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por su valor higiénico y su contribución a la recuperación de los enfermos

Agua 'vs' la gripe y otros virus

2/03/2021 - 

ALICANTE. Hasta la reciente llegada de la COVID-19, la llamada gripe española de 1918 era la pandemia más grave que se recuerda. Un tercio de los 1.800 millones de personas que conformaban entonces la población mundial resultó contagiado, con una cifra de decesos que alcanzó los 50 millones.

En Alicante, resultó especialmente grave la segunda ola (octubre de 1918) de las tres que se produjeron, que asoló especialmente los barrios más pobres y, en consecuencia, los que peores condiciones de acceso al agua potable tenían: El Carmen y Raval Roig, que aún hoy existen, y Las Provincias, ya desaparecido. Ahora que estamos familiarizados con las cifras de incidencia de las pandemias, es significativo destacar que aquella gripe tuvo en Alicante una mortalidad de cerca de 600 habitantes por cada 100.000.

El agua como solución

En un mundo sin vacunas contra un virus devastador, el agua, tanto bebida como en su versión de agente higienizante, se convirtió en parte de la solución del problema; así lo aconsejaban ya entonces las autoridades sanitarias, junto con otras medidas, como evitar el contacto interpersonal. Su valor para hidratar a los enfermos, su contribución a la higiene, limpieza y desinfección y su presencia en los alimentos fue clave para colaborar en el final de la pandemia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hoy en día un consumo diario por habitante de 1,5 a 2 litros de agua. Su aportación frente a las invasiones víricas y, por tanto, contra la gripe, procede de su valor de hidratación física y mental. De hecho, el organismo de los enfermos segrega una cantidad muy elevada de fluidos para eliminar el virus que le esté haciendo sufrir. El agua evita que las secreciones ocupen las vías respiratorias y, en consecuencia, facilita la respiración. No acaba con el virus por sí misma, pero colabora muy activamente a reducir sus efectos y a impulsar la mejoría.

Agua en Alicante: 365 días al año de vigilancia y control de calidad

Como subrayaba recientemente David Ribes, director del Laboratorio de Aguas de Alicante, en la presentación de la campaña “Agua y Salud”, “una vez más en la historia, el agua se ha convertido en nuestro gran aliado para combatir la pandemia COVID-19”.

En el caso de Alicante, “el agua que suministramos es sanitariamente perfecta; en Aguas de Alicante se lleva a cabo una exhaustiva vigilancia y control de la calidad del agua suministrada a nuestros clientes, 24 horas al día, 365 días al año”. Para ello, “nuestro laboratorio analiza más de 10.000 muestras de agua al año, lo que supone la realización de ensayos de más de 50.000 parámetros anuales, de los cuales, más de 35.000 corresponden a agua de consumo humano”, explica Ribes.

“La compañía cuenta con la certificación ISO 22.000, norma internacional de sistemas de gestión de inocuidad de los alimentos para empresas dentro de la cadena alimentaria”. Así, gracias a los tratamientos de potabilización más avanzados y al control constante de la calidad, Aguas de Alicante garantiza que el agua suministrada es un alimento beneficioso para la salud.

Innovación al servicio de una gestión del agua más eficiente y segura

Si algo ha puesto de manifiesto la COVID-19 es que compañías como Aguas de Alicante, cuya apuesta por la innovación forma parte de su día a día desde hace muchos años, están preparadas para dar respuestas ágiles y enfrentar situaciones sobrevenidas, como la actual pandemia, de una forma mucho más eficiente.

Ejemplo de esta resiliencia es la implementación de la herramienta City Sentinel, un sistema de vigilancia microbiológica en aguas residuales y aguas de baño, como indicador epidemiológico de la COVID-19, cuyos resultados se ponen a disposición de las autoridades en 48 horas y a través de una plataforma online, facilitando con ello una toma de decisiones temprana en función de los resultados analíticos obtenidos.

Según indica Iñaki Casals, responsable de I+D+i de Aguas de Alicante y director del proyecto, “hace un año se comprobó que era posible detectar COVID-19 en las aguas residuales de nuestras ciudades. Llevamos a cabo un muestreo en 6 zonas de la ciudad, en aquellas horas del día en las que la población utiliza más el baño, ya que el agua residual que nos aporta la información es procedente del cuerpo humano”.

“Gracias a City Sentinel, hemos podido conocer con una antelación de 7 a 10 días cuál es la tendencia del virus, hecho que pone en valor el papel del agua como respuesta segura ante cualquier atisbo de invasión vírica”, concluye Casals.

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