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iban a ser vendidas por ocho millones de euros

Tras la pista de los 'modigliani' falsos: así fue el operativo que evitó el fraude millonario

20/09/2020 - 

VALÈNCIA. La semana pasada, los medios de comunicación daban cuenta del suceso. La Policia de la Generalitat concluía una operación empezada el pasado mes de diciembre cuando intervino unas obras expuestas en una casa de subasta de València. Se trataba de once obras de los dos hermanos Benlliure, Joan Miró y Amedeo Modigliani. Todos estos pertenecían a un ciudadano holandés residente en Barcelona que quería vender estos cuadros y que, finalmente, no lo consiguió: el peritaje determinó que eran falsificaciones y que no pertenecían a los catálogos oficiales de los pintores. En concreto, las tres obras de Modigliani se iban a poner en venta por un valor de ocho millones de euros.

La alerta llegó desde el propio indicio de que “València no tiene el músculo económico para asumir la venta de obras como un ‘modigliani’”, según explica Antonio López, jefe del Grupo de Patrimonio de la Policía de la Generalitat, que aunque indica que las casas de subastas deberian notificar qué obras se van a poner a la venta, en este caso (y en otros muchos) no se notificó. La unidad autonómica especializada en delitos contra el arte y el patrimonio realizó una inspección ocular y decidió, por diferentes indicios, intervenir estos cuadros.

¿Cómo llegaron las obras a València? La historia de estos lienzos se remontan hasta, al menos, 1968, cuando se cuelgan en el Centraal Museum de Utrecht unos supuestos bocetos del pintor italiano en los que utilizó una técnica inédita hasta ahora, desconocida para el público. Había entonces dos personas que otorgaban certificaciones de autenticidad para los coleccionistas del maestro italiano, y una de ellas era su propia hija, que por su parte, no llegó a conocer y vivir con su padre más de unos meses de vida. Las certificaciones es un negocio como otros tantos en el mundo del arte privado, y los diferentes expertos y expertas luchan por ser los únicos del mundo en poder hacerlo.

Cuando la hija de Modigliani se entera que estos cuadros están colgados en Utrecht, se monta un escándalo por la petición de esta de que se retiren los cuadros que serían, presuntamente, falsos. Así se determina y las obras desaparecen hasta 2014, cuando tras años “en la sombra”, se vuelven a poner en venta.

Detalle de la firma falsa de Modigliani. Foto: POLICIA DE LA GENERALITAT

Es el modus operandi habitual, según explica Antonio López, de la Policia de la Generalitat. La unidad podía estar en alerta e incluso buscaba una obra falsificada en concreto que -finalmente- se encontraba en Madrid. El propietario de las obras “se puso como un obelisco” cuando se enteró de la intervención de las obras que pretendía vender y aportó documentación para probar la autenticidad de estas, aunque de escaso valor y fiabilidad. Es entonces cuando la policía decide abrir un atestado policial y pide que sigan expertizadas.

Mala idea la de intentar colar obras falsas de Modigliani en València, porque la Comunitat no solo cuenta con una unidad especializada que colabora con IVACOR (Institut Valencià de Conservació y Recuperació de Béns Culturals), sino que esta institución cuenta con una experta en pintura, Greta García, cuya tesis, de hecho, establecía un método de expertización de la obra de Modigliani. Esta coincidencia permitió que los indicios pudieran ser clarificadores: desde el principio se pensó que estas obras podían formar parte de esa serie de veinte que desaparecieron y se estaban vendiendo en mercados de “segunda y tercera línea” como el mercado asiático o València mismo, según explica a este diario la propia Greta García.

Las obras estuvieron unos dos o tres meses en el IVACOR, donde fueron sometidas a diferentes pruebas para determinar su autenticidad. Las conclusiones eran claras: la técnica utilizada no concordaba en absoluto con ninguna etapa ni rutina del pintor italiano. En realidad eran obras, posiblemente hechas por un colaborador estrecho, que se hacían pasar por bocetos. En concreto, una de las tres obras se supone que era un ensayo del que luego sería La Belle Romaine. Las pruebas realizadas muestran una técnica de aguarrás que no es coherente con el resto de la obra del pintor, “Modigliani, cuando no cogía el lápiz, cogía el pincel, esta técnica intermedia no tiene sentido en su obra”, explica la experta Greta García. Además, las radiografías muestras varios intentos de reproducir la firma del pintor italiano, algo que no concuerda con la idea de un boceto. “La firma sería posterior a la obra para que serviera como prueba de una autoría que, en realidad, es falsa”, comenta García.

Tras décadas escondidas, las obras se han intentado vender en diferentes lugares. No lo han conseguido en València, tras el aviso de una fuente de que se pretendia hacer esta venta: “Si quieres vender un Modigliani genuino, no es normal acudir a una casa de subastas de València, sino a las grandes europeas como Sothebys o Christie’s.”, explica el subinspector de la Policia, que ha conseguido sacar del mercado estas falsificaciones.

Consecuencias limitadas

Por muy curioso y llamativo que pueda sonar este caso, en realidad, la unidad especializada de la Policía de la Generalitat trabaja casi día a día en este tipo de casos. Desde 2014 se han intervenido más de 5000 piezas (medio millas de ellas, pinturas) por valor de 235 millones de euros. Este departamento especializado es inédito entre los cuerpos de seguridad autonómicos.

Otra de las obras intervenidas. Foto: POLICÍA DE LA GENERALITATLas consecuencias de este intento de vender fraudulentamente obras de pintores como Miró, los dos hermanos Benlliure o el mismísimo Modigliani en realidad serán muy limitadas. Por una parte, mientras no se pueda probar que había un conocimiento explícito del propietario de que las obras eran falsas, la justicia determinará que la documentación con la que le fueron entregadas las obras fueron en sí otro fraude, por lo que este holandés sería una víctima más. La causa -previsiblemente- se archivará sin efectos penales aunque sí la intervención de las obras, a las que se les dará varías  opciones: o destruirlas, o marcarlas como falsificaciones en el anverso y el reverso para evitar posibles futuras ventas, o donarlas al cuerpo de Policia para labores educativas y divulgativas.

Tampoco se hace responsable de nada la casa de subastas, que aunque el Código Penal establece en 2015 que, como intermediarios, si deberían responder penalmente, aún no hay jurisprudencia y se escudan también en que la documentación aportada por el propietario resulta veraz. Estas ‘solo’ se juegan un problema de reputación.

Esta serie de obras de Modigliani han tenido diferente suerte: desde la intervención y salida del mercado en València hasta Seúl, donde un museo llegó a exponerlas como auténticas. “Son delitos que mueven muchísimo dinero y son operaciones difíciles de detectar”, explica Antonio López. “Muchas veces se trata del 'timo de la estampita', las personas que compran falsificaciones creen que están comprando a un precio más bajo de su valor habitual arte genuino que, en realidad, son falsificaciones. Hay muy pocos expertos y expertas en las casas de subastas y en las colecciones privadas que pongan un límite a este mercado”, añade Greta García.

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