VALÈNCIA. Se avecina una auténtica cascada de salidas de trabajadores de la banca española en los próximos meses dentro de un sector que no gana para disgustos. Todo ello a unos días vista de comenzar a rendir cuentas de sus resultados correspondientes al primer trimestre del año en curso tras las nefastas cuentas en líneas generales de 2020, sin duda condicionadas por las fortísimas dotaciones realizadas por el 'efecto coronavirus'. Y es que tocaba reforzar los balances a costa de ganar menos... o incluso llegar a presentar pérdidas como sucedió en alguna que otra entidad.
Unos 'tipos cero' -negativos para los bancos porque tienen que pagar un 0,5% por tener 'aparcado' su dinero en el Banco Central Europeo (BCE)-, una cada vez mayor competencia fintech y la seria amenaza bigtech, una hiperregulación y las multimillonarias provisiones realizadas para cubrirse ante la crisis pandémica han pasado factura -y mucha- sobre las entidades financieras.
Basta ver sus cotizaciones en bolsa a lo largo del pasado ejercicio para hacerse una idea de ello. Cierto es que también se vieron afectados por verse obligados a suspender el pago de dividendos -y también la recompra de acciones- a instancia de la autoridad monetaria europea, cuyo veto fue levantado a mediados de diciembre pasado. Pero eso sí siempre y cuando no supere el 15% teniendo en cuenta los beneficios netos acumulados entre 2019 y 2020 o 20 puntos superior a la ratio de capital de máxima calidad CET1. Los bancos tendrán que escoger el porcentaje que sea menor.
Un sector que desde la crisis subprime de 2008 -la de las 'hipotecas basura'- va camino de perder el 40% de su fuerza laboral, es decir, unos 100.000 trabajadores. De hecho, tal y como contó Valencia Plaza la semana pasada, solo en la Comunitat Valenciana ha visto como se cerraba una oficina bancaria cada día y medio desde entonces, reduciendo la red comercial en un 57,38%, más de seis puntos porcentuales respecto al conjunto nacional.
Los bancos tienen claro que el objetivo no es otro que ganar rentabilidad a toda costa, más allá de potenciar las operaciones fuera de balance -como están haciendo- como fondos de inversión, planes de pensiones, seguros y sicavs. Todo ello además de seguir adelgazando las plantillas de un sector cada vez más mermado, que no le toca otra que reinventarse.
Según los cálculos de este diario, son más de 20.000 salidas las que tendrán lugar en los próximos meses, bien a través de despidos directos o prejubilaciones anticipadas. Y buena parte de los mismos saldrán de la mayor reestructuración de la banca española como es la integración de Bankia en CaixaBank. Una operación aprobada hace menos de un mes por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
Los empleados de ambas entidades contienen la respiración ante este martes 19 de abril, cuando se darán a conocer los criterios del nuevo Expediente de Regulación de Empleo (ERE), que afectará como mínimo a 8.000 trabajadores y que UGT contempla que podría alcanzar los 13.000 empleos destruidos. El nuevo CaixaBank especificará el detalle de las causas y las medidas que pretende llevar a cabo; mientras que la equiparación, voluntariedad y movilidad serán las claves en la negociación como contó Valencia Plaza hace 19 días.
Mientras tanto se espera que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y el Ministerio de Economía den el visto bueno a la fusión entre Unicaja Banco y Liberbank -mejor dicho la integración de la segunda en la primera-, que fue aprobada por los accionistas de ambas entidades el pasado 31 de marzo. Se calcula que unos 2.000 empleados tengan que desfilar en los próximos meses. Unas salidas que se analizarán "con rigor y seriedad", dando cumplimiento a la normativa y con el mayor acuerdo posible entre las partes, según lo expresó el presidente del banco malacitano Manuel Azuaga.
Varias son las entidades que actualmente tienen un ERE en curso sobre la mesa. Ahí está el caso del Banco Santander sobre un máximo de 3.572 trabajadores, que a finales del mes pasado había recibido la adhesión de más de 1.800 empleados. El llamado 'banco rojo' mantiene abierta la fase de adscripción voluntaria para la red comercial, las unidades de recursos humanos y organización y las unidades territoriales de riesgos hasta el próximo 30 de junio.
Como también el Banco Sabadell, que acaba de cerrar el plan de salidas voluntarias, por el que han dejado el banco 1.817 empleados: mientras se prevé que en los próximos meses salgan otros tantos incluyendo los que lo hagan desde su filial británica TSB. Un programa de ajuste, que no es un ERE sino salidas voluntarias, que permitirá al banco domiciliado en Alicante ahorrar 115 millones de euros en costes anuales.
Unos números similares -en torno a los 3.000- los que se prevén que abandonen el BBVA tras la primera reunión del pasado viernes entre sindicatos y el banco. La entidad presisida por Carlos Torres, que rompió su noviazgo con la de su homólogo Jose Oliu en noviembre de 2020, cimenta su nuevo plan de ajuste en la caída continuada de beneficios y en la transformación del sector. El número de empleos afectados no se trasladará hasta pasada la celebración de la junta de accionistas del conocido como 'banco azul', que tendrá lugar el martes 20 de abril.
Por último, Ibercaja pretende completar las salidas de su ERE en los próximos 15 meses; mientras descarta realizar otro ajuste. Así lo aseguró la semana pasada su consejero delegado, Víctor Iglesias, en la rueda de prensa posterior a la presentación del nuevo plan estratégico del banco para el periodo 2021-2023, en relación a la salida de 750 empleados, el 15% de la plantilla actual, y el cierre previsto de unas 200 oficinas, el 20% de la red.