atracón de pantallas

Series confinadas: humor en tiempos de tragedia

Diarios de la cuarentena de La 1 y Jo també em quedo a casa de TV3 son las primeras dos series en clave de comedia producidas sin salir de casa. Las ‘fast series’ surgen en plena crisis sanitaria, con la intención de ser un reflejo de lo que estamos viviendo durante el confinamiento. Países como Gran Bretaña, Estados Unidos, Italia, Alemania y Francia, donde las producciones están paralizadas (como aquí), han mostrado interés por adaptarlas en sus mercados. El humor surge incluso en los tiempos más despiadados

10/04/2020 - 

MURCIA.  Si la ‘comedia es igual a tragedia más tiempo’; si el humor desde las trincheras fue la materia prima para el escapismo entre las tropas durante la I Guerra Mundial (The Wipers Times); si durante la guerra civil española las revistas gráficas de uno y otro bando corrieron como la espuma para regocijo de sus soldados (La Ametralladora, La Hora, La Traca o Trincheras); si se emitió comedia en televisión sobre la idiosincrasia de los vascos con ETA en activo (Vaya Semanita); si nos reíamos leyendo jocosos epitafios en las obras de Luis Carandell (Tus amigos no te olvidan y Celtiberia show); y hasta se oyeron sonoras carcajadas entre los espectadores de Sarajevo TV en pleno conflicto de los Balcanes (Top lista nadrealista), ¿qué problema hay con que se haga comedia televisiva en tiempos de pandemia?

El Partido Popular protestó este miércoles en el congreso por el estreno en TVE de la nueva serie Diarios de la Cuarentena porque, según su argumento, “pone en cuestión el respeto que exigen las víctimas y la propia situación excepcional de confinamiento en la que se encuentran todos los españoles”. Cuando nuestros abuelos leían desde las barricadas La Ametralladora (por el lado franquista) o La Traca (por el lado republicano), ¿también ponían en cuestión a las víctimas de la guerra civil española o estaban simplemente aprovechando una vía para poder abstraerse de la tragedia que tenían delante?

El estreno el pasado martes de la nueva comedia de TVE, Diarios de la cuarentena, creada por Álvaro Fernández Armero (Allí abajo, Doctor Mateo, Vergüenza) y David Marqués (Campeones) es un soplo de aire fresco entre tanta rueda de prensa. Treinta minutos de comedia optimista y respetuosa que se centra en la vida cotidiana de una serie de personajes que viven confinados. Desde los amantes de una noche a los cuales les pilla el estado de alarma justo cuando iban a salir huyendo de la cama, a parejas que seguramente no habían convivido nunca tanto tiempo. Imposible no identificarse también con el matrimonio de edad que debe aprender a marchas forzadas a utilizar la tecnología para estar en contacto con sus seres queridos.

El motor para sus creadores (guionistas y actores) no es más que el de tratar de “ser una ayuda para sobreponerse al miedo”, declaró Fernando Colomo durante la rueda de prensa. Colomo participa como actor junto con Gorka Otxoa, Carlos Areces, Jose Luis García Pérez, Cristina Alarcón, Carlos Bardem, Fele Martínez, Adriá Collado, Víctor Clavijo, Petra Martínez, Juan Margallo, Mónica Regueiro, Monste Plá, Cecilia Gessa y la actriz castellonense Carmen Arrufat, a la que no vieron todavía en el primer episodio.

He clasificado este nuevo tipo de ficción como fast series por su trepidante ritmo de producción. La primera en ponerse en antena ha sido la catalana Jo també em quedo a casa, de Sergi Cervera y Blanca Bardagil. Preproducida en tan solo dos semanas, se estrenó el 1 de abril con éxito y su emisión continúa de lunes a viernes a las 16:30 en TV3. La serie muestra a ocho personajes confinados, relacionados entre sí mediante videoconferencias.

La capacidad de reacción inmediata y la alta cualificación de nuestra industria audiovisual es un hecho palpable. Al igual que la serie de TV3, Diarios de la cuarentena en pocas semanas ha sido capaz de superar las dificultades tecnológicas, las múltiples limitaciones técnicas y llevar a cabo una ritmo de grabación de un episodio cada tres días. El pasado martes a las diez de la noche, horario de máxima audiencia, captó la atención de 1.697.000 espectadores. Y no solo se trata de una fast serie por su inmediatez sino también de un producto low cost. No hay equipo técnico alguno en cada uno de los hogares donde se graban las escenas. Son los propios actores quienes hacen las tareas de cámara, atrezzo, vestuario y demás, bajo la atenta mirada vía Skype de Álvaro Fernández Armero.

“El beneficio industrial de la serie será donado a Cruz Roja Española para la compra de material sanitario”, apunta el productor de Morena Films y responsable de la idea original, Álvaro Longoria. Pese a las críticas de los que utilizan despectivamente el término titiriteros y de los que atacan la televisión pública a la primera de cambio, la sensibilidad de este producto no puede ser más impecable y más blanca que negra. Todavía podríamos ir mucho más lejos, aunque lamentablemente en estos tiempos tenemos la piel muy fina.

Hasta en los peores momentos de la historia

Hasta su aparición en EITB en 2003, nadie se había atrevido a tratar con humor en televisión un tema tan delicado como es el terrorismo de ETA. Vaya Semanita rompió con un tema tabú hasta entonces. Su tono era burlón y atrevido y ayudó a relajar la tensión política en Euskadi.

El programa de sketches no se libró de las críticas, como le ocurre a las series confinadas de la actualidad. Antonio Basagoiti, líder del PP del País Vasco por entonces, acusó a la televisión pública vasca de “darle bola a ETA”. Nada más lejos de la realidad porque si algo tenía Vaya Semanita era su capacidad de meter el dedo en la llaga en todas y cada una de las posturas ideológicas. ETA, la Kale borroka, el PNV, PP, PSOE… todos eran objetivo para la burla.

Pero no solo existen ejemplos aquí. Cuando estaban comenzando los conflictos en la antigua Yugoslavia, Sarajevo TV emitía cada semana un programa de sketches satíricos que se salpicaba con actuaciones musicales y jugaba con el absurdo. Top Lista Nadrealista fue en varias ocasiones profético, al imaginar a Yugoslavia dividida en diferentes estados antes de que se materializara en realidad. Su tono recuerda a los Hermanos Marx o los Monty Python, y su postura fue siempre pacifista.

El actor, músico y humorista Zenit Đozić decía, al defender la necesidad de que surja el arte y el humor hasta en momentos tan duros, que “si no aprecias una broma, estás roto”.  Para los ciudadanos de Sarajevo el humor negro de Top Lista Nadrealista les ayudó a tener cierta sensación de normalidad dentro de la guerra, además de ser una forma de compartir su rechazo por la violencia y la política étnica.

Si rebuscamos entre la historia, antes de que existiera la televisión, encontraremos múltiples ejemplos vinculados a conflictos bélicos. Durante la I Guerra Mundial los soldados británicos, agazapados en sus trincheras en Ypres (Bélgica), olvidaban por un instante su pánico a ser gaseados por los alemanes a base de humor negro. “5 a 1 niebla. 11 a 2 viento del este o escarcha. 8 a 1 cloro”, se leía en la revista de trincheras The Wipers Times.

“La actitud más cierta ante la efimeridad de la vida es el humor”, escribió en 1930 Ramón Gómez de la Serna. Lo que resulta increíble es que en la actualidad no todos lo vean de esta forma.

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