CRÍTICA DE CINE

Tomb Raider: Lara Croft se reinventa pero su trama naufraga

16/03/2018 - 

VALÈNCIA. Los noventa se convirtieron en la década de esplendor del videojuego y en muy poco tiempo las carteleras de cine comenzaron a llenarse de sus adaptaciones. La industria del entretenimiento supo ver desde el principio que se trataba de una esfera en constante crecimiento y expansión, aunque no siempre se ha sabido bien cómo adaptar su lenguaje narrativo y visual específico.

Poco a poco las películas fueron ganando en complejidad y se pasó de la simplicidad en el trazo de SuperMario Bros (1993), a la acción anabolizada de Street Fighter, la última batalla (1994), del hiperrealismo de Final Fantasy: La fuerza interior (2001) al terror de Resident Evil (2002).

Pero antes de que Milla Jovovich se pusiera en la piel de Alice, la primera heroína que dio el paso al cine fue Lara Croft con su Tomb Raider. El personaje había nacido en 1996 dentro de un videojuego desarrollado por Core Design que se convirtió en un éxito de forma casi inmediata. La protagonista era una exploradora y arqueóloga que tenía que introducirse en entorno selváticos, descifrar puzzles e investigar enigmas, saltar, correr, luchar y un sinfín de cosas más. Pronto se convirtió en un icono de la cultura popular. Su representación física fue cada vez extremándose a través de una mirada puramente sexualizada, algo que terminó por incrustarse en el imaginario colectivo popular gracias a Angelina Jolie y su representación del personaje en las dos películas que protagonizó: Lara Croft: Tomb Raider (2001) y en su continuación, Lara Croft Tomb Raider 2: La cuna de la vida (2003).

Sin embargo, era necesario que la figura de Lara Croft se adaptara a los nuevos tiempos. El personaje necesitaba una reformulación, tenía que dejar de ser tratado como un objeto de deseo, no podía seguir siendo vista a través de la óptica de sus atributos corporales. Por eso cuando la saga de los videojuegos parecía haberse terminado, Crystal Dynamics decidió volver al personaje y dotarlo de una nueva vida. Lara Croft se convertía en una joven e inexperta exploradora. Ya no tenía imagen de femme fatale ni resultaba tan agresiva ni curtida. Ahora era una joven accesible, con sus puntos débiles, cargada de valentía y coraje, eso sí, pero, al fin y al cabo, vulnerable.

Ese cambio de rumbo de los videojuegos se utilizó para desarrollar un reboot de las películas de Tomb Raider que se adecuara a la nueva sensibilidad millennial. Quizás por ello, la película comienza con Lara repartiendo comida a domicilio en bicicleta y haciendo carreras con sus compañeros de trabajo por las calles de Londres. Por fin, había conseguido resultar accesible y cercana.

La actriz Alicia Vikander, la encargada de sustituir a Angelina Jolie, también representa a la perfección el espíritu de las nuevas generaciones. Se trata de una intérprete respetada, que ya ha ganado un Oscar a pesar de su escasa trayectoria, su apariencia resulta frágil, pero sin embargo demuestra tener una fuerza y un empuje avasalladores. Además, Vikander se ha erigido como una mujer profundamente comprometida con el feminismo y los abusos de poder en el seno de la industria de su país de origen, Suecia. Y ese espíritu reivindicativo de alguna manera ha intentado imprimirlo en cada uno de sus papeles hasta la fecha. Por eso, su Lara Croft tenía que ser una mujer empoderada y consciente de sus posibilidades. Una joven que sabe adaptarse a las circunstancias para sacar lo mejor de sí misma en los momentos más delicados.

En esta nueva versión la veremos enfrentarse a una tormenta marítima, a los rápidos de un río que terminan en una catarata y, sobre todo, a un ejército de mercenarios dispuestos a terminar con ella.

El director Roar Uthaug (responsable de la espectacular cinta noruega La ola) consigue elaborar una de las cintas de acción más hipercinéticas de la temporada. Las escenas más espectaculares están impregnadas de una tremenda fisicidad. No hay apenas lugar para el descanso. Muchos han definido esta nueva versión como una mezcla entre Indiana Jones y Los juegos del hambre. Y lo cierto es que el espíritu de supervivencia, así como el ingenio para salir indemne de cualquier situación, por muy complicada y rocambolesca que sea, están presentes a cada minuto.

Sin embargo, el cambio de perspectiva feminista del personaje y las escenas de acción elaboradas, no son suficientes para que la nueva versión de Tomb Raider se convierta en una buena película. Y todo por culpa de un guion demasiado raquítico, en el que no encontramos un mínimo de desarrollo narrativo, los personajes secundarios no adquieren ningún tipo de entidad (el malo interpretado por Walton Goggins es pura caricatura), tampoco la relación paterno-filial entre Lara y su padre (Dominic West) que articula toda la película, resulta consistente. Cuando salimos de las escenas de acción puras y duras, la trama y su desarrollo, naufragan estrepitosamente.

Una oportunidad perdida de dotar a esta nueva Lara Croft de una aventura en condiciones que sirviera para potenciar esas nuevas cualidades que lamentablemente terminan perdiéndose en el camino. Solo Alicia Vikander es capaz de insuflar carisma a su personaje para que este se convierta en un modelo de heroína contemporánea.

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