VALÈNCIA. Este 31 de marzo se cumple un año de la presentación de Fes Cultura, el Plan Estratégico Cultural de la Generalitat para el periodo 2016-2020. Esta hoja de ruta con siete planes y 70 medidas ya había empezado a aplicarse en algún caso antes de aquella presentación del conseller Vicent Marzà (arropado por el president de Les Corts, Enric Morera, y la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, entre otros), pero ha sido a lo largo de este periodo cuando se han iniciado la práctica totalidad de las medidas. En concreto, los siete planes ya citados están en marcha, aunque en muy distinto grado de uso y con perspectivas de desarrollo -también por presupuesto- dispares.
No obstante, en lo que se refiere a la cifra esencial para cumplir el objetivo económico (que en los presupuestos de la Comunitat para 2020 la Cultura represente el 1%) el progreso de 2015 a 2016 fue importante. El empujón del 17%, no obstante, es todavía inferior gradualmente a los aumentos que tendrá que recibir la Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte para la penúltima de estas áreas. Por el momento, apenas se ha rebasado el la mitad del reto (0,54%) por lo que en los próximos tres ejercicios presupuestarios -el último de ellos, tras las elecciones de mayo de 2019- el acelerón debe ser considerable. Un objetivo que el mismo conseller no descarta, incluso, sin la rectificación de la financiación autonómica con la que se contaba de partida para alcanzar el citado objetivo.
Con todo, sin poder analizar las etapas del resto de objetivos económicos, analizamos la situación de los siete planes en su apartado 'Primeras actuaciones del periodo 2015/2016'. Durante la presentación se incidió en que una de las virtudes de la estrategia es la de "marcar criterios evaluables", tal y como dijo Pau Rausell, al frente de la investigación y proyecto de EconCult, empresa que se deriva de la Facultat d'Economía de la Universitat de València y su departamento de Economía Aplicada. Analizamos esos objetivos iniciáticos planteados para pasar "de la ocurrencia a la estrategia", según Oltra. Una alusión al Gobierno del Partido Popular que, además, según afirmó hace ahora un año la vicepresidenta del Consell respiraba el espíritu del Pacto del Botánico, reeditado y cuestionado a la vez durante los últimos meses.
El Gobierno valenciano apenas había contado con 100 días -vacaciones mediante- para resolver qué posibilidades tenía para revertir la crítica situación de los sectores culturales. En ese estrecho margen de tiempo, por criterios de "transparencia" y todavía con un discurso más próximo al de la oposición que fueron, decidieron poner en marcha un Código de Buenas Prácticas para que, en palabras de Carmen Amoraga, se "pusiera al frente de los organismos culturales a los mejores proyectos y no a los mejores amigos". Un procedimiento que, en septiembre de 2015, pretendía contagiar a los mismos procedimientos en otras entidades, aunque esa asimilación haya sido irregular.
En relación a la Conselleria de Cultura, de los cinco puestos básicos a resolver que se habló entonces (el Museu de Belles Arts de València, el Palau de les Arts, el Institut Valencià d'Art Modern, CulturArts y el Consorci de Museus) solo se han resuelto los dos últimos. En el primer caso, la interinidad de José Ignacio Casar Pinazo se resolvió por la vía de la libre designación a convocatoria de la Conselleria de Justicia; los contratos de los principales responsables de Les Arts y el IVAM están vigentes, así que los puestos de Davide Livermore y José Miguel G. Cortés -este último, elegido mediante proceso de concurso internacional- se adecuarán al Código en unos años; por último, tanto CulturArts -ahora llamada Institut Valencià de Cultura- como el Consorci de Museus si han seguido el procedimiento y Abel Guarinos y José Luis Pérez Pont son, respectivamente, sus directores desde abril de 2016.
La 'internacionalidad' de los procesos también es cuestionable: en primer lugar, porque las comisiones de selección han sido menos internacionales que, por ejemplo, las de los directores del IVAM, el Reina Sofía o el Macba. También porque el salario ofrecido, acorde con el resto de salarios de la Generalitat desde su president hasta la misma Conselleria, no pelea precisamente por atraer a grandes nombres de la gestión cultural en Europa o el mundo (la captación de talento se enfoca de otra manera); por último, porque criterios como niveles de conocimiento de la lengua propia se exigen a la presentación de la candidatura. Huelga decir que en este tipo de procesos para ese tipo de cargos a nivel cultural en el mundo, esa exigencia, según el caso, puede aplazarse de seis meses a dos años, no siendo una barrera de acceso.
Sea como fuere, el pasado martes, en la entrega dels Premis de la Associació d'Actoris i Actrius Professionals Valencians, su presidente, Ximo Solano, fue claro con las sensaciones del sector respecto de estos procesos: "han tardado dos años en completar el organigrama de Cultura y eso no es culpa de Montoro". Se refería a los recientes nombramientos de las tres direcciones adjuntas del Institut Valencià de Cultura, redondeando con un par de meses de diferencia -quizá los que necesiten para que sus proyectos empiecen a rodar- la distancia entre la victoria electoral y la llegada de un responsable en firme para Música, Artes Escénicas y el Audiovisual, donde repite José Luis Moreno. Diputación y ayuntamientos han adoptado el código de manera dispar, mientras que los directores artísticos (Cinema Jove, Sagunt a Escena, Dansa València...) se han seleccionado de manera directa, tal y como explicaba el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, a este diario.
El punto de partida de este plan de choque lo resumía José Martínez Rubio en este análisis del proyecto: "tres datos de alarma: el 35% de la población no lee nunca, existe 1 librería por cada 15.304 habitantes (30% menos de la ratio nacional) y solo un 2% de los ciudadanos compra libros en valenciano". La estrategia trazada a inicios de 2015 por la Fundación para el Libro y la Lectura (FULL) pretendía que sus ambiciones llegaran hasta 2020 en el documento llamado Plan Valenciano del Libro. La fusión precisamente del nombre de la entidad y de su plan, en una reunión en La Nau a la que asistió la misma Carmen Amoraga, responsable del área desde la Dirección de Cultura y Patrimonio, llevó a que esta línea fuera una de las primeras en implementarse.
Más allá de la ambición pedagógica en torno a la lectura -y sus recursos económicos- o de la conexión del plan con un sistema cultural más enriquecido, el plan abarca prácticamente todos los rincones del ecosistema con 250.000 euros anuales. Formación de lectores, creación de obras, distribución y ventas están insertos en Llegim, llegim llegim -nombre amable del plan- cuyos resultados también están relacionados a la inversión. También con el proceso de internacionalización en el que Amoraga también tiene el mando y cuyas relaciones con el Institut Ramon Llull o el Instituto Cervantes ya se han dejado notar en la presencia del libro valenciano en la inminente Feria del Libro de Bolonia.
Por el momento, el Plan quiere abrir más bibliotecas escolares, una formación específica de los docentes para que esos espacios tengan otras dinámicas e incluso "formación para los libreros que son dinamizadores", además de aumentar los presupuestos de bibliotecas. Lo dicho, en proyecto, se deriva de que ese margen económico crezca progresivamente. En un sentido pragmático y alejado de la inversión pública, el reto para Amoraga para 2017 es "implicar a todos los sectores" y extraer otra implicación con respecto al libro por parte de los comerciantes a partir de la mesa de interlocución creada.
El Plan Valenciano para la Internacionalización de las Industrias Culturales y Creativas es otro de los pilares de un Fes Cultura que tiene por objetivo impulsar a el sector a mercados más allá de nuestras fronteras. Activado en junio de 2016 por parte de la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, este primer paso consistió en dos tomas de contacto. Por un lado el Instituto Cervantes y, por otro, el Institut y Fundació Ramon Llull. Tal y como recoge Fes Cultura, los objetivos del plan son la financiación para la participación en mercados y festivales consensuados con el sector, eventos de dimesión internacional en la Comunitat y acuerdos de colaboración con las agencias de colaboración y promoción.
A este respecto, la doble vía también ha evolucionado a dos ritmos. Así lo expresaba Carmen Amoraga hace apenas dos semanas: “La colaboración con la Fundació va como un tiro, ahora en abril iremos a la feria del libro infantil y juvenil de Bolonia en la que por primera vez no hay país invitado, sino lengua invitada, el catalán. Nosotros nos podremos debajo del mismo foco. A las editoriales y autores valencianos va a darles mucha visibilidad. El camino lógico es acabar formando parte de la Fundació Ramón Llull como gobierno. Con el Instituto Cervantes mantuvimos una reunión muy fructífera con su director Víctor García de la Concha, tenemos el borrador del convenio de colaboración, que no está firmado porque el gobierno estaba en funciones. Ahora García de la Concha no está como director, pero se firmará”.
“Durante el segundo trimestre de 2016 presentaremos el Plan Valenciano de Mecenazgo con el que se mostrarán, en diferentes actos a lo largo del territorio, las medidas para incentivar la inversión en cultura por parte de las empresas”. Como han acabado reconociendo los principales responsables del área en la Conselleria, lo suyo no son los plazos. Fes Cultura preveía activar el plan y Ley de Mecenazgo en pocos meses, pero la realidad no ha ido al ritmo previsto. La esperada Ley fue anunciada en el seminario de gobierno de Morella, para acabar pasando a Torrevieja y seguir pendiente en el de Sagunto. “Teníamos el proyecto [pero] las aportaciones han sido tan ricas que queremos seguir enriqueciéndola”, indicó Marzà el 21 de enero, preguntado por el retraso de la norma en la rueda de prensa del Consell.
Efectivamente se llevaron a cabo reuniones con aproximadamente 70 representantes del ámbito cultural en València, Castellón y Alicante, siendo estas mismas entidades las que habrían pedido “más tiempo para la participación”, según indicó el conseller. “Ahora tenemos la propuestas de la sociedad civil y estamos incluyéndolas en nuestro proyecto, que está prácticamente hecho. Estamos redactando definitivamente el texto de la ley para llevarlo a aprobación de la propia conselleria y después pasar el filtro de las comisiones e informes”, añadía en febrero el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, en una entrevista concedida a Cultur Plaza.
Si bien, Girona destacó que la oficina está “prácticamente” funcionando y sí se presentó un Plan de Mecenazgo con algunas ideas generales y un vídeo en YouTube, aunque la concreción real dependerá de la ley. Entre ellas, se anunció la posibilidad de que el proyecto integre una plataforma de micromecenazgo para proyectos culturales, una estructura que ya se da en otras administraciones, como la Diputación de Gipuzkoa, que desarrolló el pasado año el Programa Meta!, con el que se buscaba poner en marcha una veintena de proyectos culturales, en el marco del DSS2016-Donostia/San Sebastián capital europea de la cultura. “Queremos que se integre […] Está contemplado y es una de las cosas que estamos hablando con los sectores”, indicó Marzà al respecto. Por otro lado, también está pendiente cerrar la fecha de los workshops que conselleria anunció hace más de un año , que no se celebraron ni en junio ni en septiembre y que ahora esperan “cuadrar agenda” con Presidencia para fijar un nuevo calendario.
Es quizá el Plan Valenciano de Democratización Cultural uno de los más difusos de los siete incluidos en el plan estratégico de la conselleria, una marca paraguas que incluye numerosas acciones –algunas ya existentes, otras novedosas- destinadas a incentivar la creación de nuevos públicos y posibilitar el acceso a la cultura de toda la ciudadanía, “independientemente del nivel de renta o condición de origen”, reza la descripción oficial del plan. Una de las grandes novedades a este respecto es la generación de una Capital de la Cultura Valenciana (CCV), algo que ya hace la Generalitat de Catalunya o la Unión Europea, que será declarada cada año con el objetivo de fomentar la visualización, el reconocimiento y la deslocalización de la actividad en el territorio autonómico. El nombre de la primera capital será desvelado esta misma primavera, ciudad que acogerá una exposición, una propuesta escénica y un congreso o encuentro organizado por la Generalitat.
El segundo pilar del plan es el programa 'Butaca Solidaria', una iniciativa que pretende "conectar" con las personas en riesgo de exclusión social a través de la reserva de entradas gratuitas o con descuento, bonos, acciones para visibilizar la oferta cultural del territorio y diversos programas de actividades. En coordinación con la Secretaría Autonómica de Inclusión, cuenta con la colaboración con el Institut Valencià de Cultura (IVC), el Consorci de Museus, el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), el Palau de Les Arts o el Museo de Bellas Artes de Valencia. En este sentido, por ejemplo, el Institut Valencià de Cultura con la Dirección General de la Infancia y la Adolescencia emprendió un proyecto piloto que entre junio y noviembre contó con la participación de 628 espectadores en eventos como Cinema Jove, Sagunt a Escena, Filmoteca d'Estiu, Festival de Música Antiga i Barroca i el Ballet de la Generalitat Valenciana; y el Consorci de Museus impulsó el acceso gratuito en el Centre del Carme y programas escolares de proximidad, entre otros.
En los estirones presupuestarios de Cultura, proporcionalmente analizados, el de las Artes Escénicas es uno de los más notables. El punto de partida, lo que había que cumplir en ese primer ejercicio, tuvo mucho que ver con el Plan de Choque de las Artes Escénicas presentado en tiempo y forma con un incremento de 1,2 a 2,2 millones de euros. Por ejemplo, con una subida en las subvenciones del 78% para teatro y circo y un 66% para la danza, además de la promesa de estirarse todavía más a lo largo del presente año.
Las cifras también han redundado en la creación del Teatre del Poble Valencià -con el aumento de coproducciones y la llegada de una primera gran producción (Happy End, de Bertolt Brecht)-, la recuperación de Dansa València -que se celebra la próxima semana- y la reactivación del Circuit Teatral en las poblaciones que este año podría mantener un flujo de representaciones en torno a los 80 municipios. Sin embargo, el ya citado discurso de Solano en la entrega de los Premis AAPV 2017 o la protesta en el Principal de los dramaturgos, tirando 150 textos en su vestíbulo por la falta de apoyos a la autoría, hacen ver la distancia entre la Administración y los creadores de escénicas. Unas diferencias que Marzà ve injustificadas, a tenor de los incrementos dinerarios y las nuevas estructuras creadas.
Entre los objetivos previstos por el plan Fes Cultura para el periodo 2015/2016 se fijaba la formación de una Mesa de la Cultura Valenciana (MECUV) que supusiera un órgano intermediario entre la conselleria y el sector profesional. Así lo define el propio plan: “la MECUV será el espacio de participación y diálogo del gobierno valenciano con los diferentes sectores culturales y creativos valencianos a partir del cual se determinarán los procedimientos para hacer aportaciones a las normativas y bases nuevas que elaborará la administración”. La constitución oficial del órgano se ha retrasado más allá de lo previsto, una mesa que se reunirá al menos dos veces al año y que busca funcionar como foro de diálogo abierto entre la secretaria autonómica de Cultura y Deporte y los agentes culturales de la sociedad civil, un espacio que se articulará en seis comisiones: de libros, archivos y bibliotecas; de patrimonio, artes plásticas y museos; audiovisual; de música y cultura popular; de artes escénicas y comisión de educación y cultura.
Fue durante la presentación del plan de democratización cuando se avanzó su inminente constitución –aunque sin concretar fechas- y su primer cometido: la creación del Estatuto del Artista. Cabe recordar que el pasado 15 de febrero el Congreso puso en marcha la subcomisión para redactar el Estatuto del Artista en el ámbito nacional. Preguntada por si la creación de ambos estatutos irán de la mano, la Directora General de Cultura y Patrimonio de Comunitat Valenciana, Carmen Amoraga, indicó: “Tenemos que empezar a moverlo. El día que se entregaron las llaves de la quinta fase del Museo de Bellas Artes hubo una reunión después entre el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo; el conseller, el secretario autonómico y yo, un encuentro que sienta una base muy importante que es de colaboración […] Si podemos ir de la mano, iremos. El respeto a los creadores es muy importante”.