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La nave de los locos / OPINIÓN

Quim, amor, arría la bandera

Foto: EFE

Amaga pero no da. El presidente catalán, correveidile del locuelo de Waterloo, nos tiene acostumbrados a sus soflamas diarias contra el Estado. Sigue empecinado en el cuento de una República imaginaria que sirve de nana para los niños catalanes. Es hora de que pase a los hechos y se convierta en el héroe o el mártir que necesitan los independentistas

12/11/2018 - 

El señor Joaquim Torra, al parecer presidente de la Generalitat catalana, tiene acreditada fama de fino intelectual pero no acaba de convencer como hombre de acción. En sus seis meses en el cargo sólo se le conoce una decisión de calado, y fue subirse el sueldo. El muy truhán gana 146.925 euros al año (24,4 millones de pesetas), unos 7.500 euros más que su antecesor, el señor Carles Puigdemont. Torra gana 66.000 euros más que el pobre presidente español. 

Ha entendido Joaquim Torra que la caridad bien entendida comienza por uno mismo. Casi 150.000 euros al año dan para más de un capricho. Así se comprende que este pillo desee apurar la legislatura porque, en caso contrario, sus generosos emolumentos serán papel mojado.

Si como gestor el señor Torra no da la talla, como retórico es todo un portento. No siempre habla por sí mismo; a veces es el muñeco ventrílocuo del carlista de Waterloo, una suerte de José Luis Moreno con acento de la comarca gerundense de la Selva. Con  su eficaz oratoria, el ciudadano Torra, máximo representante del Estado en Cataluña, amenaza un día sí y otro también a ese mismo Estado, y cada vez que lo hace suenan las trompetas del Apocalipsis. Lo nunca visto en el mundo occidental.

Cada vez que toma la palabra, no deja títere con cabeza: en sus discursos hace picadillo al monarca español, al presidente Sánchez, al ministro Borrell y a cualquiera que vive al otro lado del Ebro. Recordemos que Torra tiene a los españoles en muy baja consideración. “Bestias carroñeras, víboras, hienas con una tara en el ADN”, nos llamó. Sigue libre a pesar de ello. Esas palabras sólo pueden venir de un racista que ha leído a Goebbels con esmero y provecho. Para pertenecer a una raza superior, Torra no da precisamente el tipo con su aire desgarbado y su mirada triste, melancólica y miope. ¿Dónde están esos ojos azules, ese pelo rubio y ese porte distinguido? La raza aria ya no es lo que era…

De turismo por Bruselas y las cárceles

Además de propinarle pataditas al Estado en las espinillas, siempre en un plano estrictamente verbal, el president Torra hace turismo en Bruselas y visita las cárceles catalanas. En estos lugares confraterniza con los presos independentistas que no siguieron los pasos del tontiloco de su jefe político. También se reúne con los sans-culottes de esta época, quienes llevan, en lugar de un gorro frigio, pasamontañas cuanto cortan la A-7 o impiden que salga un AVE de la estación de Sants.

Foto: EFE

En honor a la verdad no cabía esperar gran cosa de este hombre triste y taciturno, con menos sustancia que un huevo sin sal. Torra, al igual que el José Luis Moreno de Waterloo, trabajó para Convergència, un partido conocido por el cobro ilegal de comisiones a empresarios, por tener sus sedes embargadas debido a su desmedida corrupción y por aplicar, siendo Mas presidente de la Generalitat, los recortes más salvajes en educación y sanidad durante esta crisis. Ni el señor Rajoy se atrevió a tanto. Torra procede de la derecha reaccionaria, clasista, clerical y antisocial. Y sin embargo este pollo se nos presenta como el genuino representante del “pueblo catalán”, ese mismo pueblo al que las cuatrocientas familias que dominan el Principado llevan machacando desde la Edad Media.

Ante la oportunidad de su vida

Sin embargo, algunos pensamos que Torra tiene ante sí la oportunidad de su vida: convertirse en un héroe o en un mártir para la causa independentista. Pero eso exige pasar de las palabras a los hechos. Y yo, que en el fondo le tengo aprecio, le animo a dar el paso.

Quim, si la apuesta te sale bien, serás el presidente de la República catalana, y si no, perderás las comodidades del cargo y te enviarán a Chafarinas 

Ya está bien de marear la perdiz, Quim. No tendrás otra ocasión de entrar en la historia por la puerta grande, haciéndolo de la mano de Macià y Companys, dos golpistas que admiras y que te siguen inspirando. ¿A qué esperas, amor, para arriar la bandera española en el Palau de la Generalitat y abrir las cárceles para liberar a los presos independentistas? Tan fácil como eso: arriar una bandera, darle una orden al director de Prisiones y salir al balcón de la plaza de Sant Jaume a proclamar la independencia de Cataluña. Sólo tienes que armarte de valor y arriesgar.

Como sabes, no hablamos de democracia ni de ley sino de quien tiene la fuerza y el poder suficientes para doblegar al otro. ¿Tenéis suficiente fuerza y poder para doblegar a España? Intentadlo. Si la apuesta te sale bien, serás el presidente de la República catalana; y si no, perderás las comodidades del cargo y te mandarán al penal de Chafarinas.

Es una operación arriesgada para todos. Como eres inteligente sabes que ningún Gobierno español negociará la rendición con vosotros, y si lo hace traicionará a su país. Como tampoco careces de lucidez, intuyes que la división de España no será pacífica. España no es Checoslovaquia pero puede ser Yugoslavia. Recuerda esto que te digo, cariño mío. Ahora echa cuentas y decide si os compensa jugárosla. Y si al final os atrevéis a pasar del discurso de las palabras al de los hechos, estad preparados para probar la amarga medicina de España.

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