VALÈNCIA. ¡Tinta, viñetas…y acción! Del 28 de febrero al 1 de marzo la galaxia del tebeo convertirá València en su particular vergel con la celebración del Salón del Cómic. Un evento que busca explorar todas las aristas del sector a través de charlas, exposiciones y encuentros con cerca de un centenar de autores. Tres días de carrusel gráfico con una promesa grabada en la frente: demostrar que el cómic no es un universo monolítico, sino que vibra en todas las frecuencias creativas posibles.
“El cómic actual acoge todo tipo de corrientes, hay títulos que siguen una línea más clásica, otros apelan al mainstream, hay obras alternativas, experimentales, manga… Cada propuesta responde a diferentes tendencias dentro del sector y todas lo enriquecen”, indica Pepo Pérez, coautor junto a Santiago Pérez de la serie de novelas gráficas El vecino (Astiberri). Batman y Daredevil son dos de los personajes con los que trabaja a golpe de tinta Jorge Fornés: “hay mucha gente a la que le encantan los cómics, pero no pueden participar activamente en la industria. Internet ha ramificado mucho el sector y ha permitido que muchos aficionados sientan que pertenecen a este mundo de una forma u otra. Por una parte, se han creado diferentes subculturas, como el cosplay, pero también canales de YouTube que hablan de los nuevos cómics que salen o que dan trucos para dibujar”.
“Frente a la inmediatez que tiene una ilustración, el cómic presenta un recorrido mucho más largo. Publicar un libro implica dedicarle un gran periodo de tiempo, así que es importante que elijas un asunto que te apasione y con el que sientas que puedes aportar algo. No debes forzarlo, tiene que salir natural”, señala Laura Pérez, creadora que publicó el pasado año Ocultos (Astiberri), su primera novela gráfica en solitario. Y una vez esas ideas han tomado forma de volumen encuadernado, ¿cómo hacer que lleguen a las estanterías de cualquier casa? “Al público generalista todavía le cuesta llegar a ciertas apuestas que se escapan de lo comercial, pero hay una audiencia más especializada que siempre está esperando a nuevos títulos que resulten diferentes y estimulantes. Por eso es importante facilitar la difusión y conseguir que todo tipo de obras sean accesibles para cualquier lector”, añade.
“Llevo publicando cómics desde 1984 y, si tengo un estilo, es más en la intención que en la forma. Se trata más de contar historias que de cómo dibujarlas. Durante todos estos años, he contado pequeñas historias de la vida cotidiana, de ciencia ficción, de superhéroes, diarios de viaje …Utilizo muchas técnicas diferentes: tintas, bolígrafo, acuarela, gouache, Photoshop; a veces, en la misma página. Y así lo hacen también muchos otros autores contemporáneos”, apunta Charles Berberian, mítico autor galo responsable de títulos como Monsieur Jean, Henriette o Sacha. En ese mismo sentido, reivindica que los tebeos de hoy abordan “toda clase de temas a través de formatos como el documental, la autobiografía, la poesía, el humor, los relatos históricos, la ciencia ficción, los cuentos y leyendas, la fantasía…”.
Toca ahora cruzar los Pirineos y mirar con algo de envidia a las tierras galas o belgas, coordenadas en las que el cómic -la bande-dessinée- constituye un hervidero cultural de potencia estratosférica. Prueba de ellos son “eventos de referencia como el Festival de Angulema”, apunta Pepo Pérez. Así lo explica Berberian: “el cómic goza de prestigio en Francia, pero, además, autores y editoriales cuentan con un gran apoyo del Ministerio de Cultura. En la actualidad, es uno de los sectores culturales más rentables y en él emergen los creadores más imaginativos e innovadores. Además, cada vez más mujeres autoras que renuevan el sector con mucho talento y personalidad”.
En cualquier caso, Pepo Pérez considera que estamos en la senda de los buenos augurios: “En los últimos 20 años en España se ha ido construyendo lentamente una nueva industria que ha surgido de la antigua, que se desmoronó a finales de los 80 y los 90. El primer álbum de El vecino se publicó en 2004, así que he podido ver esa evolución y ahora la realidad es muchísimo mejor que la que teníamos hace dos décadas”. Por su parte, Fornés recurre a un realismo no demasiado entusiasta: “muchos autores se han visto obligados a publicar en el extranjero ante la falta de oportunidades que veían aquí. Yo no he publicado una sola página en España, me he ganado directamente la vida trabajando para Estados Unidos. En nuestro país, si no eres un superventas no puedes dedicarte únicamente a ello”.
Dos ejes se activan aquí: el reconocimiento institucional (traducido en vil metal, premios, exposiciones, jornadas etc) y la valoración social: escapar de esa visión pocha que menosprecia las viñetas y las considera productos de segunda: “el cómic siempre ha encontrado resistencias para integrarse en las Bellas Artes”, resume. “Se consideraba como un subproducto infantil y juvenil, de usar y tirar. Pero los autores llevamos ya muchos años reivindicando las posibilidades del medio y creo que ya se ve con un cierto respeto. No en vano, ha entrado en las instituciones”, apunta Marika Vila, dibujante e investigadora especializada en la relación entre el cómic, la mujer y la perspectiva de género.
“Ese estigma de que el cómic es para niños creo ya está desapareciendo. De hecho, la gran mayoría de novelas gráficas que hay en el mercado están enfocadas a adultos y quizás están escritas por esas personas que tienen melancolía de los tebeos que leían de pequeños”, indica Laura Pérez. “Ya no da vergüenza regalarle un cómic a tu padre, es como cualquier otra pieza literaria. Le puedes comprar lo último de Paco Roca por Navidad y no se ve como algo extraño”, resume Fornés.
Como testigo del asunto, Pepo Pérez reconocer haber vivido este proceso “con esperanza e ilusión. Cuando ves que tu campo de trabajo se hunde y que cunde el pesimismo, no te dan ganas de seguir. Pero creo que hemos demostrado la viabilidad y calidad del cómic español tanto dentro como fuera de nuestras fronteras: reciben buenas críticas y premios, sus títulos se traducen… La última década ha sido clave, con acciones como el Premio Nacional de Cómic - que incentiva la creación- o la incorporación de muchas autoras y lectoras. Debe haber publicaciones para todo tipo de audiencias, como en el cine y la literatura, no solamente productos infantiles o dirigidos a la población masculina”. Habitual de revistas como NSLM, El Manglar o Rockdelux, en los últimos meses, Pérez ha asistido a la adaptación audiovisual de El vecino para Netflix (se acaba de confirmar la segunda temporada de la serie. “Lo estamos viviendo con mucha emoción, era algo que ya no esperábamos porque se habían intentado varios proyectos, pero ninguno acabó de cuajar. Así que cuando por fin ha pasado ha sido casi irreal”.
La transformación del estatismo impreso a la imagen en movimiento permite también acercarse a potenciales lectores que, hasta ahora, no contaban con las viñetas encuadernadas como parte de su panorama de ocio: “el formato audiovisual te acerca a un público que no te tenía en su imaginario, que no te conocía y que puede llegar así a tus libros, que logran una nueva vida. Y te proporciona prestigio porque la gente piensa que, si Netflix ha elegido este título, será porque vale la pena”.
Este tipo de prácticas no son una gran novedad en el mundo anglosajón, donde la maquinaria cinematográfica lleva décadas trasladando a la pantalla (grande o pequeña) todo tipo de tebeos: desde X-Men hasta Ghost World. Pero también esa tendencia comienza a calar en nuestra geografía: “las plataformas están mirando mucho los cómics para sacar conceptos e ideas- explica el responsable de El vecino-. Por ejemplo, Amenábar está preparando una serie para Movistar basada en El tesoro del Cisne Negro, de Paco Roca y Guillermo Corral. Y todavía no se puede decir nada, pero me consta que hay otros proyectos en marcha”.
Colaborador de Marvel y DC desde hace años, Fornés admite que dibujar a personas tan archiconocidos como don Bruce Wayne y compañía “impone un poco de respeto porque se trata de iconos populares, seguidos por muchísima gente, cada uno con su punto de vista. Una de las cuestiones imprescindibles para sobrevivir en este negocio es que tu estilo sea reconocible allá donde vayas y con el personaje que trabajes, tienes que confiar en que si la editorial te ha escogido es porque le gusta tu manera de crear. Lo único que puedes hacer es ofrecer tu versión lo mejor posible, habrá gente a la que le guste y otra a la que no. Y creo que parte de la gracia es poder observar las diferencias en los proyectos de distintas personas provenientes de culturas muy dispares”. Internet ha facilitado pantagruélicamente esa internacionalización de las tareas creativas, pero también ha disparado la piratería. A pesar de ello, Fornés mantiene la confianza: “nos está afectando como a cualquier otra industria cultural, y pirateo siempre va a haber, pero al coleccionista de cómic le gusta comprar y tener cada título”.
Cómic y diversidad: una aproximación. “El momento actual es mucho más plural de lo que ha sido hasta ahora, aunque todavía hay mucho que hacer. Algunas autoras iniciamos en los años 70 una ruptura con los estereotipos y, aunque ha tardado en cuajar, creo que ya está presente. Las que más están introduciendo esta visión son las creadoras, pero también hay muchos creadores que van aceptando esta reivindicación y se cuestionan la imagen tradicional de las mujeres”, apunta Vila. No se trata de insertar una lista de personajes femeninos casi idénticos para salvar el expediente, sino de “reclamar la variedad de las miradas. Es decir, que tengan espacio, representación y voz todo tipo de razas, etnias, clases, géneros y cuerpos”, recuerda la teórica.
En cualquier caso, los grandes tótems del tebeo internacional siguen siendo hombres, son ellos quienes han alcanzado la cúspide de la pirámide editorial. Otra lucha pendiente. “Es muy importante que las chicas jóvenes que quieran dedicarse a este campo cuenten con referentes femeninos consolidados. Cuando yo era adolescente, solamente conocía a autores masculinos”, añade Laura Pérez, ilustradora de The Washington Post, National Geographic, The Wall Street Journal, Vanity Fair o El País, entre otras cabeceras. “El silencio de las voces femeninas en el mundo del cómic es histórico, siempre ha habido mujeres trabajando, pero no tenían visibilidad. Por suerte, por fin se han abierto unas grietas. Cada vez tenemos no solamente más autoras, sino también editoras, críticas, especialistas que integran jurados de premios…”, relata Vila.
En este sentido, la experta resalta que el tebeo constituye “una herramienta cultural como cualquier otra para transmitir ideologías y establecer nuevas miradas sobre la sociedad. Sabemos que nuestra interacción con los productos culturales los puede transformar en herramientas transgresoras y útiles para la pedagogía, así que los autores, educadores e incluso los lectores tienen una responsabilidad”. “Muchas obras se están empleando en los institutos como recurso educativo para hablar, por ejemplo, de la situación de los refugiados. El arte ayuda a sensibilizar al público y el cómic es una buena forma de acceder a algunos sectores de la sociedad de una manera distinta y acercarles a temas que quizás les resulten ajenos”, apunta Laura Pérez.
Una consideración básica: para entender el presente y proyectar el futuro hay que conocer el pasado. “Durante el franquismo se empleó como un vehículo con el que lanzar mensajes patriarcales. Y después, también se instauró como predominante la figura del hombre, blanco, heterosexual… Actualmente, los grandes iconos del cómic que nos rodean reproducen los discursos dominantes, pero se van introduciendo cambios en los personajes femeninos o en las cuestiones raciales. Sin embargo, esas modificaciones en los productos comerciales suelen ser meramente cosméticos. Pero ahí está la importancia de la mirada crítica del público para demandar otras representaciones”, expone la teórica.
“Aunque ha sido usado por la contracultura como elemento contestatario y transgresor, el cómic masivo se ha resistido durante mucho tiempo a cambiar y ha defendido su discurso canónico sin cuestionar si era reaccionario o no lo era -señala Vila, cuya firma puede encontrarse en El Periódico de Catalunya, El País, El Jueves o las publicaciones de Planeta deAgostini-. Se ha mantenido como un territorio de la masculinidad hegemónico en el que el machismo estaba muy presente. Ahora todo eso se está removiendo porque también la sociedad está experimentando cambios importantes”. Por allí resopla: el cómic que está por llegar será diverso o no será.