ilustres veraneantes

Tomás Trénor, con Godella en el corazón, disfruta en el norte y recorriendo l’Horta Nord

Tomás Trénor, IV Marqués del Turia es un apasionado de Valencia y su historia, la cual estudia y recopila investigando sobre su familia, referentes desde la Exposición Regional de 1909 impulsada por su bisabuelo Tomás Trénor Palavicino. Recorremos la Godella de su infancia hasta sus veranos urbanitas en el Cap i Casal

14/07/2018 - 

VALÈNCIA. La casa familiar la teníais en Godella, imagino que sería un destino perfecto para verano, ¿cómo recuerdas aquellos años?

La casa familiar de Godella la había hecho mi tatarabuelo a finales del siglo XIX y siempre fuimos allí. Eran veranos muy buenos y muy largos, terminábamos el 21 junio en los Jesuitas y hasta principios de octubre, aunque no podíamos olvidar los deberes de vacaciones, que debíamos enviar al colegio por correo en fechas determinadas y que terminábamos como se puede suponer siempre en el último momento. En aquellos años se vivía mucho en la calle, en Godella había muchos campos de algarrobos y almendros, recuerdo. Íbamos toda la familia, primos y tíos incluidos. Había una pandilla de los más jóvenes y otra de los que éramos adolescentes formada por los veraneantes de Godella, Rocarfort, Campolivar y Burjassot. 

¿Cómo eran las aficiones de verano en los años 60?

Pues recuerdo que íbamos mucho en bicicleta o andando, no había tanta prisa como ahora. Teníamos una mesa de ping pong donde adquirí cierta habilidad…je je, la vida era muy tranquila y sencilla. Por ejemplo, para bañarnos no había piscinas como hoy en día, las casas de veraneo eran antiguas, pero había algunos huertos con balsas de riego donde nos bañábamos con el agua de pozo fría. Recuerdo especialmente que desde nuestra casa –en la parte alta de Godella–disfrutábamos de una vista extraordinaria, podía contemplarse toda la huerta de Valencia desde Cullera hasta Sagunto. De hecho, cuando estaban los Altos hornos de Sagunto se veía perfectamente cuando trabajaban la nube de humo y vapor de agua, lo que llamaba mucho la atención de los más niños.

Tomás Trénor rescata de su memoria esas escenas de un verano costumbrista: “Por la tarde pasaba la horchatera en un carrito con su caballo, tocaba una trompeta como la del pregonero y comprábamos horchata, limón granizado y agua de cebada para merendar. Los mayores salían a la calle que aún no estaba asfaltada y hacían la tertulia a la fresca.”

 

Tenías familia en el norte, una zona clásica para la temporada estival, ¿fuisteis alguna vez a veranear allí? 

Durante algunos años fuimos al norte, a Santander, en concreto a la localidad de Santoña porque teníamos ahí a una hermana de mi abuela y las primas de mi madre. Primero íbamos en tren y luego empezamos a ir en coche, era un viaje largo pero lo recuerdo como algo muy agradable. Disfrutábamos en la playa de Berria y por la tarde con gusto las sardinas asadas en la calle. Fueron veranos muy agradables, teníamos una pandilla con amigos de Madrid y Bilbao, la zona es preciosa y era un sitio de veraneo muy clásico del norte. 

En aquellos años el servicio militar obligatorio marcaba la agenda de los varones jóvenes, ¿fue así en tu caso?

En efecto, dos buenos veranos completos de tres meses en la Costa del Sol, en Ronda, Málaga, a cargo del Estado, jajaja….Cuando nos daban un permiso más largo, recuerdo venirnos cinco amigos en un Seat 600 desde Ronda hasta Valencia, cargados con los petates. Eso sí que era una buena forma de hacer turismo, y con 20 años, mejor todavía. 

Tienes una especial vinculación con Asturias, cuéntame. 

Efectivamente, porque hay una casa de la familia en una pequeña aldea que se llama San Román de Villa, en el concejo de Piloña de apenas 30 habitantes. Cuando mis hijos eran un poco más mayores fuimos algunos veranos. El contraste con nuestro entorno y nuestro clima es total, la naturaleza, los paseos por la montaña. Recuerdo que íbamos a ver la salida del descenso del Río Sella, un auténtico espectáculo. Quizá este año haga una escapada allí. 

Tomás Trénor, ostentas el Marquesado del Turia, pero hay que decir que en la actualidad un Marqués trabaja y mucho. 

Así es, soy abogado de profesión y he sido director de la asesoría jurídica de un grupo industrial importante, y luego estuve en un gran despacho de abogados. Hoy en día sigo activo porque me gusta mantenerme al día, aunque con menos carga profesional. Respecto al título, para mí es una herencia moral importante que creo hay que llevar con la mayor dignidad posible, intentando emular los méritos de quien lo obtuvo. 

Tu bisabuelo, el primer Marqués del Turia fue el impulsor de la Exposición Regional de Valencia celebrada en 1909. 

Efectivamente, Tomás Trénor Palavicino quien se entregó en cuerpo y alma para que la Exposición Regional fuera un éxito y colocar a Valencia en un lugar de referencia. Algunos hombres de la cultura valenciana lo consideraron el inicio de una nueva época. La verdad es que un honor pertenecer a esta familia, vinieron de Irlanda a principios del siglo XIX, primero fueron empresarios y comerciantes destacados y cristalizaron en una saga familiar avanzada y moderna que trabajó mucho por el progreso en Valencia. Es un ejemplo de cómo una familia extranjera se afinca en Valencia, se enamora de esta ciudad y se integra en su desarrollo.   

 Tomás Trénor, gran estudioso de la historia de su familia, rescata algunos libros y documentos para rememorar destacadas citas sobre aquel evento que comparte con entusiasmo.

Vicente Aguilera Cerni crítico de arte que presidió el Consell Valencià de Cultura (1994-96), dijo: “Por todo ello así como por el fecundo desarrollo de todo el certamen –Exposición Regional– cabe considerarlo como un acontecimiento que cierra una época y abre la actual.”

Manuel Sanchis Guarner afirmó: “La activa y fecunda asociación de los burgueses de Valencia tuvo la gran habilidad de unir a todos los valencianos, desde los republicanos a los carlistas para organizar este certamen, bello exponente de la vitalidad del país.”

Siguiendo con esa tradición de implicarse en la vida de la ciudad, presides la Junta Provincial de Valencia de la AECC –Asociación Española Contra el Cáncer– desde hace un tiempo.

Ni más ni menos que más de 20 años llevo vinculado a la AECC y es una de las cosas de las que me siento más orgulloso. Se está llevando a cabo un muy buen trabajo, la solidaridad valenciana se manifiesta en este tipo de entidades, somos canales de comunicación que muestran el compromiso cívico en la lucha contra la enfermedad.  

¿Qué hacéis actualmente?

Entre las muchas actividades y programas que llevamos a cabo, quiero destacar que el primer centro de diagnóstico precoz de cáncer de mama lo instaló la Junta de Valencia. Hoy en día tenemos un amplio abanico de programas: la psico-oncología, voluntariado en hospitales, programas para niños, información y educación, prevención primaria, campaña solar durante el verano, de hecho hoy en día hay más conciencia sobre la importancia de protegerse del sol. 

Y también estás implicado en una institución de lucha contra el cáncer muy arraigada en la sociedad valenciana como es el IVO. 

Soy vicepresidente del patronato del IVO donde trabajamos por seguir con la excelencia en la asistencia al enfermo de cáncer, especialmente gracias a los profesionales que trabajan ahí, como así lo demuestran las cuatro décadas que acabamos de cumplir de servicio y profesionalidad para tratar el cáncer en nuestra ciudad. 

 Y completando tu intensa actividad cultural, asistencial, social, también eres vicepresidente del Ateneo Mercantil.

Estamos realizando una gran labor a nivel cultural, siendo el Ateneo una de las instituciones más antiguas de Valencia, mantiene su vigor y hoy en día su magnífico edificio alberga todo tipo de eventos: desde recital de poesía a interesantes conferencias y actividades recreativas. 

¿Cómo son los veranos en la actualidad? Por la paz que me transmites  imagino que muy tranquilos.

Totalmente, pero te voy a decir la verdad, hago un veraneo muy urbano, de Ciutat Vella, en concreto de Seu Xerea. Me gusta salir temprano en bicicleta, realizo varios recorridos por la Huerta Norte, la vía Churra hasta Puzol por ejemplo son unos 40 kilómetros. Los caminos por los campos de naranjos son muy relajantes: Albalat dels Sorells, Meliana, Massalfasar son una maravilla. Obviamente en verano hay que salir temprano porque el sol castiga sin piedad, aunque yo aguanto bien el calor. 

¿Dónde te podremos ver este verano?

Pues tengo previsto estar en los archivos históricos para repasar las antiguas escrituras familiares porque quiero seguir con la investigación que llevo a cabo desde hace años, y así seguir enriqueciendo la documentación familiar. Visitaré principalmente el Archivo del Reino y el Archivo Histórico Municipal. 

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