EL RELEVO LO COGE LOLA ERRANDO, SOBRINA DE JAVIER MARISCAL

Vuelve Tráfico de Modas, la efímera firma que crearon los hermanos Errando Mariscal en los 80

A finales de los 70, en un piso de la calleComedias que compartían los hermanos Errando Mariscal, se gestaba una firma de moda que revolucionaría las calles de la época a través de actitud, estampados y colores mezclados sin miedo. En el 92 se terminó su breve historia, una que hoy retoma Lola Errando, hija de Pedrín, el diseñador de la marca, y lo hace con un firme propósito: resucitar el negocio familiar en la era de Instagram

1/05/2019 - 

VALÈNCIA. Los primeros años de la década de los 90 fueron agridulces para los Errando Mariscal. Mientras el mundo se rendía ante la gracia de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos del 92, obra de Javier Mariscal, la firma de moda que había nacido en el seno de esta familia natural de València cerraba sus puertas. Bautizada Tráfico de Modas, comenzó su andadura en el piso de la calle Comedias que compartían los hermanos Pedrín, Jorge, Santi y Ada, junto a María José Villalonga, entonces pareja del primero. Empezaron con prendas de punto tejido y de algodón que llevarían ellos mismos y después su círculo –o “clan”, como lo llaman– de amigos, para terminar con cinco tiendas propias en España, dos colecciones anuales y desfiles en las pasarelas Gaudí (Barcelona) y Cibeles (Madrid), además de ventas en el exterior. Judit Mascó, Paola Dominguín y la familia Bosé vistieron sus creaciones, sin olvidar la aparición de uno de sus coloristas vestidos en la película ¡Átame! (Pedro Almodóvar, 1989). Sin embargo, la etiqueta de moda, nacida al arranque de los gloriosos ochenta, no sobrevivió a la crisis del textil de principios de la década siguiente. Desde hace unos días, los hitos de esta célebre pero efímera firma de moda se dan a conocer en Instagram, la red social de los millennials. La responsable de este regreso es Lola Errando, hija de Pedrín (quien fuera el diseñador principal de la enseña), que prepara la vuelta del negocio familiar 26 años después.

“Nací en 1994 y Tráfico de Modas había desaparecido dos años antes –comienza la joven–. No obstante, toda mi familia guardó la ropa y hemos ido heredando sus diseños. Recuerdo especialmente los veranos en Formentera. Mis tíos y primos nos encontrábamos allí y vestíamos con ropa de la marca, también de Trafiquito, la línea infantil, de donde era mi camiseta favorita”. Así eran los recuerdos que Lola guardaba de la firma que creó su padre con sus tíos en sus años de juventud. A estos viajes en el tiempo, ahora, suma horas de conversación, de búsqueda de diapositivas, bocetos y fotografías para documentarse y entender bien el fenómeno que supuso en su momento. “Toda la vida, mis primos y yo hemos sentido mucho cariño por el proyecto. Nos daba pena que no hubiera continuado. Siempre imaginábamos cómo sería retomarlo algún día”. Y ha sucedido. Aunque Lola estudió dirección de fotografía e interpretación en Barcelona, al terminar, dudó a la hora de escoger un rumbo. “Nunca me había visto dedicándome a lo mismo el resto de mi vida, así que, al finalizar mi carrera, me bloqueé un poco. Un día, estaba en Palo Market Fest –el festival que organiza su familia desde hace más de cuatro años en Barcelona y que a finales de mayo vuelve a València– y conocí a una diseñadora de joyas que había recuperado el oficio de su abuelo. Sentí que quería hacer eso mismo. Enseguida, me puse manos a la obra”. De alguna manera, la moda no le queda tan lejos. “Desde los doce años tengo una máquina de coser y me hago mi propia ropa. Aprendí de manera autodidacta, así que ahora he de perfeccionar y aprender a marchas forzadas todo lo que sea necesario para llevar un negocio de moda”, comparte entusiasta.

 “Toda la vida, mis primos y yo hemos sentido mucho cariño por el proyecto. Nos daba pena que no hubiera continuado. Siempre imaginábamos cómo sería retomarlo algún día” (Lola Errando)

Pero ya tenía bastante camino hecho. “En segundo de bachillerato, en Cataluña, tenemos que hacer un treball de recerca, que es un trabajo de investigación sobre un tema. Yo elegí hacerlo de Tráfico de Modas. Eran 100 páginas con todo lo que fue esta marca. Fue fascinante, aunque difícil, porque apenas había información en Internet y, aunque mi familia ha guardado muchas cosas, algunas se perdieron con el paso del tiempo, como los patrones y algunas imágenes. Pasé muchas horas hablando con mi padre, que es fácil porque a él le encanta rememorar esos años y ver sus fotos de entonces”, dice entre risas. No es para menos, puesto que algunas de esas instantáneas que terminarían siendo parte de la imagen comercial de la marca estaban realizadas por artistas como Ouka Leele. Un ejemplo de cómo Tráfico de Modas formó parte del latido social y cultural de su época. Es más, si hay algo que lamenta no poder recuperar ahora, al relanzar la firma familiar, es el contexto en el que comenzó. “Nació en los años 80, una época de explosión y creatividad después de la dictadura franquista. Mi padre y mis tíos formaron parte de una generación de gente joven que no se sentía identificada con lo que había, por lo que tuvieron que crearlo ellos. En pocos años, en España, se dio un boom creativo que cambió la imagen del país de forma radical”, así se lo han transmitido en estos meses de charlas familiares, y reconoce: “Si pudiera vivir otra época, sería esa, sin duda. Me da mucha envidia esa sensación de que todo estaba por hacer”.

Pese a que en pocos años alcanzaron la fama nacional, este proyecto familiar empezó de manera casi espontánea. Incluso sus ideólogos no sabrían ponerse de acuerdo sobre qué año marcarían como el del nacimiento de la firma. Ese es el ejemplo con el que se queda Lola. “Pienso ir poco a poco, como hicieron ellos. Hace tanto tiempo que casi no existe nada de lo que ellos habían construido: proveedores, patrones, el reconocimiento de la marca…”, y menciona una expresión popular que se repite en su familia: “Poc a poc i amb bona lletra. Eso siempre nos ha funcionado. Mi tío Jorge tenía una tienda de antigüedades en València, se llamaba El señor del caballito y en ella vendían los diseños de punto que empezaron a tejer María José y Santi con el diseño de mi padre. Muy pronto pasaron de punto tejido a punto de algodón, un material que investigaron mucho, y empezaron a colaborar con su hermano Xavi Mariscal, mi tío, para confeccionar camisetas con sus ilustraciones y estampados. Fue así como surgió Tráfico de Modas”, un nombre del que explica su significado: “Juega con la ironía de descontextualizar el verbo traficar, que se asocia a las drogas tan populares en aquel momento, y lo aplica a la moda. El plural se debe a que apostaban por el eclecticismo, sin encasillarse en ningún estilo”.

 “El nombre de la marca juega con la ironía de descontextualizar el verbo traficar, que se asocia a las drogas tan populares en aquel momento, y lo aplica a la moda” (Lola Errando)

En esta nueva etapa, Lola Errando tiene previsto lanzar bajo la etiqueta de Tráfico de Modas prendas por series, no por colecciones. De esta manera, huye del calendario clásico de la moda, que históricamente se ha limitado a temporadas (primavera-verano y otoño-invierno). “Si algo destacaba de sus diseños es que eran atemporales. Quiero recuperar esa moda que perdura alimentando la marca, poco a poco, con nuevos diseños y, así, evitando que las colecciones mueran al acabarse su estación correspondiente”. También es la opción más sostenible. Como primera toma de contacto, tendrá, además, una producción muy pequeña. Será de punto de algodón, inspirándose en la línea T-Shirt que tenía la firma en los 80, con la reedición de tres estampados que Javier Mariscal creara en su día. Lola considera que es un buen momento para relanzar una marca con estas características. “La gran razón por la que cerró en el 92 fue por los impagos, consecuencia de una crisis textil mundial, debida al auge de la moda low cost. Ahora, pienso que algo está cambiando. Siento que la gente ha empezado a concienciarse y a apostar por marcas que defienden una serie de valores, como el comercio local o el trabajo no precario; y por proyectos que ponen de su parte para hacer las cosas bien. Al final, mi generación se ha criado sabiendo que puede comprar una camiseta por 10 euros, pero a qué precio. Es en la actualidad cuando nos estamos haciendo estas preguntas y buscando alternativas”, considera. 

Sobre la impronta de València en la firma, más allá de por haber sido su sede original, Lola afirma que es inequívoca, aunque los Errando Mariscal actualmente se repartan por toda España. “Mi familia es de València, es donde se criaron, donde empezó todo. Allí se encontraba el primer punto de venta propio de la marca. Pero, sobre todo, de la ciudad les ha influido mucho aspectos como la luz, el carácter festivo de la ciudad o la alegría de vivir. Eso está en el espíritu de Tráfico de Modas. No era solo una marca de moda, era un clan de hermanos, primos, amigos y amigos de amigos que se hacía cada vez más grande. Era un estilo de vida, una manera de ver la vida”, concede emocionada. No es para menos. En esta vuelta, todo apunta a que Lola no estará sola. Igual que pasara en los orígenes de la firma, la familia se mantiene unida. “Siento presión, porque todos los primos hemos respetado y admirado lo que hicieron mi padre y mis tíos. Estoy cogiendo este proyecto 26 años después de su cierre con todo el amor del mundo y ganas infinitas de hacerlo lo mejor posible. De alguna forma, estoy volviendo a empezar. Pero es maravilloso ver el apoyo incondicional de mi hermana, Paula, que me está ayudando en temas de marketing y ventas, o de mis primos –entre ellos, Carmen y Nacho Errando, fundadores del sello audiovisual Enredo Films–, que están abiertos a colaborar… La nueva generación recoge el legado de nuestros mayores y eso es un verdadero tesoro. El negocio familiar vuelve”.