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Quico Rovira-Beleta, traductor de 'Star Wars': "Un concepto nunca tiene una sola traducción"

23/02/2020 - 

MURCIA. A él le debes entender en castellano todo el universo audiovisual de Star Wars. Y el de Star TrekMarvel y cientos de películas más entre las que destacan El nombre de la rosa, La princesa prometida, Forrest Gump, Madagascar o Los miserables (todo un reto).

Quico Rovira-Beleta, hijo del director de cine dos veces nominado al Oscar, Francesc Rovira-Beleta, iba para biólogo (concretamente, aracnólogo). La casualidad hizo que un día hiciera una prueba en uno de los estudios donde llevaba su padre a traducir sus cintas. Su dominio de los idiomas y su enorme talento les cautivó. 

Menos mal que fue así, pues no es posible comprender la traducción audiovisual actual sin el valiosísimo papel que este traductor barcelonés ha jugado en ella. Hablamos con él sin tapujos ni subtítulos. 

-Aunque una traducción pueda parecer un simple cambio de un idioma a otro, no todo el mundo traduciría los mismos términos de igual forma. ¿Cuánto de autoral tiene el proceso de traducir?  
-Sí, es cierto. Un término, un concepto, nunca tiene una sola traducción. Siempre hay más de una. Cada traducción tiene su pequeño aporte autoral. De hecho, yo, que llevo 35 años traduciendo películas, he ido generando algunos términos que, en su momento, se consideraban sello mío (aunque ahora estén extendidos). Por ejemplo (y perdón por la expresión) “capullo” [ríe]. Cuando aparecía en una película, la gente inmediatamente distinguía que me había encargado yo de la traducción.

Recuerdo también que un amigo me retó a introducir la palabra “piltrafilla”. Y lo hice, en Men in black II. La traducción tiene una parte literaria, que consiste en poner lo que se dice, y otra creativa; en esta última es donde el autor imprime su marca.

Foto: EVA MÁÑEZ.

-A la hora de traducir, es un reto especialmente complejo los juegos de palabras, los refranes, los dichos populares, ¿verdad?
-Sí, los juegos de palabras tienen una gran complejidad. En general, todo lo que tiene que ver con el humor, para mí, siempre ha sido lo más complicado. He traducido muchas pelis de risa, como Agárralo como puedas, y siempre han sido los retos más difíciles con los que me he encontrado.

Una película de terror, normalmente, es más sencilla. Hay pocos diálogos y no suelen ser complicados, porque las imágenes suelen resultar más impactantes que el texto. En cambio, una película de comedia siempre es complicada, porque hay muchos diálogos con juegos de palabra, malos entendidos, dobles entendidos, incluso palabras nuevas a partir de otras. También es verdad que, cuanto mayor es el reto, mayor es la satisfacción cuando lo resuelves de forma idónea. 

-¿Es diferente traducir para doblaje y traducir para subtítulos? 
-Totalmente. Cada cosa tiene su intríngulis. 

La traducción que más se critica suele ser la que se hace para doblaje, porque a veces a la gente no le gusta, pero, en realidad, el único ataque lógico al doblaje es que se pierde la voz original. Lo único. Porque, en una traducción para doblaje, no se deja ni una coma fuera. Todo lo que se dice en la película está doblado.

En cambio, en los subtítulos se respeta la voz original y oyes la interpretación real (eso no se puede discutir), pero te pierdes un 30% de la película, porque los subtítulos solo recogen un 70% de lo que se dice. No cabe el resto. 

A la hora de traducir doblaje, te puedes explayar lo que quieras, que luego ya lo intentarás adaptar en boca. En cambio, con los subtítulos, tienes que acortar todo lo que puedas por la limitación de espacio. En las películas de mucho dialogo, tipo comedias, o las de Woody Allen, a veces quizá los subtítulos solo recogen un 50% de lo que se cuenta. Si hablan cuatro a la vez, solo puedes poner a dos. Eso en doblaje no pasa. 

En mi caso, hago de todo: traducción, ajuste y subtitulación [ríe]. Seguramente, más doblaje que subtítulos, aunque veces se aprovecha hasta donde se puede y se hacen ambas. Eso siempre es bueno que lo haga el traductor, y no la empresa. No diré nombres, pero ahora muchas veces cogen la traducción para doblaje y la transforman para subtítulos directamente. 

¿Qué pasa? Que como en doblaje no se oye el original, si no pillas una cosa, pones lo que creas que queda bien y no pasa nada; pero cuando se oye el original, la gente sí que percibe que no pone lo mismo en el subtítulo. Y eso sucede porque se reconvierte el doblaje en subtítulos. Por eso es importante hacer entender a la gente que la traducción para subtítulos es una cosa; y, la de doblaje, otra. 

Foto: EVA MÁÑEZ.

-¿Cómo ha cambiado el sector desde que empezaste hasta ahora?
-Yo llevo desde el año 85 trabajado en esto… y todo ha cambiado. Antiguamente, los traductores para doblaje y los traductores de subtítulos de la misma película no eran nunca la misma persona porque así había dos maneras de ver las cosas, cada una en su ámbito. A partir de cierto punto, se interpretó que sí podía ser el mismo, aunque se mantuvieran por separado las traducciones de cada cosa. 

A partir de la era digital, aparecieron nuevos canales de televisión, tanto autonómicos como privados, y con ellos, las prisas. Las prisas se fueron convirtiendo en el alma mater de esta profesión. Se empezó a utilizar cada vez más a la misma gente para ganar tiempo y a aprovechar todas estas circunstancias para decirle a los traductores que dejaran las cosas “más o menos ajustadas”, aunque solo se pagara la traducción, para “entrar en sala directamente” y ahorrarse pagar el ajuste. Esto en televisión se ha hecho mucho.

Y ahora con las plataformas digitales ya es lo que decía: una traducción para doblaje la conviertes en subtítulos, y se acabó. Ni se consulta. 

-El lado positivo de las plataformas digitales es que, cuanta más oferta de películas y series, más trabajo en el sector de la traducción, ¿no?
-Hay muchísimo más trabajo. Eso es muy importante. Ahora hay carreras universitarias de Traducción, y sale gente muy preparada para trabajar en ello. Y, por suerte, la oferta de trabajo es muy grande porque hay muchas plataformas. Pero es verdad que las prisas hacen que la calidad disminuya. Siempre. 

Por ejemplo, las medidas de seguridad contra la piratería también hacen que la manera de trabajar sea mucho más incómoda. Cuanto más importante, cuanto más “gorda” la película; peor se trabaja. 

-Pero si ya firmas un contrato de confidencialidad, ¿por qué tapan luego la pantalla para que se vea solo la boca? ¿No dificulta eso todo lo demás?
-Porque no solo la vas a ver tú. Yo, cuando trabajo en el estudio, cuando no las puedo hacer en casa, tengo un pequeño “zulo” (como lo llamo yo), un pequeño despacho donde estoy solo con la pantalla [ríe]. Aun así, en la película solo se ven las bocas para que nadie pueda piratearla. Imagina que me despisto, me voy al lavabo y llega alguien y la roba. No ha pasado nunca, pero todo está pensado para evitar este tipo de actuaciones. Los ordenadores donde se hace la traducción, de hecho, están anulados para poder meter un pen drive.

Recuerdo que para el episodio VII de Star Wars tenía una serie de normas que, en el fondo entiendo porque se juegan mucho, pero que pueden llegar a resultar un poco abusivas. No podía dejar entrar a nadie en mi despacho y, si alguien entraba y no me había dado tiempo a pararle en la puerta, tenía que apagar la pantalla para que no pudiera ver qué estaba haciendo. 

Hoy en día con un móvil cualquiera puede hacer una foto en un momento. Y con que se escape un fotograma de la película, ya se puede liar…

-A veces se escapa igualmente… 
-Ya, pero no sea por ti [ríe]. Muchas veces, no en el caso de Star Wars creo, pero sí en otros, se han filtrado fotogramas por parte de la propia distribuidora por cuestiones comerciales. Se habla más de la película luego.

El caso de Mandalorian es curioso. Mandalorian, la última serie que se ha estrenado en toda Europa y que a España no ha llegado porque todavía no ha aterrizado Disney+, se ha hecho muy conocida por el Baby Yoda. Lo conoce todo el mundo, pero en España no lo hemos visto todavía. Y llama la atención, porque cuando yo la traduje, la figura del Baby Yoda estaba tapada con un cuadro. Hasta que no me encontré con un meme por ahí no supe que existía.  

-¿Qué retos implica traducir viendo únicamente las bocas en una película?
-Para poder traducir bien una película, tienes que verla. En el caso de las películas de Star Wars, suelen hacer una reunión con todos los traductores del mundo en Londres, o en otra ciudad de Estados Unidos, y vemos la película completamente limpia un tiempo antes. De hecho, somos los primeros en verla [ríe]. Al cabo de un mes o unos meses, la película llega a cada uno de los países, esta vez sí, con toda la pantalla tapada excepto las bocas. 

-Eres el traductor “oficial” de muchas sagas como Star Wars, Star Trek o Marvel; sagas, por cierto, con una comunidad de fans detrás muy potente.  ¿Qué responsabilidad tiene traducir este tipo de películas?
-Traductor “oficial”, porque no tengo título colgado en casa [ríe]. Muchísima responsabilidad. A los fans hay que tenerlos siempre en cuenta. Ellos son los que te van a decir “ojo, que te estás equivocando”, “esto en realidad no me cuadra”. Y si a ellos no les encaja, por algo será. Porque yo sé mucho de Star Wars (como es lógico), Star Trek o Marvel, pero los fans saben mucho más.  

-¿Y cuánta de responsabilidad tiene un traductor en los títulos de algunas películas, que muchas veces tienen poco (o nada) que ver con el original?
-Los títulos nunca tienen nada que ver con el traductor: es un tema del equipo de marketing de la distribuidora. Ellos son los que ponen los títulos y quienes tienen la última palabra. A mí me consultaron para el episodio XIX de Star Wars y les propuse varias opciones. Al final no escogieron ninguna de las mías y se quedaron con El ascenso de Skywalker. 

-Has traducido títulos emblemáticos como La princesa prometida, El nombre de la rosa… Recientemente, Scorsese atacaba a las pelis de superhéroes señalando que, en realidad, son un “parque de atracciones”. ¿Cómo ha cambiado el cine? ¿Eres de los que piensa que ya no se hace cine como el de antes?
-Simplemente, han cambiado los tiempos y el cine se ha adaptado a ello. Estoy seguro de que si intentáramos hacer ahora El nombre de la rosa la haríamos de forma distinta, porque han cambiado mucho las formas de ver las cosas. La óptica es diferente. Hay muchas películas tremendamente machistas que sería imposible que se hicieran ahora, por suerte. Películas donde se burlaban de una minoría, de un colectivo, de una orientación sexual… Todo esto hoy en día no tiene cabida para nada, insisto, por suerte. 

También creo que la cultura del público ha cambiado. España se ha ido alfabetizando cada vez más, se ha ido culturizando cada vez más… Sigue habiendo gente paleta (la va a haber toda la vida en todos los países del mundo), pero me acuerdo que, cuando empecé, teníamos que explicar las cosas mucho más mascadas, porque era mucho más fácil que el público no entendiera de qué o quién estabas hablando. 

Antiguamente, cualquier nombre de personaje local en España no lo conocía nadie; entonces, ponías a Julio Iglesias cada dos por tres, porque era un personaje internacional conocido. Hoy en día, el 90% de los personajes los puedes dejar. 

De hecho, hubo una crítica hacia una de las películas de Los vengadores, porque hablaban de Banksy y se sustituyó por “un grafiti” sin decir el nombre. Y se recriminó: “Pero cómo no habéis dejado a Banksy…”. En aquel momento, hace seis o siete año, no era tan conocido como ahora, pero es un buen ejemplo de cómo ha cambiado todo. 

Foto: EVA MÁÑEZ.

-Volviendo a Star Wars y para terminar, ¿qué opinas tú de la saga, como fan además de traductor?
-Siempre digo que la mejor película de la saga completa, contando las antiguas, es la V, El imperio contraataca, que, curiosamente, es la peor traducida y doblada. El vocabulario de las naves no es el correcto (a las naves rock las llaman “rojo”, que es como se llamaban las red en el episodio IV); y si te das cuenta, hay personajes que dicen jedi [yedi] y otros jedi [yedai], cuando desde la IV se decía jedi [yedi].

Yo tomé el relevo de la saga en el episodio I, en 1999, cuando ya habían hecho y traducido la IV, V y VI. A partir de ahí, me he encargado de prácticamente todas, desde las nuevas hasta los spin offs pasando por otras series por medio… Ahora todo lo de LucasFilm lo llevo yo por ser el traductor “oficial”.

De todas estas, mi película favorita es la IV, porque la vi en el cine con 17 años y me quedé alucinado; y mi segunda peli favorita después de esta es Rogue One, porque es la que más me recuerda a las antiguas: la que más capta el espíritu de las anteriores. Y la peor, a mi juicio, es el episodio II. No puedo con la historia de amor, aunque no sé si debería decirlo [ríe]. 

A pesar de todo, las nuevas me gustan más de lo que la gente suele decir. La VII me recuerda a la IV; y la VIII, que estuvo muy criticada, no me parece que se merezca esa calificación. Siempre recomiendo a todo el mundo que la vuelva a ver, porque Rian Johnson es muy fiel a Star Wars, y eso se nota. Abrams, por el contrario, sí hace muy suya la película. 

A mí, aun así, me han gustado todas. Me gusta casi todo lo que hago. De hecho, tengo como norma de vida (y acabo de cumplir 60 años, y llevo muchos años con ella), que, si no puedes hacer lo que te gusta, haz que te guste lo que haces. Y también lo aplico al cine. Si la película no te convence, haz que te guste. Busca las cosas que te gusten y disfruta de ellas, aunque la tónica general no vaya contigo.

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