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Un 'dream team' escénico y plástico para promocionar el piano contemporáneo

24/03/2021 - 

VALÈNCIA. Solo, o en este caso, con la única compañía de tu piano, no podía, pero con amigos, sí. El músico y docente valenciano Miquel Ausina ha aplicado la máxima del programa televisivo La bola de cristal a su debut sobre las tablas. Del 25 al 28 de marzo, sube al escenario de la Sala Russafa su espectáculo Metamorfosis arropado por la dramaturgia y dirección de Xavo Giménez, las animaciones de la ilustradora alicantina Isabel Ruiz ‘Eixa’, la escenografía de Blanca Añón y la iluminación de José Martín Márquez. El objetivo es acercar la música de vanguardia a un público no especializado, con especial énfasis en espectadores de entre 15 y 18 años.

El proyecto multidisciplinar toma su nombre de la obra homónima creada por el compositor de música de vanguardia George Crumb entre 2015 y 2017. Su Metamorfosis es un ciclo de 10 piezas basadas en 10 cuadros célebres, que Ausina toca en directo acompañado de lienzos de, entre otros, Dalí, Van Gogh, Marc Chagall, Gauguin y Paul Klee, reinterpretados en forma de  ilustraciones animadas por parte de Isabel Ruiz. 

La música del reinventor estadounidense del piano se complementa con composiciones de Raquel García-Tomás, Michael Beil, Thierry de Mey y una pieza original, creada expresamente para el espectáculo, por la valenciana Claudia Cañamero, para piano y una pecera.

“Uno de los aspectos que tenía presentes al concebir este montaje era dar voz a una compositora emergente local, brindarle un espacio para crear una pieza dentro de la narrativa planteada. Es lo que me hubiera gustado que me pasara a mí”, comparte Ausina.

Las canciones, aunque independientes, quedan amalgamadas por la narrativa desarrollada por Xavo Giménez. El dramaturgo parte de la obra de Kafka La metamorfosis, “donde un personaje encerrado sufre una transformación metafórica”, y del poema de Goethe El rey de los elfos, que Crumb ha ligado al cuadro de Kandinsky El jinete azul. En sus versos, el autor alemán relata cómo un padre que lleva a un hijo a caballo durante la noche, descubre al llegar a su destino que el pequeño ha muerto. 

La obra, no obstante, no es narrativa ni hiperrealista, se sirve mucho de la poesía, de las emociones y de referencias a la obra de los artistas plásticos homenajeados. 

“Entendemos que el protagonista de la obra se está muriendo o que es el fin de su niño interior, y combinamos esta idea con textos más provocadores y un lenguaje más actual”, avanza Ausina, que entre los guiños irónicos desvela que hay alguna crítica a Beethoven.

El punto en la pared

En el cine hemos asistido a no pocas tramas basadas en el bloqueo creativo de un escritor. Ahí están El ladrón de orquídeas (Spike Jonze, 2003) y Barton Fink (Ethan y Joel Coen, 1991), por poner dos ejemplos. Metamorfosis muestra, en cambio, la soledad interpretativa del músico. 

“Representamos la vida de un artista que se dedica a la música de una manera enfermiza, con momentos maravillosos y horribles”, explica el pianista, que reconoce que el montaje plasma sensaciones propias, vividas frente al teclado.

Ausina incide en que su instrumento se distingue de otros en que su objetivo no es incorporarse a una orquesta. “El piano puede vivir sin el resto, ya que puede hacer muchas cosas solo”.

A diferencia de los compositores, cuya comezón es más cerebral, el lance que enfrentan los intérpretes tiene más que ver con la búsqueda de la perfección. El docente valenciano detalla lo que implica enfrentarse en una audición a una obra por la que han pasado muchísimos pianistas durante siglos. Los preparativos se convierten en una repetición cercana a la obsesión y rayana en un TOC: “Muchas veces doy vueltas por la habitación y cuando vuelvo a la realidad, estoy mirando un punto en la pared, porque la cabeza va a toda pastilla”. 

La tercera dimensión

El músico valenciano, aspira a mostrar a una audiencia no iniciada que la ejecución de su instrumento no se limita a las teclas. La composición de vanguardia conduce al intérprete hacia prácticas más corporales y físicas, donde se emplean las cuerdas del instrumento, se practica la percusión y se extraen nuevas sonoridades que abren el piano a una tercera dimensión. Así, a lo largo de la función, el pianista emplea el arpa de acero, se sirve de efectos vocales y de resonancias de la caja, en coherencia con las técnicas instrumentales extendidas por el innovador Crumb.

Ausina, no obstante, aclara que Metamorfosis es un trabajo de creación de públicos: “No soy un descubridor de nada. Este concierto no es rompedor, pero creo que puede atraer a espectadores adolescentes, porque no hay muchas propuestas didácticas para su perfil”.

A este respecto, encuentra similitudes entre la sincronización del gesto y el sonido en su obra y los videos que los chavales comparten habitualmente en la red social TikTok. También ve potencial a esta alianza entre artes visuales y escénicas a la afición creciente entre sus alumnos a los sonidos ASMR (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma). Esto es, prácticas de relajación a partir de susurros y sonidos de la vida cotidiana, como el que deriva de comer unos espaguetis, desenvolver regalos o peinarse. 

“Si los chavales escuchan estas grabaciones de manera estética, entiendo que puede haber una predisposición hacia el surtido de sonidos que ofrece la música contemporánea”, valora Ausina, quien alienta a sus potenciales espectadores a “dejar los estereotipos a un lado”.

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