ALICANTE. Acquary nació hace apenas un año, pasada la primera ola de la pandemia. Su fundador y propietario, el abogado y ex político Juan Antonio Román, llevaba tiempo dándole vueltas a la posibilidad de emprender en la 'economía azul', y su camino se cruzó con el de Vicente Butrón, con una dilatada experiencia en el sector del tratamiento de aguas residuales. El impulso del primero y el saber hacer del segundo, junto al resto del equipo (una docena de personas, contando operarios, ingenieros y administrativos), alumbraron la que ya se ha convertido en una firma de referencia en su campo.
La empresa creada por Román, que ahora compagina sus obligaciones como empresario con su trabajo como abogado de empresas, ha incorporado dos grandes innovaciones como valor añadido: diseña y construye 'a la carta' la tecnología que necesitan sus clientes, de forma que sus mecanismos se adaptan a las dimensiones del circuito del cual van a formar parte ("no hay dos iguales", explica el fundador de Acquary); y ha modernizado los sistemas de tratamiento para "traer al siglo XXI unos procedimientos que en muchos casos eran aún mayoritariamente manuales".
En las instalaciones de Acquary en el polígono de Ocaña (en las parcelas frente a Mercalicante) se construyen sobre todo sistemas de tamizado: los filtros mecánicos que van eliminando sólidos del agua, desde los más grandes como ramas o animales muertos hasta los más pequeños como aceites o fangos. Sus máquinas son las que garantizan que el agua llegue en las mejores condiciones a la fase de tratamiento terciario en las depuradoras, donde ya se aplican procedimientos químicos, antes de volver a introducirla en el sistema.
En el poco tiempo que lleva en marcha, la empresa ya ha llamado la atención de grandes clientes (en parte gracias a sus innovaciones, pero también a una importante labor comercial a cargo de Butrón) y trabaja tanto para el cliente final, es decir, la empresa constructora que ejecuta o mantiene la infraestructura, como para las ingenierías que elaboran proyectos para estas últimas. Uno de los equipos que está a medio montar en esta nave va a instalarse en un canal que depende de la constructora de obra civil Vias, del grupo ACS.
Acquary ya se ha hecho con un nombre en España, pero también está empezando un fuerte proceso de internacionalización. Principalmente en América Latina, a donde van destinados varios de los equipos en los que está trabajando la empresa en estos momentos, pero también en Oriente. "Lo bueno de este sector es que todos los clientes son grandes empresas", explica Román. Que necesitan de grandes obras. No hay un solo equipo de Acquary que no tenga detrás una ingente labor de ingeniería. "Según lo que nos pida el cliente, podemos tardar entre una semana o dos en diseñarlo".
El abogado y ahora empresario, que ya en el pasado tuvo otras experiencias como emprendedor e inversor, se ha tomado Acquary como la respuesta a ese gusanillo que no lograba acallar, el de liderar una empresa. Pero, a pesar del buen feedback que está encontrando la empresa, no tiene prisa por crecer a marchas forzadas. "Continuamente nos llaman empresas para ofrecerse a ser comercializadores nuestros en una determinada zona, pero es que yo no quiero vender tantos equipos", explica su fundador. Lo que se le da bien es ofrecer soluciones sorprendentes aunque sea en medio metro cuadrado, totalmente personalizadas para cada cliente.