VALÈNCIA. Alfred Costa (Torrent, 1969) fue ratificado el pasado marzo como director general de À Punt. Ocurrió a las puertas de las elecciones autonómicas de mayo, tras las cuales se produjo un cambio de Gobierno en la Comunitat. Costa afronta desde entonces su segundo mandato, puesto que el primero comenzó en marzo de 2020 por un periodo de tres años. El listado de cuestiones de gestión pendientes de resolver es infinito, y en esta parte de la entrevista, aborda algunas sobre programación y sector audiovisual.
En otra parte de la entrevista, aborda el plano más político y las audiencias de la televisión.
-En los EGM encontramos grandes oscilaciones en las audiencias de la radio y varios programas marcando ceros técnicos. ¿Se ha descuidado la radio?
- Si tienes la misma programación, ¿por qué tu gusto de primavera no es el de otoño? Voy al desglose del detalle. ¿Sabes a qué correspondía el subidón de Línia de fons de los domingos por la noche? A dos personas encuestadas, mujeres, mayores de 70 años, viudas, de la provincia de Alicante, de una ciudad de más de 200.000 habitantes, Elche (suponemos).
El EGM, que ha hecho una encuesta, nos dice que hemos crecido en 13.000 personas en esa franja, y en desglosado vemos que cada persona encuestada representa 6.000. Ese subidón se debe a algo sorprendente: dos viudas de Elche que se han puesto a escuchar Línia de fons el domingo por la tarde.
- Esta pregunta no va con sorna, pero por recapitular. Tenemos un problema de audiencias con Kantar en la televisión, que se mide con audímetros [Costa responde a esto en la primera parte de la entrevista]; y luego tenemos otro problema con el EGM, que se mide con encuestas telefónicas trimestrales. ¿Ninguna medición le apaña a À Punt?
- Sí que me apaña, porque el resultado es que en primavera me da un pico de audiencia y en otoño un valle, a pesar de tener la misma programación y las mismas voces. Entonces, en los momentos de bajada, ¿cambiamos la programación? Porque para cambiar la programación tienes que exponer por qué necesitas hacerlo.
- Pero entonces, ¿en base a qué se toma la decisión de cambiar el magazine de la tarde sin la certeza de si está funcionando bien o mal?
- Te invito a que subas a la octava planta [en la que se reúne el Consell Rector] y hagas esa pregunta. Es decir, por qué en programas que se entienden de servicio público no pesa tanto el dato numérico sino la labor social, cultura y patrimonial, y en otros no.
- Siendo realista, ¿la segunda cadena de radio está cerca o lejos de materializarse?
- Presupuestariamente está lejos. Administrativamente, también. Pero nosotros hemos hecho lo que tenemos que hacer, que es pedir a los organismos que gestionan la concesión de frecuencias, las autorizaciones pertinentes, y demás. Nosotros hemos llevado a cabo lo que estaba en nuestras manos. Estamos en ese proceso. Eso no significa que yo, sabiendo eso, no potencie en la primera cadena lo que se me pedía en la segunda, como he hecho cuando ha habido ventanas disponible para ello. Eso tampoco servirá, tampoco será suficiente.
-Los colaboradores de El Rall, El dolcet pal café, denunciaron un acto de censura y la Unió de Periodistes hizo suya la preocupación por este episodio. ¿Hay mecanismos para garantizar la no-injerencia en los contenidos, sobre todo en un contexto de cambio político como el que estamos viviendo?
-Independientemente del contexto político, esta es una casa que genera espacios abiertos de gestión y cada vez vez más garantistas en cuestiones deontológicas. Nosotros somos probablemente una de las teles más avanzadas de Europa. Aquí se implanta todo mucho antes que en otros entornos. Por ejemplo, el Plan de Igualdad; hace diez días se ha implantado el de protocolo de acoso. Tenemos una tele mucho más adelantada a los tiempos que marca el contexto gubernamental. ¿Eso es bueno o es malo? Bueno, eso nos convierte en conejillos de indias para algunas cosas.
-La relación con el sector audiovisual ha tenido altibajos. Recientemente, cerraron filas ante el conflicto por el IVA, pero también han denunciado cláusulas abusivas y algunas están en contra de algunas “tendencias” a la hora de contratar programas diarios. ¿En qué puede mejorar À Punt esta relación?
- Con el sector audiovisual, yo observo y olfateo que va a mejorarse la relación, porque todo apunta a que por fin han decidido encontrar un interlocutor del sector, que es el clúster. Yo confío que todas las partes estarán representadas, y al menos tendremos una posibilidad de tener un intermediario y un interlocutor claro.
Por otra parte, la inyección extraordinaria de 12 millones al sector audiovisual es un gesto para observar que esas suspicacias que tú has nombrado, y a las que yo ahora intentaré darles la vuelta para responder, han ido a parar a esas producciones locales.
- Una de las principales quejas es que las productoras valenciana tienen que asociarse con una estatal para acceder a À Punt.
- No es verdad, es al contrario. Si tú observas, aquí no hay ninguna producción externa de fuera de la comunidad trabajando en solitario. Es decir, si traen un proyecto del que tiene una propiedad intelectual, o quizás la productora local ha ido a buscar ese proyecto, es la productora local la que, con un mínimo del 50%, registra el proyecto y dice “vengo acompañada de otra en este porcentaje o en el otro”. Lo digo porque aquí ha habido también producciones que hemos hecho en los que yo siempre he pedido el mínimo de 50%, pero hemos tenido dos productoras valencianas con un 70% y una externa con un 30%. O cuando una productora valenciana ha presentado un proyecto eficaz, como L’hora fosca, lo ha hecho en solitario. Si, según esas críticas, hay un muro para imposibilitar la entrada, todos estos gestos, ¿a qué invitan?
- Los ejemplos que ponen son los magazines. Bona Vesprada venía apoyada por Buendía Estudios; en la primera época, había formatos diarios de Mediapro y Secuoya… Las productoras valencianas pueden tener un 50%, pero el problema que señalan no es el porcentaje, sino el mismo hecho de tener que ir acompañadas. Dicen que si una productora valenciana no viene con una de Madrid, aunque sea con un 10%, es más difícil llegar a la programación.
- Nosotros hemos sacado ahora una convocatoria para un magazine de mañana. Confiamos en que todas las propuestas que nos lleguen sean de productoras valencianas, y en la medida de lo posible asociadas. ¿Por qué? Porque eso es lo que te da la solvencia económica necesaria para enfrentarte a un volumen de producción de estas características.
El problema de trabajar con una administración pública tiene que ver con la ley de contratación pública, en la que se pide solvencia económica, facturación del año anterior, avales contables, etc. La complejidad financiera no la pongo yo, la ponen los requisitos para contratar. Si no la tienes, lo normal es que la aporte tu socio.
Si hay dos socios valencianos y entre los dos suman esa solvencia, todos estaremos tranquilos, porque significará que, llegado el caso de que hubiese, por ejemplo, un retraso de 20 días en tesorería, las producción tendrá el músculo financiero necesario, o propio o vía gasto financiero bancario, para hacer frente a sus pagos mientras le llega la aportación.
Si quieres cuidar al sector audiovisual cercano, tienes que preocuparte de no generar espacios de asfixia. Eso sí que implica responsabilidad, porque son empresarios que ponen su patrimonio en juego. Y eso sí que no me deja dormir.
-Se había ido construyendo a lo largo de estos últimos años una relación fluida con TV3 e IB3 para participar en co-producción. ¿En qué puede afectar a esta relación la hostilidad del nuevo Consell a la idea de la unidad lingüística?
- No lo creo, porque nosotros no hemos trabajado en función de esa derivada, lo hemos hecho en función del producto. Es decir, que a nosotros nos ha llegado un producto (en la medida de lo posible, siempre mayoritariamente valenciano), y lo hemos apoyado independientemente de qué otros socios traía consigo.
Lo digo porque nosotros pusimos en marcha Després de Tú, y no obtuvimos el retorno que nos hubiese gustado con respecto a lo contrario. Por lo tanto, esa pregunta podría hacerla yo al otro lado: ¿Cómo es que otras cadenas no apuestan por producto valenciano? Nosotros la búsqueda que vamos a hacer es de producto. Si llega un buen producto, nosotros no tenemos ningún problema.
- Sí, pero hay un proyecto como Bon Día Televisión, en el que se vuelcan contenidos de las tres cadenas, y la razón de ese proyecto está en la promoción de contenidos en el idioma común mientras tienes a un gobierno que defiende que la lengua que se habla en TV3 no es la misma que se habla en À Punt. No es una arista ni industrial ni filológica, sino política.
- Esta es otra de las preguntas que podéis lanzar a la Corporación, que es quien tiene firmado el convenio. Lo único que hace la mercantil es, siguiendo ese convenio, el envío de materiales. Es la única obligación que tiene.
- Con la salida de César Martí como Director de Programas y Contenidos, que lleva desde el principio de la tele, ¿se cierra un ciclo para À Punt?
- Lo más doloroso de la salida de César Martí es que es un síntoma de lo que yo siempre digo: la complejidad de retener talento y de atraerlo en À Punt. Cuando alguien tiene valía y pasan trenes, y a lo mejor no ha cogido el de antes porque tenía una voluntad férrea por asentar el proyecto, ya es de agradecer. Pero esta casa llega un momento en que no puede impedir que esa gente, que tiene oportunidades porque tiene talento, coja sus trenes. Y ya no hablo de remuneración comparada con otras cadenas. Nos comparan con otras cadenas para según qué cosas, pero luego en otras ya nos va bien no tener esas equiparaciones teniendo las mismas responsabilidades. Ahí lo dejo.
Respondiendo a tu pregunta, no es un cambio de ciclo. Al final, el cambio de ciclo arranca en el 2020, que es cuando yo me incorporo. Y desde entonces, hay gestos de programación y de estilo que ya se vienen notando y que son fruto del esfuerzo que estamos haciendo por llegar a nuevos públicos y nuevas sensibilidades. Y esas realidades las ha hecho posible él y su equipo.
-¿Qué dificultades ve À Punt en la ficción en términos de coste-audiencia generada? En el caso de las películas, el papel de la radiotelevisión es vital, ¿tiene un retorno esta inversión?
- Es verdad que ahora se abre un melón importante que tiene que ver con la compra de derechos. Es decir, que yo puedo haber puesto en una producción un 30%, y luego viene una plataforma y con una inversión muy reducida se queda la ventana en VOD. Este modelo, en una realidad de FORTA con televisiones a la antigua usanza, no sería un problema, cuando no había ni catch-up, ni VOD, ni teníamos OTTs, ni estas cosas. Hoy es un problema: durante esa inversión que tú haces buscando el mayor recorrido profesional de quienes están detrás, alguien se ha quedado los derechos en OTTs, en plataformas con muy poquito dinero.
El problema viene con el dato de que el 80% de los domicilios de Comunitat Valenciana tienen una o más OTTs. Así que, cuando esa película retorna y la estrenamos en abierto un jueves por la noche, los que la han querido ver han podido hacerlo en el cine, por alquiler, en una plataforma…
Por eso nosotros insistimos mucho en la posibilidad que en la compra de derechos también se incluyan miniseries. Es decir, producto más televisivo. Una peli de cine tiene un componente que tienes que respetar, autoral. Invertir ahí es una apuesta por nuevo talento valenciano, pero es verdad que no podemos poner aquí toda la cesta. Porque hay una parte de esa inversión que no tiene retorno.
Lógicamente tiene mucho más retorno tener co-producidas cuatro series al año con diferentes operadores. Este año se celebra el 35 aniversario de FORTA y ya toca que nos lancemos a por una ficción conjunta. La coproducción es la clave futura para levantar proyectos de ciertas dimensiones.
-À Punt empezó con un buen puñado de programas de divulgación cultural. Después el IVC otorgó una línea directa para que no desapareciera de la parrilla. Ahora mismo, solo ocupa un lugar marginal en magazines generalistas. ¿La programación especializada no genera retorno?
- Las primeras rejillas que se ponen en marcha en aquella primera televisión se nutren fundamentalmente de una inversión de unos 40 millones en proyectos que escoge el Alto Consejo Consultivo. Es decir, que aquella rejilla, ni siquiera en una buena parte, estaba seleccionada por quien, en aquel momento, la puso en marcha. Cuando van terminando, la tele, con tres años de experiencia, se plantea qué es lo que se puede hacer.
Desde entonces, no hemos dejado de apostar por productos como Tresors amb història. ¿Quién le pone las comillas a qué es cultural o no? Es más, ¿quién le pone las comillas a qué es cultural o no, televisivamente hablando?
Adquirimos cuatro documentales especiales sobre temas como la Falla King Kong o el informe Kawasaki. ¿Esto es cultural? Dependiendo de la parcela de la cultura de la que provienes, puedes sentirte más o menos representado.
Sí es más difícil, y pongo una disciplina que a mí me gusta mucho, poner un programa en marcha relacionado con la danza, que dedicarle, en el magazín de las tardes, 25 minutos a un grupo de chicos o chicas que están en la final de un festival de danza en Madrid. En la segunda opción, le das ese recorrido en un espacio mucho más mainstream. En la primera, te vas a buscar a ese nicho donde, probablemente, no hay nada, porque probablemente el usuario de ese producto lo va a buscar más en la web.
Eso mismo pasa con la programación infantil, del que el contrato de programa dice que estamos obligados a emitir un mínimo de 10 horas a la semana, 40 al mes. Eso es como tener un escaparate de chándales en un barrio en el que nadie hace deporte. Aún así, yo estoy a favor de toda la dedicación que le hemos dado en navidades: 6 horas diarias.
En todo caso, a mí lo que me preocuparía es que los informativos no se hiciesen eco de la cultura. Y luego, ¿estaríamos en condiciones de hacer programación cultural? Sí. ¿Qué proyecto? ¿Cuántos nos han llegado?
- ¿Cuántos os han llegado?
- Cero. En cambio, cuando tuvimos ocasión, pusimos en marcha el Tot és art porque había un interés conjunto entre el IVC y nosotros de abrir una ventana cultura. En la medida de lo posible, no de actualidad por una cuestión de gestión, porque aquello hubiese muerto y no sería reemitible. Ahora, teniendo el Tot és art, igual tenemos una oportunidad, cuando vengan las plataformas a pedirnos material de catálogo en valenciano (porque la ley les obliga), de ofrecerlo. Tenemos que pensar, proyecto a proyecto, en cuánto retorno tiene. Y eso también va en beneficio de la productora.