VALÈNCIA. Cruzado el ecuador de la legislatura, no son pocos los analistas -y algunos estrategas de la fontanería de los partidos implicados- que vaticinan un crecimiento de los conflictos internos entre los dos socios del Consell nacido a partir del Pacto del Botánico, que contó además con el apoyo externo de -un cada vez más rebelde- Podemos. La convivencia siempre es complicada, más aún cuando en este caso, en la meta solo hay premio para el primer clasificado y, el segundo, se tiene que conformar con vivir a la sombra del presidente -o presidenta- de la Generalitat.
Así, con la cuenta atrás ya en marcha para 2019, los roces entre PSPV y Compromís se hacen cada vez más intensos y profundos. Algunos, posiblemente los más normales y habituales, se concentran en cuestiones ideológicas. Otros, casi siempre los más graves, se focalizan en desavenencias -a menudo personales- que tienen una solución más complicada.
En este sentido, en las últimas semanas se ha apreciado en la posición adoptada ante el conflicto catalán la diferencia entre un partido de corte estatal como es el PSPV-PSOE y otro de obediencia estrictamente valenciana como es Compromís. Discrepancias ideológicas, sobre todo en lo que se refiere a las soluciones a aplicar, que han provocado situaciones de tensión y una opinión no uniforme por parte de los miembros del Gobierno valenciano respecto al procés.
De esta manera, ha podido verse a la propia vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, o varios diputados de Compromís, cargando -con insultos incluidos- contra las posiciones marcadas por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, o contra el discurso emitido por el Rey Felipe VI. Incluso, en este asunto, se han producido momentos de tensión dialéctica con dirigentes socialistas: de hecho, el propio síndic socialista en Les Corts y vicesecretario general del PSPV, Manolo Mata, salió al paso de algunos de estos mensajes: "Duele y mucho que los insultos vengan de compañeros de viaje a los que te has unido para mejorar este mundo diabólico. No es razonable", subrayó en Twitter.
Unas discrepancias que, no obstante, pueden considerarse hasta cierto punto lógicas porque entran dentro de las posiciones en la política nacional de carácter ideológico, pero que contribuyen, eso sí, a generar una atmósfera de tensión entre dos formaciones que, no lo olvidemos, deben competir en 2019 por ser mayoritarias para presidir la Generalitat. Eso sí, habrá que estar vigilantes a los siguientes pasos en el procés, con especial atención a la posible a la aplicación del artículo 155 porque también se presumen diferencias entre ambos partidos.
Ahora bien, el problema se agrava cuando los rifirrafes se producen cuando se encuentra en juego la alcaldía más grande que obra en poder del PSPV, Alicante. Los problemas entre la formación socialista, concretamente entre su alcalde, Gabriel Echávarri, y los concejales de sus dos aliados: Guanyar (la agrupación electoral liderada por EU con apoyo externo de Podemos) y Compromís, han sido prácticamente constantes desde el inicio del mandato.
Una situación que se ha agravado con la imputación del dirigente socialista en una cuestión administrativa relacionada con un presunto troceo de contratos sobre la que está citado a declarar este viernes. El problema, como bien admiten fuentes de ambas formaciones, viene de largo y va más allá de esta cuestión. Compromís viene insistiendo en que desde Alcaldía se han venido adoptando decisiones unilaterales -muchas de ellas, para la coalición, erráticas- en las que no se ha contado con la opinión de sus socios. De ahí que, al margen de la petición de dimisión del primer edil, se hable ya de refundación del pacto. Un concepto en el que también coincide el PSPV, pero sin llegar a plantear la renuncia de Echávarri. Conviene recordar la complejidad, en cualquier caso, para sustituir a primer edil por otro miembro del PSPV dado que el tripartito no cuenta con mayoría absoluta y requiere del apoyo de al menos un edil de la oposición para garantizar la elección de un nuevo alcalde, sin que el ayuntamiento quede en manos del PPCV.
De no resolverse con éxito esta crisis se produciría, indudablemente, la primera gran crisis del Botánico, dado que el PSPV perdería su alcaldía más importante por una cuestión -salvo que la situación judicial de Echávarri sea insostenible- de falta de entendimiento político entre las fuerzas progresistas. Un precedente peligrosísimo de cara al año y medio que resta por delante de Pacto del Botánico antes de enfrentarse a las elecciones locales y autonómicas de 2019.