CASTELLÓ. "Permítanme levantar esta sesión desde el manifiesto orgullo de ser de esta tierra maravillosa y decir, en lugar de un adiós, un valió la pena". Estas han sido las últimas palabras de Javier Moliner como presidente de la Diputación de Castellón. Tras ocho años al frente de la corporación provincial, Moliner deja la institución y la política entre aplausos, como le han despedido este martes los presentes en el salón de plenos del palacio de la plaza de las Aulas.
En un discurso en que no ha querido hacer balance de su gestión y ha estado plagado de agradecimientos -a la oposición, a todos los diputados, a los alcaldes y alcaldesas, a los medios de comunicación y a los ciudadanos, "que nos han permitido compartir una reflexión" sobre las comarcas castellonenses, ha dicho- Moliner se ha despedido de una institución en la que ha dejado la impronta de su afán de "consenso", como le han reconocido los diputados de Castelló en Moviment, Compromís y PSPV-PSOE que, por ese turno, han querido también cerrar el mandato.