ALICANTE. Hay entrevistas en las que un pequeño gesto del azar te regala el arranque. En este encuentro con Paloma Chen (Alicante, 1997), fue su mascarilla. Se la quitó para darle un trago al café descafeinado con leche de soja que se le iba a enfriar, porque no podía parar de narrar lo que la había llevado hasta el encuentro: ser la ganadora del II Premio de Poesía Viva #LdeLírica, que se celebró el 15 de marzo en la Real Academia Española pero sobre todo, su búsqueda de la identidad a través de una lengua materna que no es la de su madre y su padre. La mascarilla era de las quirúrgicas, desechables, sin nada destacable salvo tres palabras en inglés: “Made in Spain”.
Chen es hija de migrantes procedentes de Wenzhou, China. Sus padres, junto a su hermano y ella, se establecieron en Utiel para regentar un restaurante chino. Probablemente, el único del municipio. “Mi hermano nació en China. Yo en Alicante. Nos fuimos a Utiel cuando tenía 5 años, estuve allí hasta que me vine a la universidad. Cuando vivíamos en Utiel éramos la familia china del restaurante, en Utiel no había más personas chinas con las que relacionarme”. Se mudó a València para estudiar Periodismo. “Querer ser periodista era en parte porque no quería estar en el restaurante o en el bazar. Decía ‘lo que quiero es ser una española normal y corriente’. Cuando eres pequeña no te ves diferente, pero la sociedad te lo recuerda”. La mascarilla, que Paloma no sabía dónde guardar, llevaba sobreimpresa la frase que tantas veces ha tenido que pronunciar. “Mucha gente que me conoce me dice ‘eres superespañola’. No me hace sentir bien, porque ignora la realidad racial, mi realidad familiar. También está la típica pregunta de ¿te sientes más china, te sientes más española? Esto es por parte de mi familia, gente española o cuando voy a China. La pregunta me parece fatal, aunque la he normalizado. Siempre me ha hecho sentir de fuera, te recuerda todo el rato que no eres de aquí, y eso no mola una mierda. Para mí crecer sin referentes fue muy chungo. Nunca va a haber un sitio donde no te hagan sentir así. Lo que estoy haciendo es intentar construir ese sitio”.
Ese lugar son iniciativas como Tusanaje o el I Encuentro de la Diáspora China en Matadero Madrid. “Con Rodrigo Campos, peruano de ancestros chinos, comencé Tusanaje, mi primer proyecto en relación a estos temas. Rodrigo es dramaturgo y está muy interesado en la literatura tusán (término empleado para todo peruano de ascendencia china, sea este étnicamente puro o mestizo). Con él aprendí cómo mirar otros países, otras sociedades, para ver cómo podríamos aquí acelerar el proceso de interculturalidad. Era muy interesante ver la evolución de la diáspora china en latinoamérica y pensar no cómo acelerar el proceso en España, sino facilitárselo a las personas que vienen después”. Tanto Tusanaje como los otros colectivos que componen la Red de Diáspora China son un espacio de proximidad entre la comunidad china en España y el resto de la sociedad.
“Empecé a buscar personas de origen chino o asiático con las que compartiera las mismas vivencias como son Quan Zhou (autora de Gazpacho agridulce), Chenta Tsai (Putochinomaricón) o Susana Ye (autora del documental Chiñoles y Bananas). En 2019 nos juntamos los colectivos Liwai, Catarsia, Tusanaje y Oryza y desarrollamos unas jornadas super bonitas, nuestro primer encuentro. Fue el año en el que también hice Crecer en un chino, que fue mi Trabajo Final de Grado”. Crecer en un chino es un reportaje “sobre las experiencias y múltiples identidades culturales, contadas a través de reflexiones directas y testimonios personales de jóvenes, hijos e hijas de inmigrantes chinos nacidos en España o que migraron con poca edad”. La pieza audiovisual explora cómo la sociedad ha seguido constriñendo a los descendientes de inmigrantes a través del estereotipo o el prejuicio, dos de los mecanismos básicos del racismo.
“Abordo tanto temas directamente relacionados con el racismo que se vive en la relación de poder entre cliente y camarero/cocinero, los abusos que hay y también los asuntos propios de ser inmigrante como el choque cultural con tu propia familia y el choque cultural contra el exterior. También las diferencias idiomáticas y la nostalgia por un lugar propio que nunca o casi nunca has visitado. Me interesa mucho esa cierta sed de algo que no existe para ti. Pasa en personas que en la infancia conocieron mucho ese país del que migran, y cuando vuelven de adultos, el lugar no existe, ha cambiado o lo han idealizado”. Esta sed tiene una palabra en gaélico, hiraeth, que expresa el deseo del hogar.
“Mi vida siempre ha sido la literatura. Pese a que en el último año he hablado mucho en público, siempre he sido una persona muy introvertida. De pequeña era el estereotipo de chica china que no hace nada, que está callada, que saca muy buenas notas. Mi escape era la literatura. Nunca me ha gustado tanto leer como escribir. Solo escribía por ocio, para desahogarme. Vi el concurso #LdeLírica y participé. No tenía confianza en que les fuera a gustar”. Paloma superó las distintas fases locales y regionales hasta que el pasado 15 de marzo recitó frente a José María Merino (académico de la Real Academia Española) y Ana Merino (ganadora del premio Nadal de novela en 2020) y fue la ganadora del ciclo coordinado por Gonzalo Escarpa.
“Solo escribo en español porque es mi lengua materna. A nivel creativo creo que solo escribo bien en ese idioma”. Uno de los versos que Chen recitó decía: “sueña en un idioma que vive en otro que siempre le será extranjero”. La dualidad idiomática es una de las constantes en su poesía. “El chino es un idioma que es muy familiar, puedo soñar en chino y expresar cosas muy cercanas en él, pero no puedo alcanzar cierto grado de profundidad. Pero hay muchas cosas en mi subconsciente que están codificadas en chino. El español es mi lengua materna, pero no me he sentido totalmente cómoda en él. Hay una frase que me enseñó Inés Herrero, que sacó de El monolingüismo del otro: ‘Solo tengo un idioma y no es el mío’. Esta frase resume bastante bien la sensación. Me lamento de haber perdido el chino, de no estudiarlo antes. Sucedió porque no quería ser diferente a los de mi clase. Tengo que aceptarlo y ya está, creo que forma parte de no ser española ni china”.
A Paloma el café se le ha enfriado por completo. Toda la cafeína que no lleva está en la conversación, que fluctúa entre la condición periodística y los grandes temas de la literatura. Perdón, LOS GRANDES TEMAS. Las líneas que atraviesan la literatura universal —si damos por universal la producción literaria que se da cuando los aspectos más básicos (seguridad, alimentación, libertad) están cubiertos—. “A la gente le llama la atención que en mi poesía hablo de racismo, pero en general hablo de los grandes temas. El amor, la muerte. No me gusta analizar mi poesía. Trato de hablar de algo muy existencial, la búsqueda de la comunidad, de la pertenencia, eso puede derivar en muchas cosas. Está toda esa añoranza, la nostalgia de una tierra que no conozco tanto”. Chen se inspira en la producción de Gloria Anzaldúa, Marilyn Chin, Alejandra Pizarnik, Anne Sexton u Olga Orozco, entre otras y otros.
En su opinión, queda mucho que hacer para que las personas que no son de origen hispanohablante puedan desarrollar su obra en este idioma. “Habrá espacio si se va creando, si no hay tantas reticencias. España es un país en el que aún veo mucho afán de unidad y que todo sea muy homogéneo. Teniendo en cuenta que no se respetan las lenguas autonómicas, que hay tantísimo trauma con los acentos, me hace plantearme que va a costar dar con esos espacios”.