¿Para qué está Compromís si cuando tenía posibilidades de negociar con Rajoy se ha quedado detrás de la pancarta?
VALÈNCIA. Si le preguntan a Rajoy qué le parece el pollo que le hemos montado los valencianos, dirá que solo oyó un cloqueo de Bonig que acalló enseguida con un cubo de agua; si le preguntan a Montoro, responderá que lo más parecido a un pollo que ha visto estos días son los gallos y gallinas que andan cacareando desde los gallineros autonómicos, como todos los años.
Lo explicó muy clarito el ministro esta semana en el debate de Presupuestos Generales del Estado: "Aquí lo importante es que salgan los números". No se refería a las cuentas públicas que le tocaba defender sino a la aritmética parlamentaria. El Gobierno necesita 176 votos para sacar adelante los PGE y hace lo que sea por conseguirlos.
Dado que el PSOE on fire no estaba en disposición de volver a prestarle los votos, el PP ha tenido que comprar las voluntades del PNV y Nueva Canarias. Ha tenido que hacer política, sin disimulos, con transparencia. Para ello, Rajoy ha protagonizado una "descomunal bajada de pantalones", parafraseando al propio Rajoy cuando recriminó a Zapatero que comprase con dinero de los PGE los votos de los nacionalistas.
Pido perdón por repetirme, pero en política no es tan importante tener razón como que te la den. Hemos vuelto a ver quejarse de discriminación del Estado a los partidos nacionalistas y regionalistas en una sucesión de lamentos que aburre al resto de la Cámara y a la audiencia. Cuando empieza el desfile de reproches se vacía el Congreso y desconectan los medios de comunicación nacionales, mientras Montoro despacha a los intervinientes con ocurrencias sin gracia.
Se llama victimismo, y nunca ha servido para que el Gobierno haga justicia. Sí que ha servido para ganar votos –que se lo digan a Camps–, y en ello parece que está Compromís, en el cuanto peor, mejor; cuanto peor trate el PP a los valencianos, más podrán protestar y con ello pedir el voto como partido nacionalista para… ¿para qué?
Se ve que un pacto político como el del PNV, el que más convenía a los valencianos, no convenía a ninguno de los partidos que nos representan. A Compromís por lo dicho; a Podemos por razones obvias; a Ciudadanos porque a los nacionalistas, ni agua, aunque a ver cómo se traga ahora Rivera el sapo del PNV; al PSPV porque Ximo Puig nada tenía que ganar si eran Rajoy y Compromís los que pactaban traer inversiones a la Comunitat, y, finalmente, a Isabel Bonig porque el rédito que podía sacar Mónica Oltra de un acuerdo como el del PNV pondría en peligro sus expectativas, las del PP, de recuperar el Consell en 2019.
La lideresa del PP podría haber capitalizado ese pacto, haberse puesto en medio de la foto para obrar milagros como los del País Vasco, donde el Ministerio de Fomento que no tiene dinero para el túnel pasante de València ni para el Tren de la Costa ni para nuestras Cercanías –tras echar el resto en Cataluña– resulta que va a construir no un túnel pasante sino dos, en Bilbao y Vitoria, por 1.200 millones de euros. O el milagro de que la racanería del Estado con las instituciones culturales valencianas se transforme en una lluvia de subvenciones como la que van a recibir las vascas. No hablamos del cupo, hablamos de inversiones.
Pero Bonig no movió un dedo, ni siquiera cuando Joan Baldoví dijo que esperaba la llamada de Soraya Sáenz de Santamaría para, al menos, sentarse a hablar.
El portavoz de Compromís en el Congreso estaba este viernes en Dénia detrás de una de las pancartas en la manifestación para pedir el Tren de la Costa, manifestándose en el fondo contra sí mismo. Allí estaban todos, hasta los del PP, pero Baldoví era el único de los 3.000 asistentes que tenía poder real para arrancarle esta inversión a Rajoy.
Este periódico ha abogado desde el 26J por un pacto entre Compromís y Mariano Rajoy que permitiera a los valencianos recibir las inversiones y la financiación que viene reivindicando desde hace 20 años. Lo mismo pidieron destacados empresarios como el presidente de la patronal CEV, Salvador Navarro.
Pero lo que un sector del Bloc ve con buenos ojos a Mónica Oltra ni se le pasa por la cabeza. Compromís no va a pactar "con un partido corrupto", asegura. El problema es que el partido que está de corrupción hasta el cuello es el más votado y el que controla los PGE. Y los iba a sacar igual porque el PSOE no habría permitido otra convocatoria electoral. Había que elegir entre Rajoy o Rajoy. Había que elegir entre Rajoy con inversiones para la Comunitat o Rajoy sin esas inversiones. Había que elegir entre hacer política o seguir detrás de la pancarta.
Por si no ha quedado claro, acudamos a la respuesta de Iñaki Anasagasti a quienes desde Bildu y Podemos han recriminado al PNV que haya permitido al "partido más corrupto de Europa" sacar adelante unos presupuestos "antisociales". Dice el histórico diputado y ahora senador en su blog del diario Deia que "cuanto más débil es el poder en Madrid, mejor para Euskadi porque tiene un partido (el PNV) que es el eje del país, que solo trabaja para velar por sus intereses". Añade que "tienen (el PP) la mano y la sartén bien agarrada y ante eso, el pequeño, tiene que ser inteligente y buscar cada hueco para sacar adelante su agenda". Y concluye: "Nosotros no elegimos con quién negociar, eso lo dan las urnas".
¡Qué envidia!