VALENCIA. En las últimas semanas se han producido grandes cambios en Estados Unidos. Hemos asistido a un punto de inflexión de la Historia. Puede que el mundo, tal y como le conocemos, no vuelva a ser el mismo. Nos enfrentamos a un futuro incierto en el que todo son incógnitas. Es un momento para permanecer junto a los nuestros, para recordar qué es lo verdaderamente importante de la vida y tratar de disfrutar al máximo cada momento. En los últimos capítulos de Keeping up with the Kardashians ha aparecido una nueva trama: las tetas de Khloe Kardashian. No sabe si ponerse unas de silicona. Hay un debate abierto. La sociedad se estremece. Porque, atención: Kim Kardashian le ha recomendado que no lo haga. Anoten esta fecha.
Sí, lo han leído bien. Kim dice que los implantes mamarios son un coñazo. ¿Cómo será el mundo que le leguemos a nuestros hijos? Puede que un lugar mejor después de este momento histórico. Nada volverá a ser igual en América. Se abren nuevas esperanzas.
Les pongo en antecedentes a los no iniciados. Khloe, de la que habrán podido saber leyendo el Marca puesto que su ex marido el baloncestista Lamar Omar colapsó en un puticlub tras dos días seguidos de sexo, cocaína, opiáceos y viagra, ha sido considerada durante muchos años "la gorda de la familia Kardashians". Juntos, hemos asistido a la lucha contra el peso de Khloe, que ha terminado enganchada al ejercicio físico. Ahora ya es una modelo profesional.
Se ha operado de todo, es difícil reconocerla a estas alturas, pero le quedaba un último paso, el último nivel del guerrero: las tetas. Y como todos los problemas que atañen a la familia Kardashian, este ha sido expuesto públicamente y comentado y discutido por todos los miembros del clan. Transparencia.
Y así llegó la revolución. Kim le dijo, como en la película de David Trueba, que: vivir no es fácil con las tetas operadas. Especialmente, decía la protagonista del reality más famoso de la historia, resultan un engorro para hacer ejercicio. Para que lo comprobara, le hicieron a Khloe un sujetador con rellenos del mismo tamaño que los pechos de Kim, vino su personal trainer y vivió la experiencia de llevar semejante peso encima.
Pero no le pareció determinante y entonces acudió al cirujano a preguntar cómo era la operación. Dijo Khloe al público del reality que su impresión es que era algo light, que no era para tanto, que estaban en Los Angeles, "la ciudad donde ponerse tetas es como echarle gasolina al coche". Sin embargo, el galeno le dio un baño de realidad. Le habló del postoperatorio y de que meterse en un quirófano no es cosa de broma.
Al final, las tetas han quedado en suspenso. No se sabe qué va a hacer. Esperemos conocerlo antes del final de esta temporada doce. Pero por lo pronto, como en otros tantos acontecimientos históricos que han cambiado el curso de la humanidad, aparecen los juicios de intenciones. ¿Estará detrás el club Bilderberg? ¿es una operación de la CIA? ¿Acaso se trata de una maniobra del Ibex-35?
En esta humilde columna televisiva la sensación es de que el reality, para curarse en salud, nunca mejor dicho, ha tratado de dar una de cal y otra de arena con el mensaje que lanza a la sociedad, puesto que hasta ahora no hemos visto más que mujeres que destrozan su cuerpo en quirófanos para estar más supuesta bellas. Recordemos que en esta familia se ha puesto tetas hasta el padre, Bruce Jenner, ahora Caitlyn, aunque él es el único que tenía una verdadera justificación médica para hacerlo que no constituía una frivolidad: la disforia sexual, que requería un cambio de sexo.
Kim Kardashian, a lo Pedro Sánchez
Mientras tantos, otras tramas que se han abierto en el programa puede que no reconfiguren el siglo XXI, pero sí que tienen gran importancia en estos tiempos en los que en la política abundan las traiciones y los cambios de chaqueta, como ha sucedido recientemente en la ejecutiva del PSOE. A Kim, como a Pedro Sánchez, le llueven las traiciones .
La más sonada es la de Blac Chyna. Un jaque mate en toda regla. Verán, Blac era una stripper de Washington que se hizo famosa bailando y quitándose la ropa. Su culo, de hecho, está considerado como un gran competidor del de Kim. No obstante, ellas nunca llevaron la rivalidad anal al terreno personal y fueron amigas.
Sin embargo, ocurrió lo impredecible. La pequeña Kylie Jenner, hermanastra de Kim, le quitó el novio a Blac Chyna, al rapero Tyga, con quien tenía un hijo. Un papelón para Kim que se vio obligada a elegir entre su amiga y el clan y eligió, como es natural, el clan. Desde entonces, Blac Chyna inició una guerra en las redes sociales, medio por el cual todos los personajes que aparecen en el reality se forran. La última batalla fue como la del Caballo de Troya. Blac Chyna se lió con Rob Kardashian y se quedó embarazada a los dos meses de tonteo. Jugada maestra. Ahora Blac Chyna es una más. Y Rob ha obtenido un titulo parental interesante: Es padrastro de su sobrinastro.
Tanto que no contenta con rivalizar en culo con Kim y en colarse en su familia, ahora tiene su propio reality que, como amenazó el de su padre al cambiarse de sexo, I´m Cait, podría quitarle la hegemonía. Se llama Rob & Chyna y como punto distintivo plantea algo interesante, las diferencias de carácter entre blancos ricos y negros pobres en Estados Unidos. Rob es un niño rico mimado, que recurre a su madre para cualquier dificultad en la vida, que no trabaja y que ella le financia, y Chyna es una mujer que estaría en una barra americana, pero que salió adelante en la vida por sí misma. Rob es blandurri, llorón, todo es "te quiero mucho y cómo te quiero" y ella es completamente distinta. No admite tonterías y si se cabrea pintan bastos.
Como nota curiosa, en estos nuevos capítulos de la temporada doce -han salido como en una segunda tanda- hemos visto un momento entrañable de Kim. Su hija con Kanye West, como es lógico, es mulata. Por este motivo, Kim no sabe cómo peinarla, no sabe manejar ese pelo y ha ido a clases. No quiere prescindir de ese momento tan íntimo entre madre e hija que es peinarse juntas. Y dice que no le gustaría perdérselo para no sentirse culpable. Dice esto una madre que a una hija de apellido West, le puso de nombre North. Así se llama North West. En fin. Nunca se aprendió tanto del género humano como con las Kardashians