VALÈNCIA. Entre los últimos libros que han salido con el epígrafe La Rusia de Putin cabe destacar el de Rafael Poch en la editorial Akal. Bajo el título Entender la Rusia de Putin: de la humillación al restablecimiento pone en contexto la situación actual del país euroasiático remontándose al origen remoto de la nación.
Entre los diferentes aspectos que explica sobre la génesis Rusia, el mundo agrario tiene un capítulo entero dedicado, Universo campesino. Cuenta el periodista catalán que nadie en nuestro planeta ha trabajado la agricultura más al norte que los rusos. Por debajo de los 50 y 60 grados de latitud norte, donde se gestó su país, viven nueve de cada diez canadienses. Son tierras de poca calidad que, en condiciones climáticas extremas, exigen un trabajo y una dedicación prácticamente heroicas.
En estas condiciones extremas apareció la obshina, la comuna rusa. Una red de solidaridad en las relaciones entre campesinos. Un colectivismo que ha quedado marcado en su carácter y cultura, y en el de otros pueblos eslavos, hasta la actualidad. En el siglo XIX, cuando los occidentales habían abandonado cualquier tipo de sociedad comunal en el campo, en Rusia estas constituían un 90% de las tierras de cultivo.
En el documental Vostok Nº20, de la cineasta ruso-cubana Elisabeth Silveiro, que se ha proyectado en el Festival Internacional de Mediometrajes de València, La Cabina, se reflejan todos estos aspectos históricos en lo cotidiano. Trata del día a día en un vagón de tercera clase del Transiberiano. El tren ruso construido por presos y soldados por orden de los zares Alejandro III y su hijo Nicolás que cumplió un siglo de existencia hace dos años; un tren que atraviesa 10.000 kilómetros de Rusia hasta llegar al Océano Pacífico y Extremo Oriente. Un tren que no es ningún divertimento turístico, lo siguen empleando con frecuencia rusos, chinos y mongoles para desplazarse en los extensos territorios que habitan.
El film se alterna con poesías de Marina Tsvietáieva leídas por la actriz francesa Fanny Ardant. La poetisa rusa se suicidó en 1941, asfixiada por el estalinismo. Es importante señalarlo, su traductora al castellano, Reyes García Burdeus es doctora en interpretación y traducción por la Universidad Jaume I de Castellón, además diplomada en lengua rusa por la Universidad de Vías de Comunicación de San Petersburgo y por el Instituto Pushkin de Moscú.
Vodka en el vagón
Contaba Daniel Utrilla en su imprescindible A Moscú sin Kaláshnikov, libro de memorias donde repasaba sus años en Rusia y los reportajes que tuvo que cubrir para El Mundo, que allí tuvo que aprender a viajar en tren. Lo normal era que en el compartimento que le tocase la gente sacase jamón y vodka, lo pusiera a disposición de los presentes, y tras una agradable charla durante el trayecto salir del tren a cuatro patas. Tuvo que aprender a decir que no para no emborracharse en cada viaje.
En este breve documental encontramos todo lo expuesto. La necesidad de compartir, de forma natural, lo que llevan los pasajeros entre ellos. Un hombre que reivindica la generosidad y hospitalidad eslava señala también que lo bueno de los soldados rusos es que pueden ir a la guerra sin comida ni abrigo y aguantar, no como los franceses, dice fanfarroneando mientras manosea el vaso lleno de licor.
Una empleada del convoy cuenta su vida. Parece que está atrapada en el vagón. Se enamoró en los 90 de un compañero de trabajo. Se casó con él, pero en la baja por maternidad la abandonó por otra. Ahora ella solo tiene a su hijo y no puede verlo, porque está siempre trabajando en el tren.
El contraste con el esplendor de China
Otras viajeras explican que las tierras que trabajaban, esas en las que Poch ha contado que necesitaban labores titánicas para explotarlas, ya no hacen nada. Son de muy mala calidad y ya no merecen la pena. Sin embargo, la mujer mira por la ventana y ver las tierras chinas con envidia. Son mucho más ricas, dice. No se cansa de ver durante el trayecto lo fértiles que son.
Uno de los aspectos más llamativos de Vostok Nº20 es la llegada a China. Muestra un aspecto que se valorará mucho más en el futuro, cuando lo estudie la Historia, de lo que lo hacemos ahora o somos conscientes. Es la urbanización china. La construcción de ciudades de la nada con rascacielos que dan vivienda a miles de personas. Para quien haya viajado en tren por China es un paisaje habitual. Así como las llamadas Ciudades fantasma, aquellas cuya construcción se quedó a medias al principio de esta década.
Es de agradecer encontrarse con un retrato amable y real del pueblo ruso y el de su periferia. Por contraste, el interés que despierta este lugar del mundo tiene ahora más que ver con sus hooligans, como en el documental Russia´s Hooligan Army, aspectos delirantes del pasado soviético, como Operation Odessa o elementos de juicio de la nueva guerra fría o sobre la figura de Vladimir Putin y su autoritarismo y trato a los disidentes.