Me gustó la expresión, me gustó quién la pronunció y me gustó el lugar y el entorno. Ese tipo de discursos y de ideas son las que nos hacen a la Comunitat Valenciana, una tierra amable y acogedora, sí, el paraíso para millones de viajeros
VALÈNCIA. Mañana empieza el mes más importante –al margen de la temporada veraniega– para el turismo en Valencia, marzo significa Fallas y todo lo que ello conlleva. La imagen de nuestra ciudad se proyecta en todo el mundo, el colorido que desprenden las fiestas josefinas sólo es comparable a los carnavales, con la particularidad que Fallas sólo hay en Valencia –y municipios de la provincia– y que la riqueza de esta fiesta que quizá los propios valencianos no sabemos valorar, es inconmensurable.
Esta misma semana se celebró el primer gran acto de las Fallas, la Crida donde la tradición marca que nuestra Fallera Mayor invite a todos los valencianos y “tot lo món” a venir a Valencia y a disfrutar de estos días de pólvora, gastronomía y pasacalles donde contemplar la maravillosa indumentaria valenciana. Porque nuestra fiesta se abre al mundo y atrae a millones de personas de cualquier parte del planeta que se asombran al contemplar la espectacularidad de cada monumento fallero y la alegría que rezuma una comisión mientras desfila al son de los pasodobles. Nada más valenciano, nada más español.
La turismofilia es la actitud de los valencianos ante el turismo, como denominó el actual Secretario Autonómico de Turismo, Francesc Colomer, en su discurso de clausura en la Gala Anual de los Premios FOTUR. Gran expresión en clara contraposición con la turismofobia aireada en otros territorios y manifestada con pintadas y alguna agresión hacía los extranjeros que vienen a España como destino de ocio, cultura, diversión, belleza, relax y muchos acaban invirtiendo para residir aquí cuando acabe su vida laboral y empiece su vida real.
Valencia recibe a la primavera y a millones de turistas [el pasado año cerca de 5 millones de pernoctaciones], la mayoría de visitantes son de países de nuestro entorno –Reino Unido, Francia, Alemania, países nórdicos, Italia, Holanda. Bélgica– y las previsiones para este 2018 son ilusionantes. Un dato que favorece el aumento de visitantes, además del gran trabajo para que las Fallas fueran Patrimonio de la Humanidad UNESCO y tuvieran mayor eco internacional a nivel mediático, es el aumento de las conexiones aéreas, la mayoría con destinos europeos.
En la misma línea, el director de la Fundación Turismo Valencia, Antonio Bernabé, recordaba hace unos días que un indicador muy relevante es la conectividad, es decir, los nuevos vuelos y el incremento de las frecuencias, y las acciones que desde las diferentes instituciones realizan en esos destinos para dar a conocer y promocionar nuestra ciudad y nuestras fiestas más relevantes. Así que durante las próximas semanas, nos convertimos en una ciudad donde el idioma oficial casi es el inglés, amen del castellano, pues la mayoría de turistas recurren a la lengua más internacional para entenderse. Por ello los hoteles y restaurantes, además de los museos y lugares d interés, deben cuidar e indicar todo principalmente en inglés, y también en castellano y valenciano, como impone la normativa. Pero primando el sentido común y la facilidad con los extranjeros que acuden al Cap i Casal.
Si somos la tierra del sol y playa, de las bandas de música, de los festivales, de la pólvora y de la paella, somos también la tierra de la seda, del diseño, del arte fallero, del fervor por nuestros patrones San José y la Virgen de los Desamparados, con esa emotiva ofrenda que sorprende cada año a propios y extraños. Somos una tierra que por rica y abierta, tantas veces no valora lo que tiene y no se enorgullece lo suficiente. Los que vienen de fuera se quedan maravillados con todo lo que tenemos y la generosidad con la que lo ofrecemos. Eso es la turismofilia.
Dicho lo cual, la normativa como sucede con los pisos turísticos de alquiler, así como las ordenanzas para respetar el descanso de los vecinos y el orden público, deben ser razonablemente preservados y vigilados para lograr equilibrio y convivencia en este mes donde la ciudad arde literalmente y donde volvemos a encandilar a millones de personas que seguro que al marcharse ya están pensando en volver y deben de murmurar ‘Valencia, increíble pero cierta’.