a la suma de los integrantes. Así por ejemplo a la coalición a La Valenciana le fue mucho peor en las elecciones de junio de 2016 que en las de diciembre de 2015 cuando concurrió sin Izquierda Unida.
Otra cosa será que después los números de escaños obliguen a buscar las alianzas y ante la necesidad de “retomar” la situación en Cataluña, los partidos constitucionalistas colaboren en un Gobierno de coalición. El País Vasco tuvo un Presidente del Partido Socialista (Patxi López) con apoyo del PP. También Extremadura tuvo un Presidente del PP, José Antonio Monago, con apoyo de Izquierda Unida.
En el escenario catalán, los ritmos marcados por los plazos electorales pasan volando y cuando todavía no habíamos digerido lo del Frente constitucionalista nos encontramos con que el PSC de Iceta ha realizado un pacto con el otro ala de la antigua CIU, la de Durán y Lleida y que se llamará Grupo Socialista y Unidos para Avanzar. Afirma el líder del PSC que busca ofrecer una opción a los catalanistas huérfanos pero que no son independentistas. A su lista también incorpora de forma simbólica al Ex Fiscal General del Estado, Carlos Jiménez Villarejo, quién concurrió a las europeas del 2014 con PODEMOS y en las listas de ICV-EUiA hace unos años en otras elecciones catalanas.
PODEM al final se presenta con los Comunes, y tiene que asumir la crisis reciente que ha supuesto que un tercio del Consejo Ciudadano haya dimitido por solidaridad con Fachín, que le ha dicho de todo a Pablo Iglesias por sus formas autoritarias. El Partido de Pablo Iglesias también tiene que encontrar su hueco en el escenario catalán, su falta de adhesión al marco constitucional y su ansia de “machacar” al PSOE parece que no gusta a los electores.
El PP de Albiol por su parte ha fichado a algún alcalde del PSC que no ve bien la estrategia del que hasta hace unos días, fuera su partido. Algunos parecen que no encuentran su sitio. Y en esta tesitura está el PSOE de Pedro Sánchez que aparece y desaparece del escenario nacional como si del Guadiana se tratara.
El PSOE ha sido leal y mucho, al Estado con el artículo 155 pero no se le puede exigir que se suicide. Ya perdió bastante pulso con su abstención en el Congreso para favorecer el Gobierno de Rajoy. Si los votantes socialistas hubieran querido un Gobierno del PP, no hubieran votado al PSOE. Sin embargo las circunstancias sobrevenidas a las elecciones de junio, la dificultad de la conformación de Gobierno, las temidas posibles alianzas de Pedro Sánchez en su búsqueda de aliados para un Gobierno alternativo y la imposición de una Gestora que derrotó a la ejecutiva del candidato del PSOE provocó que se pidiera al Grupo Parlamentario Socialista la “abstención” en la investidura de Rajoy. El PSOE siempre ha tenido un papel estatal relevante, pero después de esto, cuando se resuelva electoralmente el problema catalán y vuelvan las aguas a su cauce el PSOE viene obligado a realizar una oposición firme y ello no impide, que pueda exigir responsabilidades a los miembros del actual Gobierno, pedir la reprobación de Ministros y utilizar los demás instrumentos de control que estime necesarios. El PSOE tiene la necesidad de reforzarse.