VALÈNCIA. El hasta ahora presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, se personó este lunes en el patio del Palau dels Scala con media hora de retraso y un clima de dignidad reforzado por los aplausos y vítores que recibió por parte de sus colaboradores al descender por las escaleras rodeado de los diputados del grupo socialista.
"¡Jorge, Jorge, Jorge!", jalearon los presentes en una sala atestada de cámaras, fotógrafos, periodistas y un centenar de personas en su mayoría con aspecto de funcionarios que se congregaban para completar el inadecuado escenario para una comparecencia de prensa. Una presentación ante los medios que no incluyó la concesión de preguntas a los periodistas con la excusa -algo infantil- de que la causa investigada está "bajo secreto de sumario", cuando es evidente que Rodríguez podía responder a innumerables cuestiones que no tuvieran que ver con el fondo del caso.
La principal conclusión de la aparición de Rodríguez es que el también alcalde de Ontinyent ha decidido quedarse a mitad camino en la asunción de responsabilidades. Pese a las reticencias de su entorno a que dejara la Presidencia de la Diputación, la conversación que mantuvo el domingo con el jefe del Consell y líder del PSPV, Ximo Puig, le ablandó lo suficiente para abandonar la institución. No obstante, esta salida no viene acompañada de un adiós definitivo del consistorio, donde anunció que delegaba la Alcaldía sobre su mano derecha, Rebeca Torró, "durante el tiempo necesario" para preparar su defensa.
Una decisión que distintas fuentes próximas a la cúpula del PSPV consideran un "error de cálculo". De hecho, ya desde la oposición se preguntaban este mismo lunes qué razón existía para que Rodríguez no estuviera legitimado para permanecer en una institución y sí en otra. Un argumento que compartían en privado algunos dirigentes socialistas consultados por este diario, que consideraban que la retirada a los cuarteles de invierno de Ontinyent resultaba "respetable" pero "insuficiente" en la situación actual.
Y es que desde la dirección de los socialistas valencianos apuntan a que la presión sobre Rodríguez puede continuar vigente mientras se mantenga con su acta de concejal en el ayuntamiento dado que seguirá siendo el objetivo de los ataques de la oposición. Más aún si comienzan a filtrarse informaciones -algo que ha ocurrido a menudo en casos del PP- referidas a cuestiones que formen parte de la causa que en estos momentos se encuentra en secreto de sumario. "La mejor solución es el abandono definitivo de todos los cargos", comentaba un alto dirigente de la formación socialista a este diario.
Una exigencia muy dura de cumplir para Rodríguez, alcalde más que consolidado en su municipio donde consiguió en las elecciones de 2015 una mayoría de 14 concejales por tres del PP, segunda fuerza. Más aún después de haber recibido el respaldo de al menos cinco direcciones comarcales del PSPV durante el fin de semana, que le pedían que se mantuviera en sus puestos apelando a los estatutos socialistas.
El problema de Rodríguez es que tanto la situación general como las explicaciones ofrecidas se empiezan a parecer peligrosamente a las que daba su etapa en el PP. Un caso de 'enchufismo' en Divalterra -antes Imelsa- recuerda a la época de gestión popular, aunque los delitos que se investigan, salidos de siete nombramientos de alta dirección, no posean la envergadura que la trama llena de ratificaciones investigada en la formación de la gaviota.
Ahora bien, el dirigente socialista tampoco estuvo afortunado en algunas frases de su corta comparecencia sin preguntas: "Podemos habernos equivocado y haber metido la pata, pero nunca la mano". Una frase que hizo especialmente célebre el ex vicepresidente de Les Corts, Juan Cotino, investigado en la pieza sobre la visita del Papa, la cual solía repetir hasta que en una ocasión tuvo un desafortunado lapsus e invirtió los términos ante los medios.
Por lo demás, un Rodríguez sonriente, con voz firme y aparentemente resuelto, explicó que dejaba el cargo "con la conciencia tranquila" y "seguro de su inocencia". En esta línea, explicó su dimisión "desde la lealtad a las instituciones y la ciudadanía" y "orgulloso" de dejar la institución "en muy buenas manos", en referencia al vicepresidente segundo, Toni Gaspar.
Al salir de la breve comparecencia, en la que estuvo acompañado del resto de diputados socialistas, abandonó la estancia escaleras arriba con un nuevo mar de aplausos y ánimos que, en esta ocasión, se resumían en una palabra: "¡Ontinyent, Ontinyent!".
La marcha de Rodríguez de la Diputación de Valencia, sin embargo, no contentó ni a -algunos- propios ni a ajenos. Tanto PP y Ciudadanos, como Podemos –socio parlamentario de los socialistas- denunciaron que lo que valía para una institución, también lo vale para otra. Los portavoces de los tres partidos en Les Corts pidieron al ya exdiputado provincial que deje la alcaldía de Ontinyent.
El más contundente fue, quizá por lo inesperado, el secretario general de Podemos. Antonio Estañ subrayó que si Rodríguez no está legitimado para estar al frente del órgano provincial, su partido entiende que tampoco lo está para presidir el consistorio.
Unas declaraciones que secundó la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, que había convocado a los medios de comunicación a una hora y prefirió retrasarla ante la coincidencia horaria con la comparecencia de Rodríguez. La líder de los populares exigió al president de la Generalitat, Ximo Puig, que explique por qué se "asumen responsabilidades políticas en la Diputación y no en el Ayuntamiento de Ontinyent".
Por su parte, Ciudadanos, partido que denunció las contrataciones irregulares que dieron pie a la detención del exportavoz socialista en el marco de la operación Alquería, advirtió de que no estaba de acuerdo con "la dimisión a plazos" del presidente de la Diputación, por lo que tratarían de "impulsar todas las medidas necesarias para exigir que deje de manera inmediata también la alcaldía de Ontinyent".