CALP. Ni un kilómetro de tranquilidad, ni un minuto de descanso. La Vuelta 2019 con su diseño ya se sabía antes de su inicio que obligaba a llegar en una condición óptima desde su inicio y cada etapa encierra alguna emboscada que puede dar al traste con las opciones de cualquier aspirante al maillot rojo final. Dos días y ya van dos emboscadas.
Aunque no sabe si las piernas le acompañarán hasta el final de la carrera, el veterano Alejandro Valverde (Movistar) a 48 horas del comienzo claro dejó claro que la experiencia es un grado y su pronóstico fue claro: "En esta Vuelta se sabrá muy pronto si estás bien", además de ser el encargado de desatar las hostilidades en el punto más crítico del día, la subida al alto de Puig Llorença.
En su vigésima sexta participación en una de las tres grandes carreras por etapas, en las que acumula una victoria en la Vuelta 2009 y otros siete podios, incluidos uno en el Tour en 2015 y otro en el Giro 2016, el murciano tenía claro que a las etapas con final en alto, hasta ocho suma esta 74ª edición, en las que los aficionados fijan su vista hay otras muchas en las que los descuidos se pagan a precio de oro.
"La Vuelta se caracteriza por tener muchas etapas sorpresa y emboscadas. No te puedes descuidar ningún día y aunque las etapas de montaña pueden marcar las mayores diferencias tiene otros días muy duros", dijo con clarividencia lo que podía pasar ya en la segunda etapa con el paso por el durísimo Puig Llorenç, al que se unió la inesperada y accidentada contrarreloj por equipos.
Esta zona la conoce la práctica totalidad del pelotón internacional que tiene fijada en esta zona su residencia en las concentraciones de los meses invernales, con lo que sus entrenamientos se desarrollan por la mayoría de las carreteras por las que pasaba esta segunda jornada entre Benidorm y Calpe.
Esa mayoría conocen este asfalto y casi sus baches palmo a palmo. Así que en ese sentido pocos se pudieron sentir sorprendidos.
Además, el alto de Puig Llorença no es un desconocido para los directores deportivos de los diferentes equipos porque en los últimos años ha formado parte del recorrido de la Vuelta dentro de la llegada a Cumbres del Sol.
Miguel Ángel López (Astana) se dejó su primer liderato en una de las grandes a las primeras de cambio y lo hizo de una manera que no podía esperar, ante una buena parte de los que están señalados como aspirantes a vestirse de amarillo dentro de tres domingos en Madrid.
Con un ataque en el Puig Llorença, sus compatriotas Rigoberto Urán (EF Education First) y Nairo Quintana (Movistar), junto al esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma), le superaron en la clasificación y dejan un pronóstico todavía más abierto para la resolución de esta Vuelta. No lo consiguió el italiano Fabio Aru (UAE Emirates) pero recortó lo perdido el primer día.
El ex saltador de esquí vivía así la cara y la cruz en tan sólo dos días de carrera, y todavía faltan 19 por disputarse.
El primer y contundente ejemplo lo padecieron en sus propias carnes los componentes de tres equipos un día antes, en la contrarreloj inicial de las Salinas de Torrevieja. Entre ellos provocaron entre ellos un devastador efecto dominó y el prometedor tiempo que habían marcado en el punto intermedio se fue al garete.
La caída más llamativa fue la del Jumbo Visma, no en vano en sus filas están dos de los ciclistas que aparecen en cualquier quiniela de aspirantes al maillot rojo final, con Roglic y el holandés Steven Kruijswijk. Ellos se dejaron 40 segundos con el Astana del colombiano Miguel Ángel López, que han neutralizado a las primeras de cambio.
Bastante peor parados salieron los UAE Emirates de Aru, uno de los tres únicos ganadores de la Vuelta presentes en el pelotón, y el prometedor esloveno Tadej Pogacar, que es además el más joven en carrera. Ellos se dejaron 1.07.
Aunque no aspiran al triunfo final del que hace un año estuvieron cerca con el mallorquín Enric Mas, los Deceunink-Quick Step estaban entre los favoritos al triunfo y el tiempo que registraban así lo confirmaba hasta que en la última curva antes de cruzar la meta una caída de varios de sus componentes, bastante más benigna que la de las otras dos formaciones, les dejó sin opciones.
Philippe Gilbert se quedó con la miel en los labios de hacerse con un liderato que ya ostentó en 2010, el primer año en esta segunda época del maillot rojo que este 2019 celebra su décimo aniversario.