ALICANTE. "Esta es la historia de una chica corintia que se despide de su amado, quien se marcha a la guerra. En ese momento, la sombra del rostro del hombre se proyecta en la pared y es entonces cuando ella coge un carboncillo y lo siluetea". Esta es la primera referencia que se tiene de un retrato, un relato que ya narraba Plinio el Viejo en el siglo I a.C. y que ahora cuenta Nimfa Bisbé, quien anota que "el ser humano se ha retratado desde hace miles de años". Esta narración constituye el preludio antes de comenzar a recorrer con la mirada y con el caminar las obras artísticas que desde ayer, viernes 31 de enero, se exponen en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) bajo el nombre ¡Mírame! Retratos de la Colección La Caixa de Arte Contemporáneo. Fue el mismo día de la inauguración cuando se celebró una visita guiada por Bisbé, comisaria de la muestra y directora de las colecciones de arte de "La Caixa", seguida por una rueda de prensa en la que también participó y que contó con la presencia del concejal de Cultura (Ciudadanos), Antonio Manresa, y la Directora Comercial en la Comunidad Valenciana de Caixabank, María Tomasa Rives.
¡Mírame! está compuesta por 18 piezas "de artes y técnicas diferentes y pretende enseñarnos quiénes somos, cómo somos y qué refleja nuestro ser interior", traslada el edil, quien invita "a toda la ciudadanía, no solamente a Alicante" a conocerla y a visitar este espacio contemporáneo: "En el MACA no solo se pueden descubrir las exposiciones temporales -que son muy importantes- y las permanentes que tenemos en la segunda y tercera planta, sino el espacio interior y la arquitectura del Museo, que te transporta a otro lugar cada vez que entras", valora Manresa.
Casi una veintena de piezas seleccionadas de entre las más de 1.000 con las que cuenta la colección, que se ha ido completando a lo largo de 30 años y que no reúne exclusivamente retratos: "Empezamos a tener tantos retratos debido a la introducción de la fotografía y el vídeo en las colecciones de arte. Yo siempre digo que la colección es un organismo vivo, porque vamos incorporando nuevas obras y, aunque seguimos unas líneas bastante amplías, ella misma se va definiendo", justifica el curso natural de la colección su directora. Con la temática del retrato en el arte contemporáneo, el recorrido expositivo, el cual se podrá visitar hasta el 24 de mayo, comienza con la performance en formato vídeo de la artista española Esther Ferrer, donde "expresa diferentes emociones. De ahí el título Extrañeza, desprecio, dolor y un largo etcétera", desgrana la primera pieza.
Un segundo vídeo da paso al movimiento por la sala, esta vez de Óscar Muñoz, un artista colombiano que, con esta obra, obtuvo el premio XXXIX Salón Nacional de Artistas de Colombia, en el año 2004. La videoinstalación muestra el intento de autorretratarse de Muñoz, quien "no consigue fijar su imagen, la cual se va borrando debido a que está pintando con agua sobre una piedra a la que le da el sol", analiza la comisaria. E interpreta que trata de representar la metáfora "lo difícil que resulta fijar nuestra identidad en un mundo fluctuante. Somos muchas cosas: lo natural, cómo nos ven, cómo queremos que nos vean...". Compartiendo el mismo espacio de la sala, se cuelgan de las paredes tres fotografías que, en cierta manera, se hilan porque proponen una conversación con la temática común de las emociones. Uno de los retratos, el de Rineke Dijkstra, "sigue con la vista al espectador o espectadora y, dada su conexión con el mundo del arte, se podría relacionar con alguna pintura impresionista", profundiza.
Las tres fotografías de gran tamaño que regentan la amplia pared de enfrente ponen de manifiesto el paso del tiempo a través del retrato. Un tríptico en que la protagonista es siempre la misma persona, la hermana de la artista, contraponiendo una fotografía antigua en blanco y negro con un frame de una película tomado diez años después, lo que diferencia claramente las dos técnicas. Por su parte, "la boca hace referencia al título, Escúchame con tus ojos, inspirado en un poema de Sor Juana Inés de la Cruz, una monja mexicana del siglo XVII que reivindicaba el papel de la mujer en la iglesia. Fue silenciada", sentencia Bisbé.
Un padre y un abuelo presiden las miradas del público a través de la obra del suizo Stefan Hablützel, "un retrato hiperrealista muy inquietante que, además, cuelga en la pared como si se tratase de una fotografía", lo califica la directora de la colección. Y explica que el artista lo elaboró "cogiendo las fotografías de su padre y de su abuelo a los 31 años, la edad que él tenía cuando hizo la obra. Los puso en el mismo plano, aunque uno era de los años 20 y el otro, de los 60". En la línea de lo inquietante, Roni Horn ocupa un amplio espacio con 36 retratos desdibujados del payaso blanco, "aunque lo único que percibimos rápidamente es el artificio, el maquillaje con la nariz y los labios rojos", apunta.
Una fotografía de estilo pictórico que resulta impactante en la sala es la de la italiana Vanessa Beecroft, "quien realizó retratos como este, que rebosan una humanidad desbordante y magnifican la tristeza en la expresión facial de la protagonista", presenta. En la cara opuesta de la sala, se exponen cuatro retratos que, según avisa Bisbé, "tienen truco. La artista llevó a cabo un estudio de su familia a través de las fotos" y logró caracterizarse como seis de las personas con las que guardaba parentesco a través de máscaras de silicona que ella misma confeccionó, dejando siempre sus ojos como punto inalterable. Una obra que mira fijamente a su compañera de espacio, que trata de representar mujeres sobre zapatos de plataforma, en la que se omite la figura explícita de la mujer.
En el cambio de sala, el español Pedro Mora exhibe un mosaico en el que estudia "la identidad y la fisionomía con una serie de personas que presentaban mezcla racial", apunta la comisaria. El punto final de la exposición lo escriben dos vídeos interrelacionados en dos televisores distintos, uno con un hombre como protagonista y otro, con una mujer. Ambas piezas audiovisuales comienzan al mismo tiempo manteniendo una conversación, para finalizar a destiempo debido a la alteración del humor de ambos personajes.