VALÈNCIA. El cierre repentino de las bases de la aerolínea Ryanair en Tenerife Sur, Las Palmas, Girona y Faro (Portugal) a partir de enero afectará a 1,4 millones de plazas aéreas y supondrá un duro golpe para la campaña turística de las regiones afectadas. La decisión no es caprichosa. La low cost irlandesa, que desde hace años es la compañía que más pasajeros moviliza en España, atraviesa uno de los peores momentos de su historia que le ha obligado a aplicar de manera inminente cierres y despidos.
Por el momento ya ha anunciado que le sobran 500 pilotos y 400 asistentes de vuelo. Sus beneficios en el primer trimestre de su ejercicio fiscal, finalizado el pasado 30 de junio, cayeron nada menos que un 21% hasta los 243 millones de euros y la perspectiva de un Brexit sin acuerdo o los retrasos en la llegada de los nuevos 737 MAX de Boeing no hacen sino alimentar los peores augurios sobre su capacidad para superar estas turbulencias.
Así las cosas, la posibilidad de que se anuncien nuevos recortes de producción ha puesto en alerta al resto de aeropuertos en los que opera, especialmente a los que están más expuestos a la firma irlandesa. Y dentro de este grupo aparecen de forma destacada los dos principales aeropuertos de la Comunitat: Alicante-Elche y València.
Los dos aeropuertos viven un momento especialmente dulce. El aeropuerto alicantino es el quinto con mayor volumen de pasajeros dentro de la red de Aena y crece tres puntos por encima de la media. Solo en julio pasaron por sus terminales 1,7 millones de pasajeros, mientras que en lo que va de año supera ya la cifra de 8,5 millones de viajeros.
Por su parte, el de València ha ido escalando en los últimos años en la lista hasta posicionarse en el top ten de los aeropuertos españoles de mayor tráfico. Actualmente, con 4,8 millones de viajeros hasta julio es ya el octavo aeropuerto de la red tras superar a Ibiza. Con un ritmo del 11,7%, es el segundo aeropuerto que más crece de entre los diez primeros por detrás de Sevilla (20%).
Pero en ambos casos, esos importantes avances están sustentados por la ampliación de rutas y asientos ofertados por la aerolínea irlandesa. Sin ir más lejos, la oferta desde València ha crecido este verano de forma notable tras la decisión de aumentar de tres a cuatro sus aviones basados en Manises.
¿Qué pasaría pues si dejase de soplar ese viento de cola de forma repentina? De entrada, el Aeropuerto de València se expondría a la pérdida de nada menos que un 38% de pasajeros. Los datos de tráfico acumulados hasta julio indican que, de los 4,8 millones de pasajeros acumulados, 1,8 millones han llegado o partido a bordo de aviones de Ryanair.
La compañía irlandesa copa el grueso del tráfico en València muy por encima de sus competidores. Transporta a más del triple de los pasajeros que vuelan con Vueling, la segunda compañía por número de viajeros con 587.000 en el mismo periodo enero-julio. Ella sola moviliza casi a tantos pasajeros como las cinco siguientes juntas: Vueling, Grupo Lufthansa, Iberia–Air Nostrum, Air Europa y Easyjet.
En Alicante-Elche, el roto no sería tan importante, pero tampoco sería nada despreciable. La exposición del aeropuerto alicantino a la firma de bajo coste alcanza el 31% según los datos acumulados en lo que va de año. En concreto han sido 2,67 millones de pasajeros de Ryanair sobre un total de 8,5 millones del periodo enero-julio.
De entre los diez principales aeropuertos de la red de Aena, solo Sevilla, que ocupa la décima posición, tiene una mayor exposición a Ryanair, con cuatro de cada diez pasajeros que pasan por sus terminales.
Ryanair es la principal aerolínea por cuota para otros cuatro aeropuertos (Palma de Mallorca, Málaga, Ibiza y Tenerife Sur) pero no en la proporción que lo es para Sevilla, València y Alicante-Elche. Solo se aproxima el ibicenco, donde tiene una cuota del 27%. En el extremo contrario, Adolfo Suárez-Madrid y El Prat solo dependen en un 11% y un 15%, respectivamente.
La sólida evolución del tráfico en el Aeropuerto de València de los últimos años se sustenta en buena medida en la apuesta creciente de Ryanair por este destino. La firma ha ido aumentando de forma paulatina su oferta con la apertura de nuevas rutas y ampliando frecuencias. Gracias en buena medida a ello, la instalación ha conseguido reducir la estacionalidad y conseguir datos importantes de tráfico también en los meses de invierno.
El año pasado, la cuota de Ryanair fue muy similar a la de este año a falta de conocer los datos definitivos de los próximos meses (37%).
La historia de València con Ryanair, no obstante, cuenta con algunos delicados precedentes, precisamente cuando la compañía ha esgrimido su elevada cuota de mercado para exigir la colaboración económica de las administraciones, siempre bajo la amenaza de suprimir rutas o trasladar sus aviones a otros aeropuertos.
En noviembre de 2008, por ejemplo, cerró su base de València cuando la Generalitat rechazó concederle una ayuda de 10 millones de euros al estar prohibidas las ayudas directas a empresas. Al año siguiente, el tráfico de viajeros en este aeropuerto se desplomó un 17,8% hasta caer por debajo de 4,75 millones de pasajeros.
Dos años después de aquello, en noviembre de 2010, Ryanair recuperaba su base en València tras suscribir un acuerdo de marketing con la Conselleria de Turismo y Turespaña –con 800.000 euros aportados por cada una– para comenzar a escribir el camino de crecimiento compartido que le ha situado como auténtica dominadora del aeropuerto valenciano.