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vals para hormigas  / OPINIÓN

Aeropuertos ampliados 

31/01/2024 - 

Vengo de pasar unos días en Alcalá del Júcar (Albacete), donde me ha llevado mi pareja a disfrutar, aunque sea unos días, de la única vocación que he tenido en mi vida, la de ser un desconocido recién llegado. He probado platos típicos, como las lendrecillas de cordero (criadillas revueltas en ajos tiernos) o el ajo mataero (una especie de paté de hígado de cerdo regado con pimentón que se sirve caliente, para untar en pan), que sabían como para ponerle al cocinero un piso en primera línea de playa. He conocido al mismísimo Diablo, ya les contaré algún día. Y también me he pegado caminatas kilométricas entre arboledas y montes que bordean el río, para tratar de desconectar de la realidad, una labor que me cuesta más que a Sísifo acarrear la piedra de su castigo, según lo cuenta Albert Camus. Se lo digo porque llegamos un jueves y nos advirtieron de que no moviéramos el coche, ya que en fin de semana, el pueblo se pone a reventar de visitantes. Bien, supongo que en verano, con temperaturas un poco más altas, Alcalá será un hervidero de turistas ávidos de experiencias rurales. Lo de “a reventar” es una cuestión de perspectiva. En un pueblo de poco más de mil habitantes, sí se notaba algo más de movimiento el sábado. Pero al llegar desde Alicante, lo de la relativa masificación turística me dio que pensar. No por la ciudad en la que vivo, claro. Sino por la cantidad de destinos provinciales que alcanzan cotas ya casi imposibles de aglomeración.

Lo comento por lo de la declaración institucional de ayer en el Ayuntamiento de Alicante, en la que PP, PSOE y Vox exigieron al Gobierno central la ampliación del supercalifragilístico  aeropuerto de Alicante-Elche Miguel Hernández. Desde Madrid se han puesto como locos con la ampliación de los aeropuertos, con Barajas, sorprendentemente, en el puesto de privilegio de la lista de espera. (Era ironía, lo de sorprendentemente). La Generalitat también quiere que El Altet y Manises ensanchen sus instalaciones para seguir acumulando millones de viajeros en las estadísticas del sector. Y para dar al aeródromo valenciano, según me dice mi intuición de alicantino y alguna voz off the record, aunque la decisión esté sin concretar, la línea directa con Nueva York. Y en Alicante, como conocemos el paño, parece que van a repetir con insistencia la petición, hasta que se quede grabada en la pared de enfrente de la silla que ocupa Óscar Puente en el Consejo de Ministros.

La idea me aterroriza, por supuesto, porque la única ventaja que le veo es la de que los conspiranoicos de las estelas que dejan los vuelos en el cielo, los chemtrails, se van a volver más tarumbas, todavía. Pero no me opongo por la calidad de la clientela que pueda llegar en marabunta, como declaran algunos. Mi discrepancia viene por la cantidad. Al parecer, alguien se ha dado cuenta en las altas instancias monclovitas de que España es un país turístico. Y en vez de fidelizar al cliente con buenos servicios, es decir, una buena red de conexiones por carretera o, principalmente, tren, junto a una exigente red de alojamientos y unas infraestructuras urbanas con redes apropiadas de abastecimiento de agua, de recogida de basuras y de suministro eléctrico, lo que quieren es ampliar la red de pesca de viajeros. Imaginen el tablero de un juego de barcos. Pues lo que intentan es rellenar todas las casillas posibles de la pantalla de los controladores aéreos. B2, tocado. H6, hundido. Cuando lo que toca ahora, empezando por este ejecutivo que alardea de verde, es tratar de evitar la hiperactividad de motores de combustión aéreos. Aparte de reordenar el tráfico de turistas. De poner coto a la venta de entradas, como ya están haciendo algunos museos e incluso ciudades enteras. Y de incentivar el transporte sostenible. Salvo que quieran aplicar el crecimiento de los océanos para retranquear unos cuantos kilómetros hacia adentro la primera línea de playa. Y entonces sí, ancha es Castilla.

@Faroimpostor


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