VALÈNCIA. El debut de Netflix en Turquía recogerá las andanzas de un súper héroe otomano, The Protector. La primera serie holandesa estará protagonizada por unos estudiantes en Amsterdam que abren una puerta demoníaca al siglo XVII. Para su estreno en Polonia, la oscarizada Agnieszka Holland ha dirigido 1983, una distopía ambientada en los años ochenta que especula con la posibilidad de que no hubiera caído el telón de acero… Tras el éxito de su primera producción original alemana, la sobrenatural Dark, la multinacional de streaming busca repetir la fórmula, y no hay país novel en Netflix que no cuente en su trama con un giro fantástico.
Así le sucede a The Rain, la primera serie danesa de la plataforma, cuyo estreno está fechado este viernes, 4 de mayo. Sus ocho episodios se ambientan en un mundo devastado por un virus expandido por la lluvia. Dos hermanos encerrados en un búnker durante seis años se deciden a salir a la superficie y partir en busca de su padre científico. Así arranca una historia de supervivencia y solidaridad en medio del caos.
“En Escandinavia somos conocidos por las historias de crímenes o por los kitchen sink dramas, así que este nuevo ángulo argumental combinado con los guiones naturalistas que nos ha dado fama es una prometedora combinación”, opinó en Roma durante el evento See What’s Next uno de sus protagonistas, Mikkel Boe Følsgaard, conocido por su papel del rey Cristián VII de Dinamarca en Un asunto real (Nikolaj Arcel, 2012) que le deparó el Oso de Plata al mejor actor en la Berlinale 2012.
Junto a él, un elenco conformado por jóvenes promesas del cine nórdico, donde despunta Alba August, la hija del director Bille August, a la que este año también veremos en la piel de Astrid Lindgren, la autora de Pippi Calzaslargas, en el biopic Becoming Astrid (Pernille Fischer Christensen, 2018).
Los creadores de The Rain cuentan varios galones como responsables de series de éxito internacional realizadas en Dinamarca. Jannik Tai Mosholt fue guionista de Borgen y los directores Kenneth Kainz y Natasha Arthy firmaron varios episodios de Forbrydelsen (The Killing).
“Tenemos una tradición de buenos actores y directores que hicieron un trabajo tremendo en los años noventa. Todo arrancó con el movimiento Dogma 95 capitaneado por Lars Von Trier y Thomas Vinterberg, donde aprendimos a contar con poco dinero historias donde el foco estaba puesto en los personajes. Y conseguimos llamar la atención del exterior”, argumenta Boe Følsgaard.
La amenaza de una borrasca
El género fantástico siempre ha estado ligado a su contexto político y social. En las películas de terror se pueden rastrear los traumas y las obsesiones de cada etapa histórica. Las barbaridades de la I Guerra Mundial, por ejemplo, se filtraron en el expresionismo alemán a través del interés por los seres deformes y las taras físicas y psicológicas. Así lo destaca David J. Skal en su libro The Monster Show: A Cultural History of Horror, quien considera que el cine de terror de los años veinte evoca el trauma de muchos soldados que volvieron mutilados del frente.
“El estudio aborda después la relación entre la Gran Depresión y el éxito de
películas como Frankenstein (James Whale, 1931) y Dr. Jekill and Mr. Hyde (Victor
Fleming, 1941), la Segunda Guerra Mundial y el boom de las películas sobre hombres lobo, la Guerra Fría y la obsesión por las invasiones extraterrestres, y, ya a finales de siglo, el vínculo entre el sida y la renovada fascinación por los vampiros”, detallan Raúl Álvarez y Araceli Rodríguez en su publicación Terrorismo y pánico social en el cine fantástico británico.
A nuevos tiempos, nuevos miedos. Y en los que vivimos, hay una preocupación alarmante por el cambio climático que late en la gestación de The Rain.
“Vivimos una época de mucha angustia, de mucho desasosiego, porque recibimos noticias constantes sobre la amenaza de desastres naturales y la inminencia de una guerra. Y llega un momento en que es tal la saturación de información, que te bloqueas porque piensas que eres incapaz de hacer nada”, argumenta al respecto el guionista Jannik Tai Mosholt, que reconoce que el punto de partida de la serie fue el temor a perder el control de la naturaleza.
En otras propuestas apocalípticas hay un enemigo visible, ya sean zombies o personas desquiciadas en busca de refugio y alimento. En The Rain, en cambio, el enemigo se precipita desde el cielo.
Coming of age en el fin del mundo
El otro elemento de la ecuación durante el proceso creativo ha sido procurar esperanza: “Esta clase de historias funcionan mejor en periodos de duda y ansiedad, en las que desconoces que va a pasar en el mundo. La audiencia necesita poder lidiar con ello, y por eso hemos decidido plantear el peor escenario posible y ver si podemos hallar una ilusión, brindar una propuesta que sea reconfortante”, se justifica Tai Mosholt.
La serie, de hecho, peca de cierta ingenuidad por el buenismo de sus personajes en un escenario apocalíptico. Los protagonistas, se excusan los creadores de The Rain, son jóvenes adultos que no son culpables de la catástrofe climática, sino que han de lidiar con las consecuencias de los actos de sus mayores.
Y ahí es donde lidia el gancho para una audiencia joven. La serie, por muy ambientada que esté en el fin del mundo, remite a otra de las predilecciones de Netflix: las cuitas adolescentes.
La propuesta danesa explora las encrucijadas propias del género coming of age, como el primer amor, los celos, la amistad, la tensión sexual y la desazón teenager. Si ya es difícil sobrevivir en un escenario post-apocalíptico, imaginaos crecer.